Rocío Solís Cobo. Instituto John Henry Newman
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
Mario Benedetti
Todo va desperezándose. Las ventanas se abren, las cortinas ondean, entra el viento. Salimos de casa, de la mano de otros incluso. Nos vemos. Vuelve a formar parte de nosotros poner día para vernos. Nuestro cuerpo vuelve a tomar forma para ser presencia. Tomamos conciencia de nuevo, pero distinto, de estar en la calle, de ser plaza pública. Aunque lo hacemos como niños que entran en una casa llena de normas y muchos chismes de Lladró que parecen romperse con solo mirarlos.
Estamos incómodos. Pero todo esto es preámbulo, velo, es palabrería. Lo que realmente nos bulle dentro es la necesidad de ser mejores tras este paso, que no haya sido en vano. Siempre que algo grave, importante, esencial nos ocurre en la vida, tenemos la imperiosa necesidad de que haya servido para algo. Nuestra gravedad de hecho, lo que ahora nos aterra, es que no vaya a ser así.
Que no seamos distintos, mejores, más altos. Y con esta expectativa, tenemos servida la ansiedad. Porque seguramente por nuestras propias fuerzas y deseos, llegaremos a la vuelta de “la nueva normalidad” de nuestra “nueva calle” pegando el mismo grito de siempre a nuestro mismo hijo de siempre. Y así nos venimos abajo, aguerridos de tedio de nosotros mismos, pensando, sin atrevernos a compartirlo, que es lo peor, que soy el de siempre pero con mascarilla. Siempre nuevo y siempre viejo.
¿No hay solución, pues, para este tenerse que dar la vida cada día? ¿Cómo nacer de nuevo cuando uno ya es viejo? nos suena la pregunta.
Seguramente la clave está en ese Maná que se pudre si se guarda pero que cada día llega y llega de Otro. Esperarle, confiar en que algo de fuera, que tiene que ver tanto con mi deseo de dentro, llegará, será la novedad que nos mantenga en pie cada día. Expectantes. Nuevos. No resabidos ni decepcionados. Y a esto nos podremos ayudar unos a otros. Este es el acontecimiento. Lo excepcional de haber pasado todos a la vez este Reto es que todos podremos ser unos para otros memoria viva de como quisimos y queremos vivir. Quizá tener más talla individualmente no nos asegura nada, pero vivir como Pueblo será una fiesta.