El 11M de 2004 Madrid amanecía golpeada por el terrorismo en lo que parecía un día tan negro para España como el 11S para Nueva York y el mundo entero. El 11M de 2011 un terremoto y su posterior tsunami frente a la prefectura de Miyagi, Japón, generó una de las mayores crisis nucleares de la historia en Fukushima. El 11M de 2019 comenzó a gestarse un confinamiento histórico a causa del COVID. Eventos compartidos que marcan nuestra historia reciente y que sin duda son “días frontera” colectivos. Fechas que quedan grabadas de forma indeleble en el calendario compartido, que marcan un “antes” y un “después” y que solo serán conmemoradas a lo largo de la historia si tienen impacto en las generaciones posteriores.
Las tragedias, y sobre todo las globales, tienen ese poder de quedar recogidas en el calendario, mucho más que las alegrías y buenas noticias. Son días que nos interrogan con fuerza: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Hay alguien detrás de todo esto? Me preguntó ayer un alumno durante un viaje de estudios: “¿Cuándo se pierde la inocencia?” Una pregunta muy interesante, que trasladé al puñado de compañeras que nos rodeaban en la visita por la Tourette. No todos eran capaces de fijar un momento, salvo dos de ellas que nos dijeron: “El día que murió mi abuela y vi como respondió mi familia”, “el día que murió mi padre, tenía yo 14 años y me di cuenta de que la vida era otra cosa”.
Hay 4 días frontera en nuestra vida: el día que nacemos, no lo elegimos pero da comienzo nuestra biografía y por ello lo celebramos cada año con quienes nos quieren; el día que nos preguntamos “para qué estamos aquí”, es lo que distingue al adulto del niño o el adolescente, (está demostrado que todos envejecemos pero no que todos maduremos); el día que descubrimos para qué estamos aquí (no todo el mundo lo vive porque el que nos hagamos preguntas no implica que encontremos su respuesta), y el día que nos vamos de este mundo, que no lo elegimos nosotros pero es el momento de hacer balance de recorrido vital (el verdadero y definitivo “curriculum vitae” donde no se nos examina de méritos académicos y laborales).
Hay un día difuso en fechas, pero certero en el acontecimiento, que es el más potente “día frontera” para todos, puesto que parte la historia universal en dos, poniendo el contador de años a cero, haciendo antiguo todo lo previo y nuevo todo lo posterior, y que curiosamente no es una tragedia sino el inicio de una vida que da sentido a todas las demás vidas y acontecimientos. No celebra una tragedia (que también la acompañó luego) sino una buena noticia en tiempos duros acontecida fuera de los focos informativos de la época. y que colectivamente está fijada y en el 24 de diciembre.
Quiso el caprichoso destino que el 11M de 2004, cuando España contaba y se dolía de sus muertes sin sentido, a nosotros nos naciera nuestra primera hija. Una luz que se abría paso de forma silenciosa y discreta en medio de la tiniebla colectiva e informativa. Marina se iba a llamar hasta ese día, en que la historia nos susurró que debía llamarse PAZ, y cada año recordamos en esta fecha, que en medio de toda oscuridad hay una luz de vida que se abre paso y da sentido a todo lo demás.
¿Cuáles son tus fechas frontera, y aquellas cosas que te permiten ver luz en medio de cualquier túnel o responder a la pregunta de para qué estás aquí?