La conversación más importante

Es mucho más importante lo que nos decimos a nosotros mismos que lo que nos dicen otros.

Al empezar cada clase, cada curso, pensamos qué es aquello que podemos decir que resulte revelador, impactante, significativo, transformador para los alumnos. Esa conversación, ese mensaje que no se olvide y ayude a despertar y a tomar mejores decisiones.

¿Qué superpoder querrías tener? Preguntaba a mis hijos en un viaje largo de coche para abrir conversación. Invisibilidad dijo uno. Volar dijo otro. Yo querría poder escuchar selectivamente lo que piensa la gente. Mis alumnos cuando me escuchan, o no. Mis hijos cuando les cuento cosas que me parecen importantes, mis amigos, los que no lo son, mis clientes.

¿Qué se dice Nadal durante las 4 horas que dura un partido? ¿Al fallar o ganar cada punto, en cada saque, en cada situación delicada del marcador? ¿Qué se dice su contrincante? Probablemente parte del triunfo depende de la diferencia del diálogo interior de ambos. No tanto lo que le dijo su entrenador, o al alumno su maestro o mentor, o al hijo su padre, sino lo que uno se dice a sí mismo. Si llevas dentro a un saboteador y juez implacable, un Pepito grillo laxo, o un animador que se quiere bien y se sabe exigir y perdonar.

Los periodistas preguntan a los deportistas tras ganar sus medallas ¿Qué sientes? ¿Hay pregunta más insustancial? Felicidad, orgullo, incredulidad. ¿Qué más da? Lo verdaderamente apasionante sería escuchar qué pensó durante la competición y qué se dijo durante esa montaña rusa que le ayudó a llegar donde llegó.

Poco importa lo que pienses y digas puntualmente como padre, maestro o amigo, si quien lo escucha tiene una voz interior que le habla mal y no le ayuda a progresar.
¿Preguntas alguna vez por la voz interior?

¿TE HA GUSTADO? COMPÁRTELO: