La primera sesión del Ciclo Horizontes de Razón Abierta sobre sostenibilidad y cambio climático fue impartida por el Dr. Jaime Tatay quien planteó algunas de las cuestiones éticas, antropológicas y filosóficas en el ámbito de la sostenibilidad, entendida como aquel espacio seguro donde se garantizan unos mínimos para la vida humana. Doctor en Teología en la Universidad de Comillas habló del reto que supone tomar conciencia de los límites biofísicos del plantea y mantener una conducta de cuidado y responsabilidad sin caer en un discurso catastrofista.
La segunda sesión fue impartida por el Dr. Rafael Vicuña quien trasladó dichas cuestiones éticas, antropológicas y filosóficas al ámbito del cambio climático, en cuanto a las acciones cambiantes que padece el mundo microbiano. Director del departamento de genética molecular y microbiología de la Universidad Católica de Chile habló del reto que supone la vida humana y animal asociada a bacterias.
Dr. Tatay: «Antes de responder sobre la naturaleza hay que conocer el fundamento antropológico del hombre»
Dr. Vicuña: «La mitad de las enfermedades patogénicas del ser humano se pueden agravar »
Dos ideas principales sobre la conferencia de J. Tatay:
1. Una ética más amplia sobre la naturaleza
¿En el horizonte ético ambiental se han incluido siempre las mismas cuestiones? ¿Hasta dónde se ha evolucionado? ¿Qué implicaciones tiene esa evolución? Las principales corrientes de pensamiento ecologista critican que el humanismo sea antropocentrista, es decir, que sea una única especie, el homo sapiens, la que se toma en consideración sobre el resto: ¿Qué pasa con la selva del Amazonas? ¿Deberíamos darle entidad propia en la esfera de valoración ética? Además, hacen hincapié en un horizonte intergeneracional, puesto que influye a futuras generaciones: ¿Da igual que les dejemos un planeta más o menos biodiverso? ¿Qué hacemos con los que vengan después?
Los movimientos animalistas, zoocéntricos, biocéntricos, ecocentristas y cosmocentristas hacen que nos preguntemos: ¿La ética ambiental sería un área más o plantea cuestiones de mayor calado de tipo antropológico? ¿Podemos expandir las teorías que hemos heredado o necesitamos unas nuevas? Son los metadebates, cuestiones que van más allá de la ética y que se encuentran con la filosofía. Así, el valor intrínseco que se le dé al ser humano es crucial para entender su relación con la naturaleza: ¿Se podría considerar a otros organismos igual de valiosos independientemente de su capacidad o conocimiento? ¿La relación tiene que ser sujeto-objeto o sujeto-sujeto?
2. La pregunta antropológica debe fundamentar la pregunta por la sostenibilidad
Jaime Tatay consideró que antes de responder a la pregunta ética sobre sostenibilidad hay que preguntarse quién es el hombre y qué hace aquí: ¿Solo somos la definición de una investigación? ¿Qué otra manera expresa quiénes somos? ¿Somos dueños del planeta, dominadores? ¿Gestionamos introduciendo criterios de eficiencia? ¿Somos perfeccionadores que incrementan la biodiversidad? ¿Habitamos y compartimos cosas? ¿Somos pasajeros que peregrinan cogiendo lo que necesitan? La ética ambiental plantea cuestiones profundas que requieren examinar la relación entre el ser humano y la naturaleza. Puso algunos ejemplos:
Atendiendo a los tres elementos de juicio (sujeto, acto y consecuencias) si nos preguntan si compensa deforestar el Amazonas para tener más metros cúbicos de madera podemos concluir que no porque el sujeto se convertiría en un ser destructivo o porque el coste-beneficio no compensa. En el caso de un vegetariano diríamos que conoce la consecuencia de la producción de carne y defiende que la acción de matar está mal o el sujeto se entrena en violencia. Si nos preguntan sobre la construcción de centrales nucleares hay pros y contras. En definitiva, ¿podemos emitir un juicio ético respecto a problemas globales y complejos? J. Tatay concluyó que la sostenibilidad es un reto moral y filosófico, también espiritual, y animó a los jóvenes a tener una mirada amplia y un diálogo que vaya más allá de las lógicas individualistas.
Tres preguntas principales sobre la videoconferencia de R. Vicuña:
1. ¿Cuál es el rol fundamental que la vida que no se ve juega en la sustentación de la biosfera?
Los microorganismos son responsables de tres procesos importantes: los ciclos biogeoquímicos, el metabolismo de gases de efecto invernadero y la degradación de compuestos tóxicos.
- En cuanto al ciclo del nitrógeno de la atmósfera, las bacterias hacen que sea aprovechado de forma natural para la vida y en esto el océano juega un rol clave en la fijación del mismo.
- En cuanto a los gases de efecto invernadero originados por radiaciones que no vuelven a salir a la atmósfera, se ha comprobado que los microorganismos degradan hidrocarburos transformándolos en agua.
- Respecto al CO2 que se produce por la quema de combustibles (y también por respirar), el plancton marino contribuye a la fijación del dióxido por fotosíntesis en un gran porcentaje. Sobre el metano, producido por actividad volcánica, la biosíntesis y biodegración también es por microorganismos.
2. ¿Qué amenazas tiene la microbiota por el efecto humano?
Las amenazas pasan por el cambio climático y algunas actividades humanas, pero a las bacterias les distingue su gran capacidad de adaptación frente a las perturbaciones ambientales. Tienen decenas de circuitos genéticos para responder al estrés y defenderse frente a cambios bruscos, de hecho, hay microorganismos que crecen en pequeñas cavidades de hielo, en agua superior a 100 grados centígrados, salares, desiertos…
¿En qué medida son capaces de adaptarse sin que se amenace la biosfera? El componente microbiano es alterado por la acción del hombre, produciendo cambios cualitativos y cuantitativos. El desafío es determinar en qué medida afecta a cada ambiente y distinguir los cambios que son transitorios de los permanentes. También el aumento de temperatura hace que se altere la población de bacterias, suba el nivel del mar y haya inundaciones, de hecho, la mitad de las enfermedades patogénicas se pueden agravar por el cambio climático.
3. ¿Qué podemos hacer para evitar las consecuencias?
Las acciones humanas para prevenir el impacto en la microbiota pasan por:
- Intervenir directamente, es decir, inocular los suelos con bacterias que retienen el agua, agregar bacterias que capturan carbono, facilitar la formación de nódulos para fijar nitrógeno, etc.
- Crear conciencia del rol que cumple en la sustentación de la biosfera y de la importancia de los microorganismos, puesto que, de los 17 objetivos mundiales de sostenibilidad, 10 tienen que ver con el mundo microbiano. La preocupación de la comunidad científica pasa por orientar la investigación a mejorar este conocimiento en personas que regulan la actividad pública y tener una visión más microbiocéntrica.