Me impresiona la facilidad y la efectividad con las que la ficción presenta sencillamente aspectos complejos de la vida. Últimamente he visto repetida en varias películas y series la misma idea subyacente: 1) nuestro mundo personal se estructura a partir de unos elementos esenciales que, cuando faltan, deben ser sustituidos; 2) si el reemplazo no se produce la vida se para o es insoportable; 3) el sujeto puede elegir los sustitutos de los elementos esenciales ausentes, pero no dichos elementos ni cuáles son sus funciones en su vida.
Esta intuición aparece por doquier en la ficción, compruébenlo; está presente hasta en las películas más “infantiles” que se puedan imaginar, como, por ejemplo, en Big Hero 6 (Hall & Williams, 2014), cinta de Disney que este año 2024 cumple el décimo aniversario de su estreno.
El protagonista del filme es el joven Hiro Hamada, que comparte la misma pasión por la tecnología que su hermano mayor, Tadashi. Ambos, huérfanos (primer indicio de ausencia), viven con su tía Cass, quien seguramente ha cumplido el rol parental en la vida de estos hermanos (primera sustitución).
Tadashi es estudiante del Instituto de Tecnología de San Fransokyo, donde ha culminado un proyecto médico muy novedoso: Baymax, un robot sanitario antropomórfico. El tipo de relación entre los Hamada indica que Tadashi es algo más que un hermano para Hiro: parece cumplir funciones protectoras propias de los padres, pero también es un modelo vital para Hiro (segunda sustitución).
El relato presenta un punto de inflexión cuando Tadashi pierde la vida en un incendio intentando salvar a otra persona. La desaparición de su hermano (segunda ausencia) sume a Hiro en un parón existencial del que no sale hasta que el robot Baymax se activa “accidentalmente” cuando sus sensores captan el dolor del joven. A partir de ese momento, la trama avanza gracias a que Baymax, en la práctica, parece cumplir funciones semejantes a las de Tadashi con respecto a Hiro (tercera sustitución). El robot médico funciona como una suerte de vicario entre el arquetipo vital de Tadashi y su hermano pequeño. Un signo muy elocuente de esto es que en el “corazón” de Baymax hay inserta una tarjeta de memoria en la que se lee claramente “Tadashi”.
Si profundizásemos en el análisis audiovisual de Big Hero 6 veríamos que multitud de marcas enunciativas indican que el mundo personal del protagonista, Hiro Hamada, es inviable sin la presencia real y operante de alguien que cumpla la función de modelo ejemplar o arquetipo.
Baymax funciona, no solo como un sustituto del mayor de los Hamada, sino también como un mediador entre Hiro y el arquetipo de Tadashi. Gracias a esta sustitución de mediación, al final de la historia Hiro es capaz de encarnar ese mismo esquema de existencia de su hermano y, con ello, alcanza un nivel mayor de madurez.
¿Y si esto fuera cierto? Es decir, ¿y si la existencia humana viable dependiese de la presencia real y operante de unas estructuras fundamentales y de unas figuras rectoras o moldes vitales? La idea es muy provocadora, pone en crisis la tan cacareada autonomía personal y nos hace preguntarnos qué es exactamente eso del “sujeto emancipado”.
¿No será cierto que, más allá de toda circunstancia histórica y cultural, la vida humana digna no se da auténticamente sin el concurso de unos “elementos esenciales” en nuestro torno que cumplan funciones existenciales muy específicas en relación con nosotros mismos?