Siempre me cuesta encontrar una foto para los perfiles profesionales. Primero porque no soy muy de hacer fotos y segundo porque soy cero fotogénica. Pero lo curioso es que también les pasa a mis alumnos.
Cuando al principio del curso les pido poner una foto en el portal universitario, algunos me contestan: “es que no tengo fotos mías”. Los miro y les digo, ¿de verdad que no tienes Instagram? Y viene la contestación, “bueno tengo fotos pero ninguna que esté bien…” Y no sólo ellos no están satisfechos con la realidad de su propia cara, los más mayores también. Seguro que os ha pasado más de una vez conocer a alguien en la vida real y pensar, “está mucho peor que en su foto de LinkedIn/ Outlook/ etc.”.
Hoy, en la hora de la postverdad digital, nos molesta cada vez más dar la cara, hasta en la foto de perfil. Y de allí mi segunda pregunta: ¿cómo nos prevenimos en contra de la logomaquia?
Vale, muchos os preguntaréis, y ¿eso qué es? Pues una palabra culta que no conocía y que me encontré buscando un sinónimo a la expresión “lengua de madera”, muy utilizada en Francia. Define el “arte” de hablar mucho para no decir nada. Y porque os cuento esto, pues porque cada vez más nos invade el “storytelling” y lo políticamente correcto. Cada vez más, online y offline, nos da miedo nombrar las cosas por su nombre. Es todo un reto ya hablar de verdad y utilizamos metáforas e imágenes floridas para contornear lo que realmente queremos decir ¿Qué solución existe? Para mí, creo que volver a la llamada sencilla, pero no fácil, de “que vuestro sí sea un sí y vuestro no un no.”