¿Qué hay de falso en todo esto?

El día que me topé con Thomas Merton ya no tiene vuelta atrás. Ese hombre dice unas cosas que han puesto patas arriba todos mis esquemas de pensamiento, mis emociones y sentimientos, mis voluntades más íntimas y ¿para qué? Para darme cuenta de que al final tenía razón quien dijo que había que negarse a uno mismo para ser feliz. Pero ¿vaciarse?, ¿identificar lo que hay de egoísta en cada decisión libre y autosuficiente?, ¿sentirse mendigo ante tanto sentimiento oscuro del alma? ¡Y qué voy a hacer yo si me parezco tanto al que estira la mano para pedir un bocado en buen estado! Reprimirme solo oscurece los dones que tengo, la alegría, el motor de la verdad, que necesita más gasolina de lo real y menos frustración.

Llenarme de mis propias ilusiones suicidas sin base alguna en las cosas que me pasan cada día solo me hace huir y escapar a un mundo vacío donde jamás podré saber quién soy. ¡Oh, deseo! ¡Oh, ilusión! Que es en la realidad donde se te revela el sentido, mientras tú te revuelcas en el barro de los pensamientos futuros que solo te causan ansiedad y desasosiego. Déjalo en otras manos, abandona ya esta guerra infructuosa contra el falso yo exterior, mira la patética solemnidad que te rindes, vacíate de tu egoísmo y vive sin miedo la vida maravillosa que se te da. Gracias Merton, sin ti sería más difícil.

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