¿Y tu nota media?

Convertir lo ordinario en extraordinario es un arte y un don que son ejercitables y aconsejables.
Cada día saludamos a muchas personas con un gesto rutinario, un fugaz apretón de manos de contacto sin tacto, dos besos insípidos, o un “¿cómo estás?” que no espera respuesta.

En cada uno de estos actos hay una oportunidad de comunicación singular desaprovechada. Es cierto que no se puede ser intenso y extenso al mismo tiempo, y que las formalidades vacuas también son necesarias y a veces irremplazables, sobre eso hablaremos otro día. O no.

Lo que me planteo es por qué cuando nos preguntan “qué tal estamos” tendemos a pensar en la recapitulación de males coyunturales que nos aquejan en ese instante, en lugar de recordar la lista interminable de bienes permanentes por los que tenemos que dar gracias. Hace tiempo que cuando me formulan esa pregunta suelo contestar: “nota media sobresaliente, pero si quieres entramos en las parciales”. Es sorprendente analizar las distintas reacciones a esa respuesta, que casi siempre da lugar a un breve pero interesante y divertido intercambio de últimas noticias sobre la premisa de que la vida “va MUY BIEN, a pesar de todo”. Y si, mucha gente se sorprende de la nota media y me pide las notas parciales para verificar si mi alegría es justificada o impostada.

Es una pena que parezca siempre más “noticiable”, y pese más en nuestro ánimo, una mala noticia puntual, que el bien que disfrutamos a diario sin agradecimiento alguno. Un dolor de cabeza que la buena salud habitual, un mal despertar que el previo descanso lleno de sueños, una tarea pendiente que las muchas realizadas, una mala digestión que los manjares de cada día.

Ser agradecido, además de ser más justo, es la puerta de la felicidad.
¿Y tú cómo estás?

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