¿Tienes éxito en la vida?

Hace unos días falleció mi suegro. Lo hizo en paz, después de recibir sacramentos, besos y abrazos constantes durante los años que duró esa larga enfermedad llamada demencia. Estuve ahí, providencialmente, a los pies de la cama cuando expiró y cuando llegaron tres sanitarias del 112 a certificar su muerte. Lo hicieron con ejemplar profesionalidad y delicadeza exquisita. La doctora firmó la defunción. Escribió «exitus» en el informe, una recortada alocución latina que completa dice «exitus letalis» y que podríamos traducir como «salida hacia la muerte». Me conmovió el latinajo. Y pensándolo con calma en los días posteriores, lo hizo al menos por tres motivos que, en esos momentos de corazón sobresaltado, no supe aprehender en toda su belleza. 

El primero es el uso de nuestra lengua madre en un documento que sella la muerte. ¿Quién no desea ante un momento tal volver avivar su raíz, volver a casa? ¿Quién no desea que, sus muertos al menos, le estén esperando? El segundo es que, en efecto, la muerte (el morir, más bien) es una salida. Exitus, exit, como en la señalética de los aeropuertos. Una vida que sale, que despega, no tanto hacia «otra vida» sino hacia la plenificación de ésta. Más y mejor, de eso se trata. Y el tercer motivo tenía que ver, ahora lo sé, con un recurrente juego de palabras, con la raíz aludida: exitus, éxito. 

La cuestión decisiva es si a día de hoy, si hoy mismo sucediera lo inefable, tú que me lees y yo que te escribo, si cada uno de nosotros tendría éxito en su muerte. Esa pregunta que no solemos hacernos y que, sin embargo, es la respuesta que, a la gallega, uno debería hacerse cuando nos preguntan si estamos teniendo éxito en la vida.

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