Niño, ¿tú qué quieres ser de mayor?

Esta pregunta es un clásico, ¿quién no ha sido sometido alguna vez a este tipo de interrogatorio?, ¿quién no ha preguntado a algún chaval qué va a ser de mayor? Yo lo tenía muy claro. Torero o delantero centro del F.C Barcelona, solo de ese club, no de cualquier otro. Las referencias para esas respuestas son claras, personas que te llaman la atención, personas excepcionales que generan un atractivo por su capacidad personal sobre el resto. En mi caso las figuras eran Francisco Rivera, Paquirri, y Johan Cruyff. Torero de valentía y arte supremo, futbolista medio centro ofensivo con velocidad y habilidad máxima con el balón.

Nosotros, profesores, que acompañamos a personas en la universidad, no deberíamos olvidar que nuestra finalidad no es solo impartir conocimientos técnicos con la única y expresa finalidad de ser competentes, competitivos, para así poder responder a la exigente demanda laboral con garantías personales. No debemos únicamente fortalecer la capacitación técnica de nuestros alumnos con una finalidad meramente utilitarista. Estos elementos ya están generalmente ofertados en el mercado.

La universidad como institución que busca la verdad no puede caer en el pragmatismo de la excelencia únicamente, debe generar un conocimiento abierto a la verdad y hacer este camino junto con los alumnos, con el profesorado. La institución universitaria necesita maestros que generen ilusión por el conocimiento, por la verdad, el interés por la razón y susciten en los alumnos esta novedad por lo real que hace avanzar el conocimiento y el desarrollo de la persona. Este es el mayor reto al que me enfrento cada día en el estrado, a enseñar con humildad la esencia de mi materia, acompañando y generando espacios de apertura de la realidad a mis alumnos. Pero si me preguntas ¿qué quieres ser de mayor? Ahora diría, un maestro.

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