Dos realidades, un mismo espíritu. Sobre el encuentro de Jesús Carrascosa y el P. Florencio con motivo de la presentación del libro sobre D. Giussani de Massimo Camisasca

El jueves 13 de octubre de 2022 presentamos el libro de “D. Giussani, su experiencia del hombre y de Dios” (Ediciones Encuentro) con el deseo de que, más que una presentación académica de un libro interesante, fuera un encuentro entre dos realidades eclesiales en torno a la figura de Luigi Giussani, con motivo del centenario de su nacimiento.

El encuentro entre Jesús Carrascosa, responsable del Movimiento Comunión y Liberación (CL) en España, y el P. Florencio Sánchez L.C., director del Instituto John Henry Newman y uno de los fundadores de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), fue un verdadero acontecimiento. Dos iniciadores de sus respectivas obras en España reunidos en torno a la figura de D. Giussani para hablar sobre educación en sentido profundo: cómo enseñar a reconocer, a tantos jóvenes y no tan jóvenes, el Misterio que sustenta todas las cosas. 

“Cuando tienes dos amigos muy queridos y quieres que se conozcan y que se lleven bien, hay una mezcla de nervios e ilusión». Así expresaba Juan Serrano, profesor de humanidades de la UFV, cómo se enfrentaba a la presentación de este libro.

Un poco de historia

Manuel Oriol, director de Ediciones Encuentro, nos acercó a la historia de Comunión y Liberación y a la  íntima relación con la fundación de la editorial. CL comenzó en los años 50 en Italia y la editorial Encuentro se fundó en 1978 como consecuencia del encuentro que había vivido su fundador y padre de Manuel, José Miguel Oriol, con D. Giussani, quien revitalizó por completo su experiencia cristiana.

Luigi Giussani fue un sacerdote milanés orientado a la formación universitaria que se dio cuenta de que el cristianismo había dejado de ser relevante para la vida y pidió al obispo empezar a  dar clases en un instituto de Milán. Su presencia provocó un verdadero movimiento de personas, todavía sin estatus oficial, que encontraban una propuesta y un método a la altura de sus inquietudes, una propuesta que era verdadera y útil para la vida cotidiana. Primero, fue Juventud Estudiantil (Giuventú Studiantesca) y, a partir de los años 70,  pasó a llamarse Comunión y Liberación.  

Massimo Camisasca, autor del libro, fue uno de los primeros alumnos que D. Giussani encontró en en aquel instituto milanés. Llegó a ser responsable del primer núcleo de Juventud Estudiantil y más tarde se ordenó sacerdote. En 1985 fundó la Fraternidad Sacerdotal de San Carlos Borromeo y en 2012 fue nombrado obispo, cargo en el que ha estado hasta 2022. El libro se publica este año, aunque se escribió en 2009 en italiano, con motivo del centenario del nacimiento de D. Giussani (1922).

 

P. Florencio: “tuve un abrazo muy importante por parte de CL cuando iniciamos la aventura de fundar la Universidad Francisco de Vitoria”

El Padre Florencio llegó desde México a Madrid en el año 1983. En aquella época, coincidían los de CL y el Regmun Christi en la Universidad Complutense, intentando tener una presencia en la vida universitaria a través de las asociaciones culturales y la pastoral univeristaria.  Entre idas y venidas, el P. Florencio cuenta que encontró numerosos obstáculos para poder entrar en la universidad y empezar a conocer a los jóvenes que allí estudiaban. Cuando nació la idea de fundar una universidad del Regnum Christi, la actual Universidad Francisco de Vitoria, fue a ver a Javier Martínez,  entonces responsable de la pastoral universitaria y actual Obispo de Granada, quien le acogió, primero para empezar a trabajar con los jóvenes de ingeniería y más tarde le animó a seguir esa idea incipiente de fundar una universidad católica. “Yo pensaba que me iban a voler a cerrar la puerta pero Javier me dio un gran abrazo y rezamos juntos un padre nuestro. Ese abrazo de Javier me imprimió carácter, afectivo y espiritual (…), con el carisma de CL conozco mejor el mío, ya que no hay diferencia en el fondo, sino en los matices, que me han ayudado a profundizar en en el ideario de la UFV».

El Padre Florencio explicó que el carisma de CL le ha enseñado a llevar a Cristo a aquellos que ni siquiera se plantean la necesidad que tienen de Él. A despertar las preguntas fundamentales de todo ser humano porque “no se puede dar pan a quien no lo pide”. Y responder a una pregunta que no ha sido planteada genera resistencia. El P. Florencio tiene una gran conciencia de que la misión se juega en las aulas y no en las capillas. 

J.Carrascosa: “Si la fe no vale para la vida, se tira” 

Jesús Carrascosa (Carras) es uno de los primeros españoles, junto con José Miguel Oriol, que participó de Comunión y Liberación en España.

Para Carras, Giussani detectó de un modo privilegiado el problema de la división, es decir, que la fe que se transmitía en la Iglesia de aquel entonces no tenía que ver con la vida, y “lo que no vale para la vida se tira”. En ese esfuerzo de búsqueda de cada ser humano para despejar la “x” o incógnita vital (el sentido de su vida) el cristianismo trae la novedad: hay una flecha que baja: el sentido se ha revelado, Dios que ha entrado en la historia. Y si esto es verdad, “la fe tiene que ser totalizante”. Para Carras, esa es la diferencia fundamental. “Yo, después de haber estado 9 años en un colegio católico, un buen colegio, no me salvó la fe. Porque no tenía que ver con la vida».

El método de Giussani está en total consonancia con cómo se concibió desde un inicio el Seminario El Sentido Busca al Hombre, un seminario universitario sobre la razonabilidad del cristianismo que creó el P. Florencio antes de que surgiera la idea del Instituto Newman. 

Cuando Carras conoció a D. Giussani, se encontraba en una profunda crisis por la decepción que le provocaba el comunismo. Con el tiempo vio que era una ideología que busca cambiar el mundo, pero sin saber quién puede cambiar al ser humano. En aquel momento, él estaba buscando hacer una revista clandestina en Milán llamada “Liberación” y Giussani les ofreció casa y sustento, tanto a él como a su mujer. Esta acogida sin apenas saber quiénes eran le marcó profundamente y desde ahí empezó su camino de amistad con D. Giussani. «Mi mujer y yo enontramos una amistad distinta a las que teníamos nosotros».

Destacó algunos aspectos que le marcaron especialmente:

De Giussani aprendió que existe verdaderamente el acontecimiento máximo que determina todo lo demás, que es el único que puede llenar el corazón, la respuesta máxima para la razón y la libertad: la pretensión cristiana.  

Entendió que la señal del cristiano es esta: “si os amáis los unos a los otros” porque “en esto conocerán que sois discípulos míos” (Jn 13, 31-35). De hecho, tras una cena que compartió con Julián Carrón y Javier Martínez, constató que esa compañía que vive el acontecimiento es comunión y es liberación. Todos eran uno en Cristo porque “ya no hay eslavos ni libres, ni judíos ni griegos” (Gálatas 3, 28). Significaba que la comunión no la inventaban, sino que la reconocían y eso se convertía en liberación. “Esa amistad que yo vi no se podía dar así si no fuera porque Cristo estaba en medio”.

La importancia de la razón

¿Cómo se puede hablar del cristianismo a gente a la que no le interesa nada el cristianismo? El Padre Florencio entendió desde los inicios que “dar respuestas a cuestiones no planteadas solo provoca resistencia” haciendo énfasis en que lo primero de todo son las preguntas. 

Carras enfatizó en la importancia del uso de la razón para hacer un juicio sobre las cosas. “No basta con que se comparta la misma propuesta, sino que se debe conocer el método, el camino para llegar a la meta. Una propuesta que si es verdadera también se convierte en liberación”.  

Explicaba así que el cristianismo permite afrontar toda la realidad, cualquier realidad concreta y sacar lo que tiene de verdadero. “Si el cristianismo no es tolerante e inclusivo, no es católico. Estamos llamados a la catolicidad”.

Carras explicó que la libertad vive de la razón: con la razón conocemos, pero con la libertad decidimos para conquistar aquello que se siente como atractivo. Esto es lo específico del ser humano y esta dimensión de la razón hay que educarla porque está por medio el instinto y la parcialidad que no tiene en cuenta todos los factores en juego. Giussani educaba la razón porque sin ella  no se puede abrazar la fe.

El cristianismo se sigue preguntando cómo afrontar y discernir los nuevos tiempos y ha de hacerlo, a jucio del P. Florencio, cambiando las relaciones personales. Cuando se le  pregunta cómo el cristianismo se opone al poder,  contesta que “de ninguna manera, solo siendo el mismo». 

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