Así fue el Ciclo Horizontes de Razón Abierta: Vidas que han encontrado el sentido

La segunda sesión del Ciclo Horizontes de Razón Abierta sobre diálogo interreligioso, celebrado el 13 de diciembre en la UFV, presentó las vidas de tres mujeres que han hecho un camino especial en la búsqueda del sentido. Una mujer de origen occidental que abraza el islam a través del sufismo, una mujer de origen hindú que elige el cristianismo y una mujer que cuestiona su circunstancia familiar tienen algo en común: las tres encuentran el sentido en lo concreto y real de sus vidas, y las tres demuestran la potencia de lo encontrado al ser capaces de cuestionar una cultura, un país o un aprendizaje familiar.

De izquierda a derecha, Ana Martínez, profesora de Humanidades UFV, Manjula Balakrishnan, católica india, José María Alejos, moderador del diálogo, y Mardía Herrero, musulmana sufí.

"Solo la sed nos alumbra"

Mardía Herrero leyó la poesía del escritor de la Generación del 36, Luis Rosales, quien en su obra «Nuevo Retablo de Navidad» escribió el verso «solo la sed nos alumbra», inspirando después el canto de la comunidad monástica ecuménica Taizé. Precisamente, su experiencia pasa por una sed que no la ha abandonado desde niña y en un Camino de Santiago le llevó a descubrir el amor que sostenía su vida. Su vocación desde entonces es ser testigo del sentido a través de la comunicación y esto ha permitido que su vida nunca se estrechara.

"Mamá, ¿Dios se acuerda de nosotros?"

Ana Martínez proviene de una familia sin tradición religiosa, pero considera que le aportó novedad en su búsqueda de sentido. Recuerda que siendo niña le preguntó a su madre si Dios se acordaba de ella, aunque su respuesta solo la llenó de más preguntas hasta la universidad: quería saber por qué tenía que estar contenta, por qué había mal en el mundo, por qué tenía tanto anhelo de felicidad en su corazón… Al observar la fe de otros tuvo una experiencia de sentido en «la belleza de un Dios que se hace niño mendigo del amor del mundo». Para ella pasó a ser tan real como el amor que sentía por su familia. Se rindió y las barreras se derribaron. El Dios cristiano con el que se relaciona en lo cotidiano le revela su dignidad de hija «preciosa y digna», le consuela, le da luz, le permite descansar de todo acto o mérito para atraer afectos. El sentido de su vida tiene que ver con dejarse amar y saber que el bien siempre vence.

"Salí de mi burbuja hindú y descubrí un amor incondicional"

Manjula Balakrishnan nació en Calcuta, India, un país donde conviven muchas religiones, pero sobre todo hinduismo, islam y cristianismo. Pertenece a una familia real que perdió sus privilegios tras la independencia de los ingleses y, aunque es matrilineal y tenía libertad para elegir religión, su vida estaba diseñada desde niña  para cumplir con una serie de obligaciones que marcaban sus pensamientos. Su sed de aprender la llevó a cuestionarse todo y empezó un recorrido interior hasta los 18 años cuando descubrió el amor incondicional de Dios. Salió de la India por la incomprensión y la presión social ante su estatus, su novio extranjero y su fe cristiana, pero su camino sigue siendo de descubrimiento de la verdad, de escucha y mirada abierta, y de testimonio de su experiencia en la búsqueda del sentido. 

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