Ana del Valle, directora del grado en Ficción y Naracción, introdujo el Café Newman sobre el amor el pasado 12 de febrero en la Universidad Francisco de Vitoria.
El músculo del amor también se entrena. Pero hay una parte que no la pongo yo, la pone el otro, y es quizás la parte más importante.
Introdujo la cuestión planteando si es posible el amar a otro o recibir amor cuando se carga con un dolor profundo o algún tipo de ausencia de amor en nuestras vidas. Al hilo de su amistad con un alumno, entendió que para que el amor crezca, hace falta ejercitarlo, aún estando roto.
Para ejemplificarlo, hizo una analogía con el proceso de crecimiento del músculo cuando lo ejercitamos: para fortalecer el amor, es necesario fallar (equivocarse), romperse (que haya un daño, mayor o menor), descansar (ver qué ha pasado, mirar el corazón, cuidarlo) y cicatrizar (sanar).
También subrayó la necesidad que tenemos todos de ser ayudados por otros para poder crecer y sanar. Hay un hilo sutil, parafraseando a Jacinto Benavente, que hace que en medio de la desesperanza ante la complejidad del amor, surja del amor humano algo casi divino que hace volver a mirar nuestra vida con esperanza.
Y en ellas visteis, como en las farsas de la vida, que a estos muñecos como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición: tiran unos de sus píes y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero entre todos ellos desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz del sol y con luz de luna, el hilo del amor, que a los humanos, como a estos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno y no puede acabar cuando la farsa acaba.
