¿Existe el amor para siempre?

Hoy estoy de boda. Son jóvenes cercanos e inmensamente queridos y al contemplar la grandeza que se abre ante mis ojos me nacen las preguntas. ¿Por qué la presencia de familiares y amigos, la impresionante belleza de la novia y lo elegante que acude el novio, la delicadeza de las flores, la música, el banquete y sobre todo la alegría de la fiesta? ¿Qué celebramos hasta caer rendidos?

En realidad, si lo piensas, este día comenzó por un encuentro inesperado sucedido hace algún tiempo. Una atracción inicial entre dos jóvenes que abrió la puerta a la experiencia de un amor que ha transformado de forma definitiva su existencia. ¿Puede un encuentro tan trascendente ser una casualidad del destino?

Escucho conmovida las palabras que suenan firmes y se hacen promesa ante todos nosotros:

Yo…  te recibo a ti …, como esposa/o y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”.

¿Quién no desea ser querido así, aunque dude que sea posible? ¿Quién nos regala un corazón tan grande capaz de semejante promesa? La mutua admiración, la ternura, el deseo, la alegría, la fuerza del amor en este momento ¿se puede transformar en un camino que se recorra juntos hasta el final de los días? Mi mirada se posa en la bendición del sacerdote y en tantos amigos y testigos dispuestos a acompañar a los novios llevando la presencia de Aquel que siempre es fiel y no abandona. De Aquel que lleva sonriendo desde el primer encuentro, ese encuentro que parecía una casualidad. ¡Creo que hoy voy a bailar hasta que ya no pueda más!

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