Jubilados anticipados de la búsqueda de sentido
Almudena Collado
Instituto John Henry Newman
Libres es una película que va contigo y conmigo, no con el monje que reza y camina solo por un paraje al que únicamente vamos de vacaciones una vez al año escapando del agitado mundo en que vivimos. Pero que a ninguno de esos monjes se le ocurra decir “tú también puedes ser libre en la estación de Sol de la Gran Vía de Madrid”, porque entonces nos hará revolvernos en el asiento que hasta entonces nos parecía tan cómodo. ¿Qué pasa con la libertad humana? ¿No está ahí afuera? ¿Es que pueden los límites perfeccionarla? La exigencia, el victimismo, la culpabilidad, el activismo son heridas, las nuestras, que muchas veces desdibujan la sabiduría de quien pensó la libertad sin matices.
Libres es una película contra el miedo, contra los ataques de pánico de nuestros seres queridos por tanto dolor, contra la depresión y el desánimo, contra todo el sufrimiento que se quiera del mundo en que vivimos. Porque esa mujer con cáncer que sale riéndose, ese hombre que se siente inmensamente agradecido por saberse perdonado de su anterior vida satánica, ese joven que no encuentra atractivo mayor en el dinero de su familia que en orar en una celda, esos que efectivamente parecen a nuestros ojos “jubilados anticipados” y que observamos desde la distancia entre rejas de conventos y monasterios con cierta lástima o escepticismo… se han preguntado en algún momento de sus vidas ¿para qué?, y han sido consecuentes, auténticos, honestos. Sin esta pregunta seremos nosotros los que corremos el riesgo de jubilarnos anticipadamente.
Libres es una película que habla de la propia vocación, la que nos hace libres cuando es verdadera, la tarea que hay que descubrir a partir de los dones que nos han sido dados. Por eso, la vocación del que vive la soledad sintiéndose acompañado, de la que limpia los baños y el claustro, del que oye la voz de Dios cuando se calla, del que lleva la comida al enfermo de su comunidad, del que descansa en paz cuando confía, del que abunda en esperanza por llegar a la casa del Padre tras su muerte, reivindica lo que somos y deja en un paréntesis lo que hacemos. Libres se asoma, gracias a la belleza fotográfica del cine, a la verdadera identidad del ser humano que le hace libre. ¿Quién eres?
Despejada reclusión
Aarón Cadarso
Instituto John Henry Newman
Libres es un profundo testimonio personal sobre aquellos que viven su fe desde adentro. Allí, donde pocos conviven con nuestras limitaciones más terrenales, en el arduo, aunque radiante misterio del silencio de Dios. Ese silencio que no es sino la cíclica pero sensible melodía que la naturaleza ejecuta a través del viento, los pájaros, la luz del alba en el rocío, en el vaivén de las gallinas en el corral, en el tenaz polvo de cada estancia del convento o en el pausado progreso del huerto, que florece con amor en tierras de aquellos que desde ese silencio corresponden con paciencia y amor al milagro del acercamiento casual de entender la naturaleza como una analogía de la propia creación, rebosante de belleza y verdad.
La aparente sencillez de muchos de los testimonios descubre en realidad el genuino discernimiento ante el sufrimiento humano que revela que en esta vida no dejamos de morir hasta nuestro nacimiento; nacemos aquí para volver a nacer en el final, un parto vital que dura toda una vida de alumbramiento. Los testigos de esa elección vital son hitos, un vestigio de la llama viva que prende y perdura por aquellos que vivimos en el mundanal ruido. Si el testimonio de amor que se vive dentro se replicara fuera, el mundo no solo sería un lugar mejor, sino un mundo donde el amor sería siempre correspondido, libremente, entre todos.