El Papa ha muerto y es buen momento para pensar a fondo y con rigor las grandes afirmaciones que hacemos sobre todas las realidades, y también sobre la fe.
Los medios de comunicación y las barras de bar se han llenado de lugares comunes, de tópicos, de crítica política y de análisis social sobre la figura de Francisco. Y esto indica una primera evidencia que debemos saber transitar los que no somos de este mundo pero aquí que nos toca brear. Y habrá que saber conjugar el espíritu y la quiniela para saber vivir y para aprender a comunicarnos.
La segunda evidencia es que efectivamente en la Iglesia Católica se quiere al Papa que venga y el proceso de selección del personal dista mucho del que hace una multinacional ¿Viva la institución, pues? o ¿viva la autoridad que le dio el Resucitado al primer Pedro y los que vengan? Si es esto último, estamos obligados a comprender que significa esta sucesión y el camino que une la autoridad con la libertad. Es aquí donde radican tantas cuestiones que estos días se tratan.
Por eso este tiempo es tan interesante y la universidad tiene una misión en ello: buscar la verdad de la historia, comprenderla y enseñarla. La realidad nos apremia.