Hace unas semanas me encontré por casualidad con un documental de dos influencers: María G. de Jaime y Tomás Páramo. Instagram plantea muchos desafíos y peligros, pero, a raíz de ver este video, pensé que esta red social también refleja algunos de los grandes anhelos del corazón humano y provoca preguntas para cada uno de nosotros.
Tener impacto: Cualquiera hoy puede tener una cuenta de Instagram y con mayor o menor suerte conseguir que algunas o muchas personas se interesen por sus publicaciones. Eso ilustra que todos, cada uno según sus posibilidades, somos un punto de referencia para otros. Conlleva una responsabilidad y también una gran oportunidad: tener impacto en la vida de los demás. La confianza es la piedra angular de la influencia. Cuando admiramos a alguien, intentamos conseguir para nosotros las cualidades que vemos en esa persona. Al final, para aprender necesitamos imitar, como los niños pequeños en sus primeros años de vida. Los modelos que elegimos para nuestras vidas dicen mucho de nuestras aspiraciones. Porque, ¿qué es lo que realmente buscamos adquirir?
Ser perfecto o ser humano: Ya es un discurso bastante aceptado que Instagram, con todos sus filtros, no refleja la realidad y nos ofrece una perfección inalcanzable. En este sentido, tengo que reconocer que siempre le he tenido bastante manía a muchas biografías de santos porque describen al santo como a un ángel que no pisa casi el suelo. Y me parecía bastante desesperante porque estaban totalmente fuera de mi alcance. Hasta que me regalaron una biografía de San Maximiliano Kolbe en la cual se describían tanto sus fallos como sus luchas y cómo, con todo ello, su vida era plena y digna de imitar. Ser vulnerable es una oportunidad para dar esperanza a los demás y no encerrarles en una visión idealista de la vida y de uno mismo. A pesar de las debilidades de todo tipo, es posible hacer algo bello de cada vida.
Conversión digital: En algún momento, cuando los protagonistas del documental hablaban con un responsable de marketing me sorprendió la palabra “conversión”. Claro que ahí se trataba de que el usuario compre lo que le enseña el influencer… Pero lo interesante aquí es que el objetivo final del propio instagramer no es apuntar hacía sí mismo sino hacia una dirección para que otros la tomen. La conversión es un “girarse hacia” gracias a otros que nos van indicando el camino. Desde esta perspectiva podríamos ensanchar el horizonte más allá de la estrategia de ventas preguntándonos ¿qué tipo de conversión quiero yo impulsar en los demás?