Tuve la suerte de acompañar a los alumnos de 3º de Medicina en un viaje a Alemania, centrado en la medicina nazi. Un estupendo viaje, muy bien organizado en todos los sentidos. El primer día se estudian los orígenes, y entre ellos se descubren ciertas formas de pensar y valorar la realidad que fueron necesarias para que apareciera tal horrible fenómeno. Me quedé sorprendido de que muchos de esos pensamientos, hoy por hoy, no solo se consideran válidos, sino que, directamente, parece que se fomentan. Esta pregunta me acompañó en las otras visitas de los días siguientes: ¿Cuáles eran los valores del nazismo? ¿Cómo argumentaban? El ser humano puede hacer cualquier cosa excepto contradecirse a sí mismo, por lo que es necesario encontrar alguna argumentación. Podemos cometer barbaridades, pero no podemos contradecirnos interiormente. Curiosa condición del ser humano.
Los argumentos, pensamientos y valoraciones del nazismo eran del estilo de: buscar la perfección, valorar la fortaleza, la utilidad, ser pragmáticos, hacer cosas grandes, evitar las debilidades, cumplir cada uno con su labor, descansar en las normas comunes, diferenciar lo objetivo y pragmático de lo personal, tomar decisiones imparciales sin atender a la singularidad de cada uno, no atacar al bueno, sino al malo que nos ataca, etcétera. Todo esto, hoy en día, es valorado, pensado y querido en muchos ámbitos.
Pensé: Si hoy no surge el nazismo, no es porque se piense de manera distinta, sino porque hay un montón de coyunturas que no se dan. Solo es cuestión de tiempo que los ciclos coyunturales se repitan.
Algunos dicen que pensar de esa forma no lleva al nazismo porque también se tienen otros pensamientos. Pero la persona no es un saco de pensamientos. No se trata de pensar, valorar o querer la utilidad, pero también pensar, valorar y querer la generosidad. Si lo hacemos así, seremos un saco de pensamientos en el que, ante ciertas coyunturas, ganarán los pensamientos del nazismo.
Un chiste contaba que, a la entrada del cielo, a los que llegaban les daban a elegir entre un billete y la Biblia. A quien elegía el billete lo mandaban al infierno; a los de la Biblia, al cielo. Pero hubo un espabilado que usó el billete como marcador en la Biblia. También hoy en día hay quienes saben compatibilizar toda forma de pensar con buenos argumentos.
Podríamos preguntarnos: ¿Descubres en ti pensamientos nazis?