Susana Miró, profesora de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria, introduce el Aula Newman explicando cómo están conectadas las cinco preguntas fundamentales: el amor, la libertad, el sufrimiento, la muerte y la cuestión de Dios.
Patch Adams (1998), dirigida por Tom Shadyac, es la biografía del conocido médico que revolucionó el panorama mundial con la terapia de la risa en enfermos de cáncer. La interpretación de Robin Williams hace pensar si el afecto que podemos dar a otros proviene de que antes hayamos sido amados por lo que somos nosotros mismos.
American Beauty (1999), dirigida por Sam Mendes, nos hace frenar en seco con una sola bolsa de plástico movida por el viento. Nos invita a preguntarnos acerca de la belleza en su sentido más apoteósico, a la par que nos conduce a ella a través de la sencillez más cotidiana y aparentemente rutinaria.
La serie El Ala Oeste de la Casa Blanca (1999), creada por Aaron Sorkin, aborda la existencia de Dios desde diferentes perspectivas que suscitan el despertar de las preguntas entre políticos y periodistas, al más alto nivel del gobierno de Estados Unidos.
En la serie Deadwod (2004), dirigida por David Milch, no pasa inadvertida la escena del reverendo Smith predicando la carta a los Romanos de la Biblia en la vía pública, entre el barro y los comercios. Su mirada estrafalaria atraviesa la del hombre rico y popular que desea su propia muerte.
Rabbit Hole (2005), dirigida por John Cameron, refleja uno de los mayores dramas de la vida, como puede ser la muerte de un hijo. Se vincula directamente con la cuestión sobre la existencia de Dios que permite tal circunstancia.
Bella (2006), dirigida por Alejandro Monteverde, es un canto al amor incondicional desde el inicio de la vida, al perdón, al bien, a la búsqueda del sentido. El cocinero mexicano que interpreta Eduardo Verástegui y la camarera Nina cruzarán sus destinos para siempre, y buscarán juntos redimirse y combatir sus propios monstruos.
En Infierno Blanco (2011), dirigida por Joe Carnahan, el protagonista clama a Dios en un duro momento. Cuando la felicidad se busca como un fin en sí misma se nos escapa entre los dedos y el hombre la convierte en un objeto narcisista olvidando ser feliz en el sacrificio y la renuncia.
El árbol de la vida (2011), dirigida por Terrence Malick, es el claro ejemplo de la dificultad para integrar las diversas dimensiones del ser humano: inteligencia, afecto y voluntad. Una puesta en escena que se sale de la norma de Hollywood, en la que el actor Brad Pitt consigue pausar el ritmo vital del espectador.
La gran belleza (2013), dirigida por Paolo Sorrentino, habla del escritor Jep Gambardella en una Roma llena de excesos, fiestas y personas que llevan una vida frívola. Se encuentra perdido y entiende su entorno como una ficción, un sinsentido en donde nada de lo que percibe es verdadero. El director abrirá con su protagonista un camino de búsqueda de certezas para encontrar algo que haga que la vida merezca ser vivida.
Silencio (2016), obra maestra de Martin Scorsese tras El Lobo de Wall Street, es la apuesta de un grupo de jesuitas por buscar en Japón a su mentor, el misionero Padre Ferreira, que reenfoca su fe tras ser torturado. Cuando Dios parece estar en silencio defender su existencia puede costar hasta la propia vida.
Ben-Hur (2016), dirigida por William Wyler, expresa la metáfora del personaje que interpreta Charlton Heston sediento físicamente y sediento de respuestas existenciales. De la misma forma que necesitó el agua para recobrar la vida buscará otro tipo de agua para apagar su sed de venganza.
«No es cuestión de suerte, los días van así nace el sol y muere. Esta es la vida que tomamos. Estos son los sueños que vienen y van. Igual que los laureles yo me conformo con vivir en libertad. En tus ojos vi la primavera. En tus ojos me encontré, me encontré. Sabe dios, dónde has dejado el agua que calma la sed, dónde has dejado el agua que purifica, dónde has dejado la luz que se enciende en la oscuridad. Será mi alma rota la que se retuerce y busca dentro de ti, una melodía que no muera, una despedida que vuelve a ocurrir. Sabe dios, dónde has dejado el agua que calma la sed, dónde has dejado el agua que purifica, dónde has dejado la luz que se enciende en la oscuridad».
Dos cosas aprendí de mi sed: que se parece mucho al dolor y que no se separaría de mí
– mi semejante, mi sombra, mi perro –
ni por toda el agua del mundo.
Alfonso Brezmes. Dos cosas
La vida es injusta, y quien vive en Disneylandia y cree lo contrario tiene muchas más papeletas para ser infeliz que quien menos espera de la vida. Otro irredento pesimista, Arthur Schopenhauer, tenía, a propósito de la tan traída y llevada búsqueda de la felicidad, una curiosa teoría: “Existe un error innato en la creencia de que hemos nacido para ser felices”, escribió él. “A quien persevere en idea tan absurda, el mundo le parecerá siempre injusto y lleno de contradicciones. Mucho puede ganarse en cambio, si a los jóvenes se les ayuda a erradicar la idea de que el mundo tiene todo para ofrecerles.”
Vivimos en un mundo en el que, para animarnos, se nos dice siempre que la vida es maravillosa, extraordinaria, sublime.
Carmen Posadas. Pesimistas 2.0. Periódico ABC 18-12-2017
El problema es que los deseos son como los espejismos, se desvanecen en cuanto uno los alcanza. Y es ahí precisamente donde esta cualidad humana tan útil y tan importante para la felicidad de las personas ha mutado, o peor aún, ha perdido toda su eficacia y encanto. Hoy en día nos hemos convertido en yonquis de los deseos.
Ya no se desea una cosa, sino que los deseos son infinitos. (…) Otro tanto ocurre con la felicidad. Ahora resulta que todo el mundo tiene la obligación, el mandato perentorio de ser feliz. Sin embargo, lo que no nos cuentan esos tontos libros de autoayuda que tanto repiten que uno puede lograr todo lo que se proponga, es que la felicidad también es un espejismo, siempre está un poco más allá.
Carmen Posadas. Deseo. XL Semanal 23-03-2020
Qué grande es el pensamiento de que verdaderamente nada se nos debe. ¿Alguien nos ha prometido nunca nada? Y, entonces, ¿por qué lo esperamos?
Cesare Pavese. El oficio de vivir
Lo que el hombre busca en los placeres es un infinito, y nadie renunciaría nunca a la esperanza de conseguir esta infinitud.
Cesare Pavese. Diario
Cualquier cosa que digas o hagas
tiene un grito dentro:
¡No es por esto, no es por esto!
Y así todo envía
es una secreta pregunta
el acto es un pretexto (…)
En la inminencia de Dios
la vida se abalanza sobre las reservas caducas
mientras cada uno se aferra a su bien que le grita: ¡adiós!
C. Rebora. Sacos de tierra en los ojos
SEÑOR de las galaxias más remotas,
las que no tienen nombre,
las que apenas existen;
Tú que gobiernas las Enanas Blancas
y las Supergigantes;
Tú que forjaste el asteroide oscuro
capaz de destruirnos con un roce;
Tú que detonas cada Supernova;
Tú que amontonas Agujeros Negros
en las pupilas ciegas de este Cosmos,
¿por qué esta margarita?
Daniel Cotta. «Dios de lo pequeño»
A veces, si te miro tan silenciosa, encima del desierto llano, que allá, en el horizonte lejano, cierra el cielo; o bien, con mi rebaño, seguirme poco a poco; o cuando veo arder allá en el cielo las estrellas, pensativo me digo: “¿Para qué tantas estrellas? ¿Qué hace el aire infinito, la profunda serenidad sin fin? ¿Qué significa esta inmensa soledad? ¿Y yo qué soy?
Giacomo Leopardi. El pastor errante del Asia
El no poder estar satisfecho de ninguna cosa terrena, ni, por así decirlo, de la tierra entera; el considerar la incalculable amplitud del espacio, el número y la mole maravillosa de los mundos, y encontrar que todo es poco y pequeño para la capacidad del propio ánimo; imaginarse el número de mundos infinitos, y sentir que nuestro ánimo y nuestro deseo son aun mayores que el mismo universo, y siempre acusar a las cosas de su insuficiencia y de su nulidad.
Giacomo Leopardi. Zibaldone
[…]
Deseos infinitos y visiones soberbias
crea en el pensamiento errante por natural virtud, docta armonía;
que hace errar por un mar delicioso, arcano
el espíritu humano, casi como por divertirse ardito nadador por el océano; mas si un discorde acento hiere el oído, en nada se vuelve aquel paraíso en un momento. Naturaleza humana, ¿cómo si tan frágil y vil en todo, si polvo y sombra eres, tan alto sientes?
Si noble aún
¿por qué tus movimientos y pensamientos
más dignos
son tan frágiles
que de tan bajos orígenes despierten y se apaguen?
Giacomo Leopardi. Cantos
Querida belleza, que amor lejos me inspiras, o escondiendo el rostro, a no ser que te muestres, sombra divina, en sueños, o en campos donde brille tenue el día y natura más dichosa.
Pero nada existe en este suelo que a ti se te asemeje, y si lo hubiese y en el rostro, los actos, las palabras te igualase, sería menos bello.
G. Leopardi. A su dama
¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego al levantarse, y, a su beso de lumbre, brillar las olas y encenderse el aire
¡Qué hermoso es tras la lluvia del triste otoño en la azulada tarde, de las húmedas flores el perfume aspirar hasta saciarse!
Qué hermoso cuando hay sueño, dormir bien y roncar como un sochantre y comer. y engordar, y qué desgracia que esto solo no baste!
Gustavo Adolfo Bécquer. Rima LXVII
¿Cómo se puede vivir sordo a las postreras, dramáticas preguntas? ¿De dónde viene el mundo, a dónde va? ¿Cuál es la potencia definitiva del cosmos? ¿Cuál es el sentido esencial de la vida?
No podemos alentar confinados en una zona de temas intermedios, secundarios. Necesitamos una perspectiva íntegra. (…) Y no es pretexto bastante para esa insensibilidad hacia las últimas cuestiones declarar que no se ha hallado manera de resolverlas.
¡Razón de más para sentir en la raíz de nuestro ser su presión y su herida! ¿A quién le ha quitado nunca el hambre saber que no podrá comer?
José Ortega y Gasset. ¿Qué es la filosofía?
Desesperado, entro en la Fnac a la caza de un libro que me salve la vida. Arrastro la desesperación desde la Casa del Libro y sigo con ella hasta La Central, la nueva tienda de los alrededores de Callao. Un libro que me salve la vida, pero del que no me haya hablado nadie todavía, que no haya salido en los periódicos. Que no se encuentre entre los diez mejores del año, quizá ni siquiera se haya publicado, aunque misteriosamente esté ahí, para mí, y nos reconozcamos al instante.
Con la desesperación intacta, abandono la zona y bajo al metro donde una pareja de adolescentes, junto a la máquina expendedora de billetes, se salvan la vida el uno al otro a cuchilladas, si sus lenguas fueran dos cuchillos.Eso es salvarse la vida con desesperación, me digo, mientras la máquina me da un sablazo. Ya en el tren, una mujer ecuatoriana observa con desasosiego la pantalla del móvil a la espera de una llamada, de un mensaje, de un WhatsApp que le salve la vida. Y estos que ahora entran a tocar la guitarra están pidiéndonos en realidad que les salvemos la vida. Arriba la gente hace cola frente a los establecimientos de Apuestas y Loterías del Estado para adquirir un décimo, otro, ahora el del Niño, que les salve la vida. Sálveme la vida, suplican a la lotera, pobre, que despacha la suerte ella misma con el agua al cuello, sin atreverse a gritar socorro por si el socorro estuviera contemplado en la Reforma Laboral como causa objetiva de despido.
Hasta los maniquíes de los escaparates, asmáticos perdidos, te piden con desesperación que les salve la vida. Me salve usted la vida, por favor, gritan disimulando el ventolín. Llevamos aquí desde las siete de la mañana o de la noche, desde la siete, insiste, y no me salva nadie de esta jodida ciudad de un millón de muertos, que decía el poeta.
Juan José Millás. Asfixia. El País 27-12-2012
La esperanza abre los ojos de cada persona cada mañana, como los comerciantes la persiana de su negocio. Todos los días abrimos los ojos porque esperamos algo. Porque en el fondo creemos que algo va a llegar siempre.
Jesús Montiel. Lo que no se ve
Hasta ahora nadie ha visto aves migratorias dirigirse hacia tierras más cálidas que no existen, o a ríos moverse entre las rocas y las llanuras corriendo hacia un océano que no se puede encontrar. Porque Dios no crea un anhelo o una esperanza sin tener preparada una realidad que la cumpla. Nuestro anhelo es nuestra certeza, y bienaventurados los nostálgicos, porque ellos volverán a casa.
Karen Blixen. Anécdotas del destino
Hay días en los que levantarse de la cama suelo terminar siendo más que un acto rutinario un gesto épico. Y no me refiero ahora a las resacas ni a que caigan chuzos de punta ahí fuera ni a que hayas roto con ella. Me refiero a cuando te quieren y hace sol y no te duele nada, a cuando tienes el mundo rendido a tus pies y no te basta.
Karmelo C. Iribarren. Mientras me alojo
La herida se ha cerrado definitivamente. Ya no te duele. ¿Qué te pasa, no era eso lo que querías?
Karmelo C. Iribarren. Aforismos
Y cómo puede ser, me digo, viendo pasar la vida hacia la playa, que, pese a las devastaciones inclementes que el tiempo nos inflige, no se amortigüe un ápice siquiera, no nos dé tregua un segundo, este incesante soñar con lo imposible.
Karmelo C. Iribarren. Verano cruel
¿Les pasa que, a veces, aunque todo esté bien, y el gato esté bien, y los padres estén bien, y los hermanos estén bien, y los primos y los tíos estén bien, y los hijos estén bien, y el trabajo esté bien, y los árboles del patio estén bien, y el jardín esté bien, y las macetas estén bien, y la comida esté bien y las ganas de cocinar estén bien, y los libros estén bien, y los poemas estén bien, y el sol que entra por las ventanas esté bien, y las plantas del balcón estén bien, y los pisos estén bien, y los amigos estén bien, y los bares estén bien, y el vino esté bien, y las calles y las cosas que hay en las calles estén bien, y los vecinos estén bien, y el barrio esté bien, y el clima esté bien y el auto recién lavado esté bien, y los recuerdos estén bien, y el cuerpo esté bien, y los óvulos y el esperma y el hígado y las glándulas y los isquiones y los fémures estén bien, y las canciones estén bien, y los viajes estén bien, y las paredes estén bien, y los cuadros estén bien, y las hornallas estén bien, y las ventanas estén bien, y el agua esté bien, y el pasado que nunca termina de pasar esté bien, y los pies estén bien, y las manos estén bien, y los ojos estén bien, y las sábanas estén bien, y el pan esté bien, y el desayuno esté bien, y la cena esté bien, y el amor y el dolor estén bien, y el perro esté bien, y todo esté bien, no les pasa que a veces descubren que tienen el corazón como un pedazo de carne atravesado por un anzuelo, la garganta llena de piedras, la vida pegajosa como lana húmeda, y se encuentran sin nada que querer, ni que decir, ni que esperar. sin nada? A mí me pasó. El otro día. Era jueves. Eran las cinco de la tarde.
Leila Guerriero. ¿Les pasa? El País
Vagaba por una ciudad inmensa, ajena, cantando a gritos una canción de Héroes del Silencio – “tanto vagar para no conservar nunca nada”- frenética y cardinalmente triste. En las noches, en las discos y los bares, mientras anotaba números de teléfono en mi camiseta, sudada de tanto bailar, pensaba, una y otra vez, ¿todo esto para qué?
El mundo era un lugar repleto de cosas que anhelaba con ferocidad, y todas estaban demasiado lejos, eran demasiado inalcanzables.
Leila Guerreiro. El tiempo. El País 27-12-2017
Corazón de pluma, para qué pierdes el tiempo”, decía la canción. “De andar y andar buscando verdades para encontrar siempre otra pregunta”. Y yo me preguntaba: “¿Qué es eso, que conozco tanto?
Leila Guerriero. Equivocada. El País 1/07/2014
¿De qué es ausencia esta ausencia, corazón, que de repente te llena?
¿De qué? Roto el dique, te inunda y te cubre toda tu indigencia…
Viene,
quizá viene, de fuera de ti un reclamo
que ahora, porque agonizas, no escuchas.
Pero existe, custodia su fuerza y su canto la música perpetua… Volverá.
Estate tranquilo.
Mario Luzi. Sotto specie umana
La promesa está en el origen, procede del origen mismo de nuestra hechura. Quien ha hecho al hombre lo ha hecho promesa. El hombre espera estructuralmente, es mendigo por estructura; la vida es estructuralmente promesa. Tuve cada vez más a menudo -me es penoso confesarlo- el deseo de ser amado. Un poco de reflexión me convencía cada vez de que este sueño era absurdo. Pero la reflexión era inútil, el deseo persistía; y debo confesar que persiste hasta la fecha.
Michel Houllebecq. Enemigos públicos.
«¡Ay! ¿Cómo colmar este abismo de la vida? ¿Qué puedo hacer? El deseo está siempre presente, más fuerte, más angustioso que nunca. Es como un incendio marino que con su llama llega a alcanzar lo más negro y profundo de la nada universal. ¡Es un deseo de abrazar las infinitas posibilidades!¡Ay señores! ¿Qué es lo que hacemos aquí? ¿Qué es lo que podemos ganar?»
Oscar Millosz. Miguel Mañara
Un desconocido es mi amigo, uno a quien no conozco.
Un desconocido lejano, lejano.
Por él mi corazón está lleno de nostalgia.
Porque él no está cerca de mí.
¿Quizá porque no existe?
¿Quién eres tú que llenas mi corazón de tu ausencia, que llenas toda la tierra de tu ausencia?
Pär Lagerkvist. Un desconocido es mi amigo
Eterna presencia:
No importa que no te tenga, no importa que no te vea.
Antes te abrazaba, antes te miraba,
te buscaba toda te quería entera.
Y me contentaba sentir que tus manos me daban tus manos sentir que a mis ojos les dabas presencia.
Lo que ahora te pido es más, mucho más, que beso o mirada:
es que estés más cerca de mí mismo, dentro.
Como el viento está invisible, dando su vida a la vela.
Lo que yo te pido es solo que seas
alma de mi ánima, sangre de mi sangre dentro de las venas
es que estés en mí como el corazón mío que jamás veré, tocaré, y cuyos latidos no se cansan nunca de darme mi vida hasta que me muera.
Lo que yo te pido es que la corpórea pasajera ausencia no nos sea olvido, ni fuga, ni falta: sino que me sea posesión total del alma lejana, eterna presencia.
Pedro Salinas. La voz de ti debida
Me parece a mí, oh Sócrates, y quizá también a ti, que la verdad segura en estas cosas no se puede alcanzar de ningún modo en la vida presente, o al menos sólo con grandísimas dificultades. Pero pienso que es una vileza no estudiar bajo todo punto de vista las cosas que se han dicho al respecto, o abandonar la investigación antes de haberlo examinado todo. Porque en estas cosas, una de dos: o se llega a conocerlas, o, si esto no se consigue, se agarra uno al mejor y más seguro entre los argumentos humanos y con éste, como en una barca, se intenta la travesía del piélago. A menos que no se pueda, con más comodidad y menor peligro, hacer el paso con algún transporte más sólido, es decir, con ayuda de la palabra revelada de un dios.
Platón. Fedón
“¿Para quién, mis manos trabajos? ¿Por quién se gasta la sangre de mi corazón? No obtuve una merced para mí”.
Poema de Gilgamesh
Nostalgia. Nostalgia, nostalgia. Pobrecilla la nostalgia. Nadie la comprende. (.) Y así, tan olvidada, y al mismo tiempo, tan manoseada, casi nadie se pregunta por qué está y por qué existe. (…) Y la pobre se queda ahí, muda, censurada, acallada, sin saber dónde posarse ni tener siquiera quien advierta que ella es síntoma, signo, melodía de una llamada a la que raras veces responde el corazón.
Pero ¿por qué? ¿Por qué nos quema en el alma? ¿Por qué existirá esa nostalgia? Existe. Y eso ya es un dato. Respetemos nuestra humanidad. Es nuestra alma.
Ricardo Franco. Nostalgia. El Debate (24/03/2022)
Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti.
San Agustín. Confesiones
«Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro».
San Juan de la Cruz. Llama de amor viva