Recibí ayer por whatsapp esta imagen y me dio mucho qué pensar. Primero porque las caras de los niños son deliciosas, tan llenas de vida y de ilusión que finamente te crees que sí que se están haciendo un selfie real. De hecho, el que hace la foto estira mucho el brazo para que quepan los cinco y se preocupa de mirar atentamente el objetivo. Y me pregunté a mí misma ¿sería capaz de poner tanta ilusión y felicidad como ellos ante un sueño o ilusión que está fuera de mi alcance? Estos niños con su mirada y su sonrisa nos enseñan que sí. 

Que si ellos pueden desde su pobreza y con sus pies descalzos sonreír para “su cámara” y sentir la felicidad de hacerse una foto, yo también puedo desde aquí, desde mi mundo democrático y burgués, tan lleno de apoyos y sostenes, sonreír a mis sueños y retos haciéndolos reales. De hecho, el no intentarlo, sería como traicionar a estos niños.