Las chicas de la Cruz Roja

Una tarde de sábado en el centro de Madrid, a pocos metros del velatorio de Concha Velasco, me encontraba reflexionando sobre la vida y la muerte.

Cuidaba de mi madre, Margarita, que a sus 86 años veía con ella la película “Las chicas de la Cruz Roja”. Al verla, comentó: “Era hermoso buscar ayuda para los demás, esto yo lo he vivido”. Sus palabras me hicieron pensar en cómo la ayuda prestada ha marcado mi vida. No se trata solo de donativos, sino de cómo me he donado a los demás, de las veces que he brindado auxilio y de las ocasiones en que me han auxiliado.

Agradezco a mi madre por tantos momentos en los que se ha entregado. Cuando el dolor abrumaba mi corazón, ella estuvo y está allí para darme auxilio.

Me impresiona cómo nuestras madres, con sus historias únicas de entrega, son ejemplo para todos. La vida está llena de momentos para implicarse activamente, porque, en definitiva, la vida da mucho juego. ¡Juguemos!

Anhelo llegar al final de mi vida, cuando Él decida que es el momento, con la alegría de haberme entregado, siendo una chica yeyé llena de ritmo en el donarme.

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