Y tú, ¿qué es lo que celebras en Navidad?

He leído que las personas que padecen el “Síndrome Grinch” aborrecen la Navidad y todo lo relacionado con ella: cenas de empresa, felicitaciones, regalos, adornos, décimos de lotería, villancicos, calles iluminadas, reuniones familiares, aglomeraciones en los centros comerciales, compras de Reyes, atascos, comilonas, colas y kilos de más. Para escapar de todo ello, algunos eligen destinos exóticos a países en los que no existe el espíritu navideño (Marruecos, Emiratos Árabes), otros huyen de los reencuentros familiares en busca de sol, playa y hoteles “Only adults”. También es en estos días previos, cuando proliferan los consejos para “sobrevivir a la Navidad”, al estrés del consumismo, a los excesos y a las resacas, sobre todo emocionales y a la necesidad de pasarlo bien y aparentar felicidad casi por obligación, porque es lo que toca en estas fechas.

Ante esto, no puedo evitar preguntarme: en realidad, ¿qué celebramos en Navidad? Mejor dicho: ¿qué es lo que yo, Menchu, voy a celebrar esta Navidad?, ¿qué sentido tiene para mí poner el Nacimiento, las luces, o la carta a los Reyes Magos?, ¿es por los niños, por seguir la tradición familiar y honrar a los que ya no están? Intuyo que no, deseo que no, espero que no…

Tercer domingo de Adviento: Gaudete “estad alegres” es tiempo de espera y esperanza, porque ya viene Aquel que llena de significado auténtico mi Navidad. Intuyo que sin Él, todo lo demás desemboca, antes o después, en un absurdo sinsentido.

A veces, cuando me pesa la nostalgia por la falta de mis seres queridos, yo también soy un poco Grinch, pero eso no apaga mi anhelo profundo de celebrar esta Nochebuena y todas las que vengan, con el Niño Dios en brazos.

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