Perdido en mi habitación sin saber qué hacer

Eduardo Navarro Ramis

Hay muchas películas donde el marco temporal o espacial es reducido, a veces claustrofóbico. La acción queda confinada al breve espacio de una habitación, una isla de la que no se puede salir, un tiempo que se repite, las propias limitaciones del cuerpo, etc.

Sin ánimo de ser exhaustivos, pueden acudir a la mente títulos como:

  • Clásicos como Arsénico por compasión (1944), La soga (1948), 12 hombres sin piedad (1957), Ordet (1955), La reina de África (1951), La ventana indiscreta (1954), Sola en la oscuridad (1967), El apartamento (1960).
  • O cintas más recientes como El show de Truman (1998), Espacio interior (2012), Un dios salvaje (2011), La escafandra y la mariposa (2007), Intocables (2011), El nombre (2012), Dogville (2003), #Stuck (2014), La habitación (2015), La habitación del pánico (2002), The sunset limited (2011), Margin Call (2011), En tierra de nadie (2001), La vida de Pi (2012), Hacia rutas salvajes (2007), De dioses y hombres (2010), El gran silencio (2005).
  • También cine español como La cabina (1972), El ángel exterminador (1962), La plataforma (2019), La habitación de Fermat (2007), Stockholm (2013), 7 años (2016), El método (2005), Perfectos desconocidos (2017).
  • A veces el confinamiento no es espacial, sino temporal: 50 primeras citas (2004), La jetée (1962), Código fuente (2011), Looper (2012), Al filo del mañana (2014), Regreso al futuro (1985, 1989 y 1990), El efecto mariposa (2004, Atrapado en el tiempo (1993).
  • Naturalmente, las ambientadas en el espacio, como Alien (1979), Gravity (2013), Moon (2009), Apolo XIII (1995), Solaris (1972 y 2002), Marte (2015).
  • O películas sobre casas encantadas como El resplandor (1980), Poltergeist (1982) o Los otros (2001), y otras de misterio y terror como Un lugar tranquilo (2018), La huella (1972), El juego de la sospecha (Cluedo) (1985), Buried (2010), Cube (1997), Psicosis (1960), Saw (2004).
  • O de acción y aventuras, por tierra, mar y aire (los diversos medios de transporte dan mucho juego): Náufragos (1944), La caza del Octubre Rojo (1990), El submarino (1981), Kursk (2018), Abyss (1989), Marea roja (1995), Titanic (1997), Master and Commander (2003), La tormenta perfecta (2000), El acorazado Potemkin (1925), Capitanes intrépidos (1937), Náufrago (2000), ¡Viven! (1993), Última llamada (2002), Jungla de cristal (1988), 127 horas (2010), Decisión crítica (1996), Speed (1994), Air Force One (1997), Plan de vuelo: desaparecida (2005), The Aeronauts (2019), Asesinato en el Orient Express (1974 y 2017), Rompenieves (2013).
  • Y, por supuesto, muchos dramas carcelarios, entre otros El imperio del sol (1987), Cadena perpetua (1994), Invictus (2009), La vida es bella (1997), Vida oculta (2019) o La leyenda del indomable (1967).

Seguro que la lista se puede ampliar mucho más, pero a la vista de estos títulos podemos extraer algunas conclusiones:

Que el talento no puede ser encerrado entre cuatro paredes o un periodo de tiempo, por corto o repetitivo que sea. El genio humano emerge con toda su densidad para mostrar lo más elevado o adentrarse en las profundidades más inquietantes. A pesar de estas reducidas coordenadas cabe el misterio de lo humano que el cine plasma especularmente en toda su profundidad.

Incluso en historias donde sucede justo lo contrario y el arco espacial y temporal se ensancha, al final descubrimos que el auténtico escenario de los grandes conflictos humanos, el lugar donde se libran las grandes batallas, reside en el único lugar del que no podemos escapar y al que volvemos cada día: nuestro interior, el corazón de cada uno.

Y aplicado a nuestra vida en estas situaciones excepcionales:

Seguimos siendo los mismos y, de hecho, tenemos más tiempo para estar «con nosotros mismos». La forja de los héroes es la vida cotidiana, con todas sus limitaciones y dificultades humanas donde, por encima de todas, aparece la de relacionarse con el otro. Ahora podemos aprovechar y descubrir el poder de los vínculos y recuperar esta dimensión heroica de lo cotidiano y doméstico, que no se comprende de forma inmediata porque no suele coincidir con lo que solemos identificar como actos valerosos.

A pesar de las limitaciones, la vida no está en pausa, no se ha detenido, esto también es nuestra vida. Cada día se nos presenta como ámbito de libertad donde podemos optar por todo lo bueno y bello, que se nos sigue ofreciendo. Tenemos todo lo que necesitamos y podemos recibir una luz que, misteriosamente, puede abrirse paso precisamente a través de estas circunstancias. La oscuridad nunca es total, hay una grieta en todo y así es como entra la luz. Nos toca descubrirla.

Hay un posible aprendizaje en todo. Quizá estos días nos ayuden a ser más conscientes de lo verdaderamente importante. Por ejemplo, recuperar un modo más humano de vivir el tiempo. El tiempo del reloj siempre es el mismo, pero nuestra vivencia de él depende de nosotros. Puede que estas circunstancias nos enseñen, por contraste, lo poco humano de cómo lo vivimos habitualmente. Y, por encima de todo, lo que de verdad rompe la monotonía del tiempo es el amor. Y para amar siempre hay tiempo.

En Atrapado en el tiempo (1993), Phil (Bill Murray) es un periodista meteorológico de una cadena de televisión. Como cada año, acude a la pequeña localidad de Punxstawnwey para cubrir la información del festival del Día de la Marmota. En el viaje de regreso, Phil y su equipo se ven sorprendidos por una tormenta que los obliga a regresar. A la mañana siguiente, al despertarse, comprueba atónito que comienza otra vez el Día de la Marmota que se repite en bucle. Prueba todo lo que se le ocurre para escapar per es inútil. Solo cuando prueba a ocuparse de sí mismo en cosas que le hacen crecer (aprender idiomas, tocar el piano) y a conocer y cuidar mejor de los demás descubre que, aunque el día se repita, puede hacerlo distinto.

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