Miguel Osorio. OTRI UFV
El covid-19 me ha hecho sentirme muy cerca de algunas personas que nunca salían en las noticias porque no eran relevantes según el criterio de los medios de comunicación. Sé de muchos párrocos rurales que han hecho lo que les permitían las normas para apoyar a sus feligreses llegando a mostrar a Dios incluso desde un tejado de su Iglesia.
He visto como mujeres temerosas iban a limpiar las instalaciones de empresas, instituciones y hospitales jugándose literalmente su salud por darnos su servicio. He visto profesores saliendo de su zona de confort para adaptarse a la tecnología de enseñanza a distancia y poder dar lo mejor de sí a sus alumnos confinados. He visto a mi portero, fiel a sus vecinos, manteniéndose en sus tareas de guarda y mantenimiento del edificio donde vivo. He sabido del hijo de unos amigos que como médico está trabajando saltándosele las lágrimas por la falta de medios y la dureza de ver sufrir a tantas personas.
Vemos que hay policías y militares que nos defienden de la pandemia afanándose en tareas de seguridad, en el montaje de hospitales de campaña y, empleándose en una desinfección de residencias que, yo no me atrevería a hacer. Contemplo a mis hijos que siguen las tareas del colegio y la universidad con mayor atención que antes, porque en el fondo saben que ese es el servicio que les toca. Al contemplar todo lo anterior, no me cabe duda de que, ese servicio de todos es tan importante que, sin él, no podríamos vivir con esperanza en el ser humano. El servir, desde cada tarea y cada profesión, es lo importante y, nos hace mejores y tener esperanza en la humanidad.