Así fue el Café Newman sobre la libertad

"Fui libre en prisión"

¿Cómo aprender a vivir tomando conciencia de qué es la libertad? Al que fuera político madrileño y actualmente director de Justicia Educativa en la Fundación Altius, Carlos Clemente, condenado por la trama de corrupción Gürtel, la cárcel le ha hecho libre. Ha cumplido 20 meses de prisión en Soto en 2020 después de 11 años de proceso judicial y ahora tiene que llevar una pulsera telemática en la pierna hasta 2027 y está inhabilitado en el ejercicio de la política y la administración pública durante los próximos casi 30 años. «Me acusaron de recibir 13.600 euros, yo no los recibí, pero eso no importa, un juez me creyó y dos no». Sin embargo, Carlos no vive con rencor porque cree que se equivocaron con él y que vivir con odio es una segunda condena: Fue un pozo inmundo, pero la libertad de pensamiento no me la pueden arrebatar porque está en el corazón».

El rencor, ¿una segunda condena?

El deporte y la música le ayudaron mucho. Desde el primer día en la cárcel supo que empezaba el inicio de salir de allí, tenía paz y rezaba. «Si te comportas bien, coges un trabajo y buscas hacer el bien hay más comodidad». La cárcel le privó de un abrazo a un ser querido y le obligaba a seguir un horario, pero no le robó la libertad de pensar y soñar, orar y escribir, el don de disfrutar de lo que hacía. 

«¿Por qué a mí? ¿Es necesario que mi familia pase por esto?», eran las preguntas que se hacía en prisión. Pero visualizó su vida como una escalera y cada día era un peldaño más que subía. Gracias a este sufrimiento puede ser una mejor persona, un ser reflexivo, menos egocéntrico. Confía en la reinserción de gente profundamente arrepentida y lo más importante, ha perdonado porque «vivir en prisión con odio y rencor ya es una segunda condena».

¿Qué condenas tenemos fuera de la cárcel?

También fuera de prisión hay cosas que no podemos hacer porque nos toca cumplir con otras. Incluso nos «condena» el hecho de dejarnos llevar por un entorno tóxico, no ser auténticos o capaces de luchar por nuestras metas, simplemente tomar malas decisiones.

Se siente un «privilegiado» por el entorno de incondicionalidad que le rodea, a pesar del estigma de haber estado preso y no poder acceder a ciertos ámbitos. «Sales absolutamente desnudo, pero la cárcel me quitó la vanidad de repente, me ha enseñado a ser humilde y paciente, a saber aprovechar los momentos». 

En la acción promocional de este Café Newman sobre la libertad los miedos o heridas de cada máscara debían poder traducirse en una decisión libre sobre qué hacer con lo que nos ocurre.

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