Espejito, espejito… ¿existe el “fueron felices y comieron perdices”? ha sido el mensaje destacado para promocionar este año el Café Newman sobre el amor que introdujo el profesor Tasio Pérez el pasado 15 de noviembre en la Universidad Francisco de Vitoria.
Tasio P. confesó que su madre le tuvo con 18 años y no conoció a su padre, pero esta herida en su biografía dejó de ser tal herida cuando fue consciente de que, aunque en el inicio no hubo amor, podía haber amor en su continuación. De hecho, si ahora entrara un bebé en la sala todo el mundo le hablaría con otro registro de voz porque genera mucha ternura. “El origen de muchas patologías adultas está en tramos de la vida en que el amor fue condicional o falló, ahí también cojea el desarrollo”, apuntó.
Por otro lado, explicó que el amor sana y cura, como cuando los padres se aproximan al bebé y satisfacen su necesidad. Acercarse al niño y cantarle el “culito de rana” convierte el llanto en renovación del juego infantil. Por el contrario, cuando no hay amor vienen los problemas, no ser bien amado o no saber amar bien llena las consultas de psicólogos.
«Los besos sanan, los abrazos, las caricias, la cercanía… siempre es sanador porque el dolor es compartido y nos sentimos acogidos”.
¿Cómo aprendemos a amar? Cuando se satisfacen las necesidades básicas en una primera etapa de la vida, pero después a través del cariño físico y verbal, como cuando decimos al niño lo bueno y guapo que es. También se manifiesta a través de los límites sanos con los hermanos, por ejemplo. Se transmiten valores e ideales cuando queremos la mejor versión de otra persona porque el ser humano está hecho para cosas grandes. Y el amor además se vive en libertad.
En este punto, Tasio P. preparó una dinámica a través de los dispositivos móviles para que los estudiantes pudieran escribir algunas de las características más buscadas en una persona amada. La afinidad es uno de los primeros aspectos que marcan una relación de amistad: hay gente con la que nos llevamos bien, con otros nos divertimos, también hay cariño y afecto expresado en maneras distintas, luego está la comunicación, la escucha, empatía o sinceridad, tiene que ver con la compresión, el respeto con quien no piensa como uno mismo, la lealtad, la confianza, el apoyo en momentos difíciles, la generosidad. Preguntó cuántos amigos podía haber que puntúen en todas y la mayoría coincidió en que hace falta compartir experiencias para cumplir con ellas.
En el amor de pareja las cualidades propias son atracción, deseo e intimidad. Pero a las parejas con las que trabaja en consulta les hace conscientes de aquello que les cuesta dentro de la lista anteriormente propuesta. A su juicio, para que uno aprenda a amar y triunfe en el amor tiene que saber hacer todas esas cosas e identificar lo que más le cuesta. Por tanto, la medida del amor es ser capaz de ponerse en juego y ser conscientes de que los gestos de atracción son más fáciles y pueden generar vacío: “Somos responsables de amar a otro, no de que los demás nos hagan felices”, concluyó.