La directora del grado de CAFYD, Nuria Mendoza, y el profesor de Humanidades, Antonio Sastre, acompañan al presentador Guillermo Vila y director de Alumni, Gonzalo Barriga. El objetivo es mirar el ocio como un regalo desde donde uno decide lo que quiere ser. Muchas veces se oye “somos lo que comemos” y quizá también haya algo de eso en lo que hacemos. El profesor Antonio Sastre considera que el tiempo de ocio es más honesto por situarse al margen de plazos y obligaciones: “Es cuando se manifiesta cómo es la persona en toda su amplitud”. Nuria Mendoza matiza que el hecho de ir a un centro deportivo o estar al aire libre en el tiempo de descanso también dice mucho de quién es esa persona.

Por tanto, se presenta el ocio como un tiempo libre en el que cada uno decide lo que quiere hacer. Ante esto, Antonio Sastre advierte la disgregación que puede darse frente al tiempo de trabajo. Gonzalo Barriga lo concreta cuando se hace del ocio un negocio, generando un estrés mayor, llevando al tiempo de descanso la misma manera de vivir del tiempo de trabajo. Así, parece que hay que aprovecharlo y exprimirlo al máximo, llenando el día libre de actividades y planes en bucle. No era así en la antigüedad clásica cuando el tiempo de vida más importante era el que se dedicaba a la verdad, la belleza, el estudio…, y no a satisfacer las meras necesidades de supervivencia. Como comenta Nuria Mendoza es el problema al que se enfrentan los amantes de cualquier deporte cuando hacen de él un negocio.

Entonces ¿qué pasa cuando la vida empieza con las vacaciones? A juicio de Antonio Sastre, la cuestión es cómo se ve la vida en su conjunto, porque el periodo de trabajo no puede desintegrarse de ese todo: “Una clave puede ser ir al tiempo de ocio sin buscar compensar la frustración del tiempo de trabajo, para encontrarse con uno mismo y saber quiénes somos”.

La necesidad de alimentar el espíritu es común a todos. Y el deporte es una forma de beneficiar todas esas dimensiones del hombre: a nivel psicológico, físico y social. Nuria Mendoza asegura que jugar un simple partido de fútbol con amigos repercute mucho más en la salud mental que hacer una serie de ejercicios de fuerza sin más. Está convencida de que una reflexión más profunda de la naturaleza en medio del ejercicio físico completaría la experiencia de salud global. Mejoran las conexiones neuronales y al volver a estudiar la sensación de descanso es mayor.

Ciertamente, hay un peligro de entender las vacaciones como un espacio para el activismo desenfrenado, una carrera alocada contra el reloj. Antonio Sastre aconseja descubrir las cosas que tienen valor en sí mismas y rescata la diferencia que tenían los griegos entre el tiempo cronológico y el tiempo que fluye con potencial para la sorpresa: “Es preciso buscar algo que dé sentido a la existencia durante todo el año”. En este sentido, Nuria Mendoza se percata de la dificultad de sentirse bien sin hacer nada y se preguntan: ¿Hacemos las cosas para olvidar que no sabemos a dónde estamos yendo?

Ante la propuesta de Gonzalo Barriga de lanzar algunos consejos prácticos para emplear bien el tiempo en el verano, el profesor de Humanidades remite a un antiguo relato en el que el dinero que a cierto hombre le regalaban cada día se convertía después en minutos: “Cada minuto hay que emplearlo en algo valioso porque pasa y no vuelve, tiene un valor infinito, es único”. Y la directora de CAFYD apuesta por la felicidad de disfrutar de ese tiempo de ocio con las personas queridas. 

En resumen, el podcast va de la unidad, de mirar las cosas con ternura, de equilibrar el ocio y la planificación, de reconectar con lo que somos, para no olvidar a dónde vamos, para estar atentos a lo que pasa en la casa común. Este podría ser un buen equipaje para las próximas vacaciones.