Rafael Álvarez, El Brujo: “Las grandes obras siempre giran en torno al significado de la vida”

El famoso dramaturgo Rafael Álvarez, más conocido como «El Brujo», ha participado en una tertulia organizada por el Máster de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria  en colaboración con el Instituto Newman el pasado 19 de mayo, en compañía del periodista El Debate, Ricardo Franco, y la coordinadora del Grado en Humanidades, Victoria Hernández Ruiz.

De camino a la universidad, Rafael Álvarez venía rebuscando algún texto del cardenal Newman, por aquello de que daba nombre al Instituto que le estaba invitando a dar una charla. Y vio que en el libro Apología Pro Vita Sua se interesaba mucho por la vida de Eusebio de Cesarea, quien lloraba por su miserable vida cuando se dejó alcanzar por la luz: “Esto es lo que le ha pasado a mucha gente, la necesidad de conectar con su verdadero ser”. 

Lo único que le ha motivado a acudir a la cita, pues ya apenas concede entrevistas públicas, ha sido el hecho de preguntarse si lo que iba a decir podía animar a alguien a «resistir al engaño» y a esperar mientras duren las crisis vitales: “Espera un poco más que ocurra un milagro, que a mí me ocurrió”. 

Así lo cuenta Ricardo Franco en este fragmento de su artículo escrito para El Debate: 

Ayer estuvo entre nosotros sin más maquillaje ni atrezzo que el del hombre normal, comprensivo, cercano, igual que todos los hombres que descubren a través de la leve luz del velo de la realidad, que dentro de la apariencia se asoma otro mundo y otra presencia que llama, que susurra, que lanza guijarros a los pies de los caminantes para llamar su atención.
Ayer estuvo entre nosotros como ese Lazarillo de Tormes redivivo, tal vez resucitado como aquel otro Lázaro de Betania, que esperaba un signo entre los mundos del sueño y de la muerte; entre el mundo de nuestros dioses y el mundo luminoso de Dios.
 
«Yo sólo quiero decir», –y dijo, entre muchas otras cosas– que «este es el camino necesario para atravesar la turbulencia que está pasando el mundo: meditación y oración». Meditación y oración –repetía– preocupado por si «hay alguien que esté pasando una crisis, que resista; que resista. A lo mejor, si esperas un minuto más, se produce el milagro. Porque la escena es tan grande como el brillo de las estrellas; y hay otra Vida que se puede soñara la que se puede despertar». Y el milagro de la vida, de la voz y la palabra se produjo; y se derramaba por sus ojos como por un ensalmo de compañía afectuosa.
 

Tras una crisis existencial en la que notaba cómo su vida se desvanecía y dejaba de interesarle cualquier evento anterior, se dio cuenta de que tenía que preguntar, vivir, saber o tratar de realizar lo divino, y que en eso consistía la verdadera experiencia de la vida. Si no, entiende que mucha gente se suicide llegado ese momento de apatía porque está convencido de que solo se puede salir de ahí si se busca una auténtica conversión en el sentido clásico de la metanoia

En la proposición de superar la nostalgia del pasado ve la necesidad de adaptarse. Y por eso propone la meditación y el humanismo como camino para atravesar las turbulencias de la vida. Otra cosa que trata de hacer es no enfocarse en lo negativo, lo considera una pérdida de tiempo y energía, y cuando lo practica en serio nota cómo aumenta su energía física y psíquica. 

Su mote define bien su ideosincrasia. Un amigo del colegio se lo puso por travieso y a él le pareció bien colgarse el apelativo desde el día en que participó en su primera obra de teatro, pensando que su nombre no destacaba con el protagonismo debido: “La vida también tiene algo de bruja, nada por aquí, nada por allá, ahora sí eres feliz, ahora no entiendes nada”. 

La búsqueda de sentido en el arte 

El descubrimiento esencial de su vida ha sido comprender que las grandes obras de arte siempre van en torno al tema de qué hacemos aquí y cuál es el significado de la vida: 

· El Quijote funciona como un gran exponente de la cuestión última, ya que el hecho de que el protagonista esté loco encubre que detrás hay un gran buscador intelectual a través de la acción, como fue Cervantes, quien murió con el hábito franciscano.  

· A Shakespeare le concibe como el icono por excelencia de misticismo y espiritualidad. 

· La vida de Francisco de Asís contada por  Darío Fo y basada en leyendas campesinas tradicionales le parecen tebeos juglarescos que le conectan con su vocación: hacer reír en los pueblos contando historias de héroes.  

· La voz y la palabra fueron el poder de Valle Inclán que actúan como espejos mágicos evocando todas las palabras del mundo, conectando lo viejo con lo nuevo, pero enraizado en lo anterior, como cuando en “El esperpento” relee el clasicismo y lo transforma. Pero también tienen fuerza los objetos: en su obra El Lazarillo el objeto de la bota es un símbolo que hace presente el hambre del Lazarillo y actualiza la emoción de lo simbolizado. 

· El letrero que vio Vicente Ferrer en una cárcel de India (“Espera un milagro”) fue la señal para entender que el ser humano no está solo en esta vida. Cuenta que una vez en Barcelona, en una obra en la que no daba con el personaje, paseando por la playa pidió ayuda y acabó dando un puntapié a una piedra que tenía una muesca en forma de máscara. Fue cuando supo “este es el personaje”. El día del estreno en una escena hizo el gesto de la piedra y el teatro se electrizó. Y lo más importante que aprendió fue que, aunque muchas creencias sean como ese guijarro, a medida que evoluciona la fe se van necesitando menos: “El ser es diálogo y no prejuicios, hace falta discernimiento espiritual que despierte lo que ya se lleva dentro”.  

· Esquilo, siguiendo el pensamiento de Niestzsche, trató en clave de humor la tragedia como una celebración de la existencia. El Brujo recalca que lo más importante es lo que hay detrás de esta puesta en escena: “A eso hemos venido, a descifrarlo, aquí hay una felicidad de primera regional, pero no de la Champion”. 

· El teólogo artista León Dufour, quien explica el evangelio de Juan, decía que por el humo se sabe del fuego y, análogamente, de Dios se sabe por los que lo viven, porque “hay gente cuya vida está cantándole”. Los grandes maestros de la vida invitan a descubrir una mirada intuitiva que va más allá de lo que se ve. 

· Cuando Hamlet sube a la torre y encuentra el fantasma de su padre, baja y ya no le interesa nada. Esta es la experiencia que ha tenido el Brujo cuando su conciencia ha despertado tras una experiencia importante, y la política y el deporte le parecen ya cosas banales. Aunque de los milagros que ha experimentado siempre ha habido una parte con la que he tenido que debatir por volver a pensar que eran casualidad. 

· La poesía del místico Juan de la Cruz le parece de un atrevimiento impresionante cuando escribe: “Mira que la pena de amor no se cura, sino con la presencia y la figura”. Con una sencilla petición solicita la rendición de un ser todopoderoso como si el amor fuera su única debilidad. 

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