El profesor de Humanidades encargado de profundizar en el tema del sufrimiento, Marcelo López Cambronero, ha comenzado la presentación del Minicurso Newman del miércoles 26 de octubre proyectando una escena de la película “Tierras de penumbra”. En ella, C.S. Lewis plantea la pregunta sobre cuál es la localización precisa de Dios cuando el ser humano sufre. Pero ¿cuántas veces opinamos de ello sin experiencia? Por eso, Marcelo L. ha pedido a cada universitario escribir en un post-it una pregunta personal para contrastarlo con una vivencia interna.
¿Después de morir qué ocurre? ¿Podemos ser felices en cada momento de la vida hasta cuando peor estamos? ¿Si cayera en una adicción aprenderé a volver a quererme a mí mismo? ¿Superaré su muerte después de las terapias? ¿Estará mi familia orgullosa de mí? ¿Por qué la vida es tan complicada? ¿Por qué me creo insuficiente e inferior a los demás? ¿Existe amor para toda la vida? ¿Me recibirá Dios con los brazos abiertos?
Demostró que cada pregunta emana un deseo. ¿Podré confiar en alguien al cien por cien en algún momento de mi vida? Detrás está el deseo de ser amado. ¿Lograré ser feliz? Esconde el deseo que resume todos los deseos: la felicidad. ¿Por qué existo? Expresa el deseo de que la vida tenga sentido pues los seres humanos no se conforman con el pasar de los días. ¿Me quiere o es conveniencia? Habla de la necesidad de ser amados por lo que somos, no por las habilidades que tengamos, es decir, sin condiciones
Además, la complejidad del ser humano hace pensar que los motivos por los que sufre son muy diversos. Hay un componente subjetivo que tiene que ver con la personalidad y el momento vital, pero hay otros criterios que permiten entenderlo y estar preparados:
- El sufrimiento nace de la distancia entre la realidad y el deseo. Empezamos a sufrir cuando la persona que nos quiere no lo hace, cuando el trabajo se convierte en un peso o la amistad no es verdadera. Aquí percibimos que lo que sucede y la expectativa se alejan. Ante un suceso doloroso se pierde la esperanza de que ese deseo se pueda cumplir y expresamos un cierto escepticismo que arranca el proceso del sufrimiento. Por tanto, entre el deseo y la pregunta hay un sufrimiento. “Es una pequeña mota en el interior que actúa como señal de que algo no sucede”, señaló Marcelo L.
- Hay una diferencia entre el dolor y el sufrimiento. Con el dolor físico hay un área cerebral que se activa y se desactiva cuando empieza y acaba, pero hay sufrimientos que son más duraderos. Es curioso que si aparece un león la cebra reacciona para correr, pero pasado el peligro se pone a pastar como si no hubiera pasado nada, pero si nos pasa a nosotros seguiremos corriendo hasta atravesar dos países si hace falta, tendremos pesadillas y al día siguiente estaremos nerviosos. Esto es porque convertimos las experiencias en sentimientos, se nos quedan dentro y configuran lo que somos. El sufrimiento es transformador y la persona que sufre genera todo un contexto que modifica su modo de ser y la seguirá modificando. “¿No sería interesante entenderlo y hacer algo con él?”, preguntó Marcelo L.
- El sufrimiento da información para conocernos. En ocasiones, la ira puede estar justificada si sucede algo que nos perturba, pero dar un puñetazo a alguien no sería adaptativo porque somos seres humanos y no animales. También los celos son universales pese a que hagan dudar de la propia autoestima, pero somos seres dependientes y los estados de los otros nos afectan si los amamos. “Es preciso conocernos y conocer las emociones para no introducir en las relaciones elementos que nos hagan sufrir: límites, cortapisas, miedos, etc.”, apuntó Marcelo.
- El sufrimiento es transformador. Dividimos aquello que genera un estado de ánimo positivo de lo que genera un estado negativo a partir de experiencias de placer o displacer, pero la experiencia muestra que no siempre del sufrimiento se derivan cosas malas y las emociones negativas pueden tener consecuencias positivas. Es cierto que nadie quiere sufrir, pero algunas veces “toca” estar triste y es un bien para iniciar un proceso de duelo. El elemento objetivo sería lo que pasa y el subjetivo por qué duele tanto, incluso cuando lo objetivo no es tan fuerte no puede menospreciarse y al entender el verdadero deseo se puede pensar en la vida que se quiere. O sea, el sufrimiento es una joya que nos descubre lo que debemos hacer en nuestro camino de crecimiento, nos avisa y nos despierta hacia nuestro proyecto.
El cuento “El rey triste y el criado feliz” es la historia de un hombre con poder que siempre estaba triste mientras su criado tenía mucha alegría. Un día le preguntó por qué estaba contento, pero le dijo que no lo sabía, no tenía ninguna causa para estar triste. El rey le dijo que si no le contestaba otra cosa le cortaría la cabeza. Aun así, no lo consiguió y el criado se marchó. Llegó un consejero al que pidió que investigara el motivo de la felicidad de su criado, pero se propuso lo contrario, inyectarle la tristeza. Consistió en ponerle una bolsa con 99 monedas de oro por sus servicios en la puerta de su casa. Así fue como el criado las puso en columnas de 10 y se dio cuenta de que en la última columna faltaba una. Revolvió todo sin encontrarla y se propuso aumentar su trabajo para conseguirla y poner a trabajar a su mujer. El rey observó que el criado estaba más preocupado de todo, irascible, desagradable. Hasta que un día lo despidió.
El cuento habla por sí solo: cuando estamos felices no nos damos cuenta de que lo estamos y “al transformar el deseo a un espacio diferente se encamina la vida a una dirección que nos puede hacer desgraciados”, explicó Marcelo L. Ya que el sufrimiento es una certeza animó a aprender de él porque cuando estamos encaminados a una meta importante el sufrimiento nos hace crecer: “en un mundo en que la epidemia de depresiones ya no genera bromas porque se tiene experiencia generalizada del abismo y la medicación, hay que aceptar el sufrimiento, no seremos jugadores de fútbol profesionales, pero lo pasaremos bien disfrutando del camino”.
C.S. Lewis, autor de “Las Crónicas de Narnia” y amigo de Tolkien, perdió a su madre de niño. Reaccionó protegiéndose del sufrimiento y se volcó en la enseñanza hasta que un día entra en su vida una mujer. Se casan para que ella no sea deportada, pero después empieza a surgir el afecto y muere tras diagnosticarle un cáncer terminal de hueso. Así expresa Lewis su sentido del sufrimiento: “No tengo respuestas, pero sí tengo la vida que he vivido. Dos veces he elegido: como niño la seguridad, como hombre el sufrimiento, que es parte de la felicidad de entonces”.
Marcelo López Cambronero concluyó el Minicurso asegurando que el sufrimiento hace más real la vida y propulsa la felicidad.