Felipe Montero: "Es un paño con mucha contaminación"

Reconstrucción al microscopio

 A primera vista no se aprecia ninguna cara, pero la información que contienen los finos hilos horizontales y verticales del Sudario y la datación de 2006 sobre la presencia de compuestos orgánicos confieren al lienzo un valor extraordinario. El anverso se guarda en un marco de plata dentro de una cámara con el oxígeno controlado, aunque las arrugas indican que inicialmente era mucho más grande que en la actualidad.

Observó que era un paño sucio con mucha contaminación: gotas de cera, besos de carmín, huellas de lata, desgarros, restos de óxido, entre otros. La datación de la muestra que envió a EEUU en 2006 revela que las fibras negras se mantenían después del tratamiento, es decir, que había elementos metálicos que no tenían las fibras limpias. Es posible que sea debido a gases de combustión de algún aceite o carbón durante más de 200 años donde estuviera expuesto.

En la trama del tejido se ve la torsión en Z y no en S que indica que fue importado por los romanos. El cruzamiento indica que hubo dos personas en su fabricación artesanal. Los agujeros están a un lado del Sudario y se corresponden con la zona donde había pelo. En la nuca se aprecia un cabo que unía los agujeros, un cosido.

Al microscopio apreció muchas sustancias diferentes y restos de pólenes que se adhirieron a la sangre, como aloe y mirra. La forma de “rosquilla” de los glóbulos rojos se ha mantenido gracias a esas sustancias que los han protegido. Por último, han crecido hongos en la zona negra de la fibra, lo que significa que tiene añadida una materia orgánica que lo sitúa antes del siglo I, prueba irrefutable de su autenticidad.

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Besos, velas y óxido

El Sudario de Oviedo contiene huellas de diversos avatares que han llamado la atención de los investigadores sobre su conservación en paralelo con la «contaminación» humana.