Paolo explica en la Semana de la Imagen que la palabra “pertenencia” en alemán se dice gehören.
“Hören” es escuchar, explica Paolo, mientras que el “ge” remite al pretérito perfecto de la acción.
Pertenecer, podemos decir, entonces, es haber escuchado.
Pero ¿escuchado qué?
La voz de alguien que te llama, que pronuncia tu nombre, que te convoca reclamando atención, cierta correspondencia en la mirada y sintonía en el sentir.
Nuestra vida, de esta forma, se manifiesta como vocación; es decir, como puesta a la escucha atenta de una palabra que nos alcanza en primera persona. Y así nos revela quiénes somos realmente.
“Quien dice «yo» se lo dice a un tú, o porque tiene presente un tú”, escribe Josep Maria Esquirol. “La conciencia de uno mismo exige al otro, por lo que sin tú no habría yo. (…) De ahí que cada vez que el otro me llama me salva” (Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita, Acantilado, Barcelona, 2021, pp. 103-104).
Y tú ¿a quién perteneces?
