La cuestión existencial de la muerte ha centrado la temática del último Café Newman de este curso académico, que tuvo lugar el 27 de abril en la Universidad Francisco de Vitoria. Este asunto se puede abordar desde muchos puntos de vista, como ha señalado la profesora de Literatura, Victoria Hernández Ruiz, pero si se atiende a la frase del cartel “Te hago spoiler: te vas a morir” hay que tomar conciencia de que se trata de una gran certeza.
¿Quién entiende mucho de la muerte?
Con esta pregunta presentó la figura de los verdugos, presentes en las sociedades antiguas y actualmente en países donde la pena de muerte está en vigor. Junto a ellos, los enterradores son los últimos que quedan en los cementerios haciendo honor a las rimas de Becquet. También los médicos son profesionales que lidian con los últimos minutos de los pacientes: “He visto de cerca dramas familiares terribles, pero no quiero darle un cariz científico”. En el ámbito de la ficción y novelístico el tema es recurrente. Ahora bien, el experto en la muerte puede ser cualquiera: Victoria Hernández Ruiz, como filóloga, pero también cualquier universitario, por su mortalidad y finitud existencial, común a todos los seres humanos. En la Universidad se estudian todos los aspectos que atañen a la vida del hombre y este tema concreto se toca pocas veces, pero en el foro adecuado es un buen aliciente.
¿Qué pasa con la muerte?
En las antiguas danzas de la muerte los personajes eran esqueletos y siempre la han representado de forma alegórica con la guadaña y la capucha, segando vidas. En la Edad Media, las Coplas de Jorge Manrique hacen alusión a la muerte como la ministra de Dios. En cualquier red social se observan expertos en aspectos cotidianos: comida, deporte, cine, etc. Pero, “¿seguís a alguien en Instagram que hable de la muerte?”, preguntó irónicamente a los asistentes: “Solo se habla cuando llega o toca de cerca”. En Francia incluso no se usa la palabra morir, sino “se ha ido” o “ha desaparecido”, ya que el eufemismo puede resultar muy cómodo. Incluso a gente de avanzada edad el tema le rechina y prefiere que el asunto pase desapercibido. Se trata de saber por qué no se habla de esto: ¿por miedo, prudencia, desinterés? Se vive un momento histórico en el que las propias leyes la permiten, propician y animan en algunos momentos a participar del final de la vida sin hablar de la muerte.
La película de animación “Soul” de Pixar aborda la cuestión desde el inicio. El protagonista consigue, después de muchos años de intentarlo, un concierto como pianista en una sala seria de jazz, y es feliz porque va a tocar con una estrella del momento. Presa de esa emoción va esquivando los obstáculos que se le presentan hasta que cae en una alcantarilla. Lo interesante es que no acepta el trance, no quiere morir y echa a correr en sentido contrario. En su opinión, Pixar deja pasar una gran oportunidad para hablar más en serio de la muerte, pero sirve como aperitivo para introducir la cuestión del miedo cuando repite que no le venía nada bien ese momento de gran oportunidad profesional.
“No vivimos pensando en la muerte”, expresó Victoria Hernández, “pero si no somos conscientes del tesoro inmenso que es la vida y la pasamos esperando el fin de semana, el verano, acabar la carrera, casarnos, tener hijos, encontrar un trabajo…, no disfrutaremos de ese regalo y la muerte nos sorprenderá en el momento menos oportuno”. Es importante vivir pensando que hoy podría ser el último día.
Hace falta enfrentarse a la muerte con conciencia, ¿por qué es de mal gusto hablar de la muerte? La coordinadora de Humanidades se mostró convencida de que la muerte rompe el canon de la falsa felicidad en la que se intenta convencer de que vive la sociedad: “Puede que nos hayamos acostumbrado a ver la muerte en series o películas, pero se produce la paradoja de que se inserta de forma ajena en la propia vida y cuesta hablar de ella en primera persona”. Insistió en que es algo que no puede ocurrir si no es relación con la vida y esta es un regalo que hay que aprovechar.
Debate y coloquio
-Vivir como si fuera el último día puede llevar a extremismos: no estudio para el examen por si me muero. El presente condiciona el futuro. No puede ser premisa de estilo de vida.
No se refiere a vivir en el extremo del disfrute absoluto, contestó. Todo depende de la concepción que se tenga posterior a la muerte, de si hay una esperanza de vida eterna, porque así se vive preparado para lo que pueda ocurrir después. No hay que beberse la vida de golpe, ya que si hay una idea clara de la trascendencia se vive en consonancia con esa creencia.
-Creo que hay que hacer cada día lo mejor que se puede lo que corresponde a ese día.
-La gente no tiene miedo a morir, sino a no sentirse orgulloso de lo que ha hecho.
-Nadie quiere morir sufriendo, no sabemos si hay algo después, yo creo que es más el miedo a la incertidumbre que a la muerte en sí porque es un proceso natural. Hay que aceptar que para el resto de la humanidad ya no seré protagonista.
Si cada día se hace lo que corresponde de la mejor manera posible y de forma satisfactoria ese miedo se minimiza cada vez más con la edad, continuó Victoria. En la película Soul hay tres personas ancianas que llevaban tiempo esperando el momento, la incertidumbre es inversamente proporcional a la juventud y con la madurez se alivia el miedo, sostuvo.
-El miedo a la muerte no es propio, sino por la muerte de los seres queridos. El dolor está relacionado con el otro.
-La muerte hace que te preguntes: ¿Lo vivido ya no está? ¿Cómo se recoge la historia personal? ¿Desaparece?
Efectivamente, hay un recuerdo que uno deja de sí en esta tierra. Si los que quedan tienen amor es porque las obras han dejado ese amor, este es el concepto de la fama que había en la Edad Media. En la película de “Coco” se muestra la celebración del día de muertos de México y el terror es que no haya nadie en la tierra que recuerde a los protagonistas, “es un tema bonito porque el dolor de los que quedan se suple con la buena memoria”, respondió.
Por su parte, el Padre Florencio LC añadió que “una de las grandes preguntas que suscita la muerte es sobre Dios, es decir, si Él puede hacer algo con el miedo, con la muerte propia, con el fallecimiento del ser querido”. El problema es tratar la muerte como un tema y no como algo más importante ante lo que hay casi que callar: “Es algo que me va a pasar a mí o a otros, entonces ¿qué tiene que ver Dios con esto? No es para vivir con pavor, sino para comprender cómo tengo que vivir, ya que si tiene que ver con uno mismo no es fácil decir que Cristo ha resucitado y seguir igual”, matizó.
-El dolor por la muerte de otro viene por su desaparición y porque no se puede continuar compartiendo experiencias, no sufres por la muerte sino por la pérdida.
-San Francisco de Asís habló de la “hermana muerte”, puede ser vista como el pago del pecado original, pero a partir de Cristo permite alcanzar una plenitud que no hubiéramos podido soñar, si no existiera seríamos muy infelices.
-Hay veces que la muerte alivia, no tiene un sentido negativo.
La coordinadora de Humanidades y profesora de Literatura concluyó la exposición del Café Newman enfatizando que el dolor que queda por la ausencia de un sostén familiar es tremendo y en esto es crucial la fe. “¿Si Dios existe qué papel juega en la pérdida de mi madre con 13 años?”, confesó cuando finalizaba el evento: “Hay que ser serios con un asunto que nos envuelve a todos”.