En 1976, el doctor John Jackson (imagen de la izquierda), profesor de física de la Academia de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, funda el Proyecto de Investigación sobre la Sábana de Turín, conocido por sus siglas en inglés como STURP (Shroud of Turin Research Project). Este proyecto reunió a un equipo de científicos multidisciplinar, en su mayoría estadounidenses, incluyendo varios miembros de instituciones vinculadas a la NASA.
El origen de este grupo se remonta a la publicación, a mediados de los años 70, de varios artículos en revistas especializadas de Estados Unidos que abordaban los estudios médicos sobre la Síndone. Uno de los hitos más destacados de estas publicaciones fue un informe exhaustivo elaborado por el Dr. Robert Bucklin, en colaboración con el Dr. Joseph Gambescia. Bucklin afirmaba sobre la Síndone:
“Independientemente de cómo se formaron las imágenes, contamos con información suficiente para afirmar que son anatómicamente correctas. Sus características patológicas y fisiológicas son evidentes y reflejan conocimientos médicos que eran desconocidos hace 150 años”.
En su informe, Bucklin examinaba cada una de las marcas en el lino y, reconociendo que correspondían a heridas reales, realizaba una especie de «autopsia» del cadáver, identificando los objetos que podrían haber causado dichas lesiones.
El interés por la Sábana Santa surgió a raíz de un descubrimiento inesperado: los investigadores del equipo STURP comprobaron que la impronta del hombre en la Síndone contenía información tridimensional.
El analizador de imágenes VP-8, desarrollado por la NASA, descubrió la tridimensionalidad de la imagen en la Sábana Santa. Al introducir una fotografía del rostro presente en la Síndone en el analizador, los investigadores observaron un relieve que se correspondía de manera coherente con un rostro humano en tres dimensiones.
En esa época, la NASA estaba obteniendo las primeras imágenes tridimensionales de Marte mediante la sonda espacial «Mariner», que capturaba fotografías utilizando haces de luz ultravioleta. En este tipo de imágenes, el tono de gris de cada punto refleja con precisión el relieve fotografiado: cada punto es más claro u oscuro dependiendo de su proximidad a la cámara.
La precisión del método es tal que el VP-8, utilizado por el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, generaba en pantalla una representación tridimensional fiel a la realidad. Sin embargo, al aplicar el VP-8 a una fotografía convencional, se obtenía un relieve distorsionado e irreal. Esto se debe a que las fotografías normales no contienen información tridimensional; en ellas, la oscuridad no está relacionada con la profundidad, sino con las sombras proyectadas y la dirección de la luz. Como resultado, el VP-8 produce grandes errores al analizar estas imágenes, mostrando un relieve aplanado y deformado.
En contraste sorprendente, la imagen de la Sábana Santa revela una tridimensionalidad clara y definida.
En la impronta de la Síndone se establece una relación matemática en cada punto entre la intensidad de la huella y la distancia del cuerpo al lienzo. Los estudios realizados por los investigadores estadounidenses revelaron que las huellas varían en densidad según el relieve del cuerpo, lo que permite al ordenador reconstruir dicho relieve invirtiendo la ecuación.
Además, se determinó que la imagen no fue generada por contacto directo. Una imagen producida de esta manera presentaría una huella intensa pero plana en las áreas salientes del cuerpo y nula en las zonas hundidas. El hecho de que la intensidad de la imagen no sea cero en los puntos del cuerpo que no tocaron la tela descarta la posibilidad de que se trate simplemente de una huella por contacto.
«La codificación de datos de distancia en la imagen elimina como posible mecanismo para su creación a la fotografía o la pintura y nos permite concluir que la imagen se formó mientras la tela recubría un cuerpo humano real. Así que el VP-8, no sólo reveló una característica de la imagen de la Síndone muy importante y desconocida hasta ese momento, sino que también proporcionó la motivación histórica real para formar el equipo que en última instancia fue a investigarla»
Barrie Schwortz, fotógrafo documentalista del STURP
A continuación, presentamos dos pruebas realizadas a partir del descubrimiento de la tridimensionalidad:
Las zonas quemadas, los pliegues de la tela y los regueros de sangre o agua producen distorsiones, pero la imagen central parece coherente con el relieve de un cuerpo de tres dimensiones.
La estatua de cartón obtenida por ordenador ha podido reproducir una figura completa del hombre de la Síndone siguiendo los datos relativos al relieve del cuerpo que se deducen de las diversas intensidades de la huella. Se ha de tener en cuenta que la imagen de los brazos, quemada en el incendio de 1532, altera considerablemente el conjunto. A través de filtros diversos se ha logrado eliminar manchas y deformaciones del relieve del hombre de la Síndone. El profesor Giovanni Tamburelli, de la Universidad de Turín, logró resultados espectaculares.
El Dr. Dennis Gabor, un físico húngaro, inventó la holografía en 1947, y en 1960, el Dr. Theodore Maiman desarrolló el primer rayo láser, que más tarde encontró numerosas aplicaciones en este campo. Ambos científicos fueron galardonados con el Premio Nobel por sus contribuciones. A partir de estos avances, el profesor Peter Soons, médico especializado en tratamientos de imágenes tridimensionales y hologramas, junto a un equipo de expertos, logró crear hologramas de la Sábana Santa basados en la información tridimensional obtenida de la impronta.
El equipo STURP obtuvo autorización para examinar el Lienzo durante 120 horas continuas, del 9 al 13 de octubre de 1978. Para ello, se trasladaron 72 cajas con el material más moderno y sofisticado disponible en ese momento desde varios laboratorios estadounidenses al Palacio Real de Turín. La mayoría de los científicos del STURP se desplazó a Turín para participar en las Jornadas de Observación Directa, y también se contó con la colaboración de otros laboratorios para realizar análisis específicos.
En el último momento, el arzobispado de Turín permitió que un grupo italiano tomara algunas muestras antes del inicio de los análisis por parte del equipo estadounidense. Entre ellos se encontraba Max Frei, fundador del Centro de Investigación Científica de la Policía de Zurich y uno de los especialistas más reconocidos de INTERPOL en esa época.
Los investigadores utilizaron una mesa magnética especialmente diseñada para la ocasión por Nuclear Technology Incorporated, sobre la cual llevaron a cabo más de 300 experimentos físicos y químicos en el Lienzo. El Dr. John Jackson, físico y uno de los creadores del STURP, revisó junto a su equipo el orden de los análisis mientras extendían la tela sobre esta mesa-soporte basculante. Además, Samuel Pellicori, físico óptico del STURP proveniente del Instituto de Investigación de Santa Bárbara, realizó un examen detallado del rostro de la Síndone utilizando un microscopio binocular adaptado para visión vertical.
La primera vez que se pudo observar el reverso del Lienzo fue en 1978. Al descoser su forro, se constató que la imagen es completamente superficial y que la tela conserva una notable elasticidad. Las únicas marcas que traspasaron el tejido fueron las manchas de sangre. Se identificaron restos de tejido epitelial y partículas de tejido muscular correspondientes a la zona de la espalda. No se hallaron indicios de descomposición del cadáver; sin embargo, el análisis reveló la presencia de piel masculina y fragmentos de carne. El microscopio también detectó una considerable contaminación, incluyendo polen y diversos restos inorgánicos típicos de un lienzo antiguo. Entre los residuos contaminantes, se encontraron muestras que no dejan lugar a dudas: este Lienzo ha sido utilizado para amortajar a un hombre.
A continuación presentamos las técnicas que fueron utilizadas:
Se produjo tratamiento de imagen por ordenador aplicando falso color. Esta técnica facilita la identificación de los distintos tipos de marcas e intensidades al dar a cada huella una coloración diferente según su intensidad.
Se hizo una macrofotografía de zona con imagen del cuerpo completo, pero sin sangre u otro pigmento. Se vio que únicamente determinadas fibras, las más superficiales de cada hilo, están ligeramente más oscuras. Esto no quiere decir que tengan algún tipo de colorante sino que es la degradación de la celulosa del lino lo que causa ese tono.
Se hicieron las primeras fotos de calidad, en color, con luz visible. Entre los muchos experimentos realizados, algunos tan importantes como los análisis químicos exhaustivos de las muestras, hay que resaltar las pruebas de espectrografía y espectrofotometría. Las fotografías tomadas por Vernon Miller, del Instituto Brooks, y por Barrie Schwortz son las mejores realizadas en color hasta hoy. Se tomaron más de 5.000 fotografías con distintas longitudes de onda.
Sobre el examen de rayos X, Mottern y London comprobaron que no existe pigmento en la Sábana que pudiera haber producido la imagen.
Se fotografió la Síndone con luz ultravioleta y el rostro con luz infrarroja. Se observan numerosos puntos de fluorescencia a la luz infrarroja y, sobre estas líneas, la misma imagen a la que se ha aplicado un tratamiento digital para determinar densidades.
La luz trasversal hace desaparecer la impronta. Aplicando focos por detrás del Lienzo se comprueba que mientras las manchas de sangre u otros restos se ven opacos a la luz, la huella del cuerpo es transparente. Esto indica que la impronta no está formada por ningún material añadido sobre la tela.
La hematología es la especialidad médica dedicada al estudio de las células sanguíneas y sus precursores.
Al observar la Síndone, lo primero que llama la atención son las supuestas manchas de sangre de un tono notablemente rojizo. La comisión de expertos italianos que trabajó entre 1969 y 1973 concluyó que no podían confirmar que se tratara de sangre, afirmando que «la respuesta negativa a las investigaciones realizadas no permite emitir un juicio definitivo sobre la naturaleza hemática del material analizado». Por ello, el STURP tenía especial interés en aclarar esta cuestión.
Un destacado hematólogo, el Dr. Alan Adler, judío y ajeno al equipo STURP, fue categórico al determinar la naturaleza hemática de las manchas presentes en el Lienzo. Su análisis, realizado en el Western Connecticut Institute, aportó valiosa información sobre la composición de estas marcas.
En los años siguientes, Baima Bollone hizo experimentos inmunológicos que dieron como resultado la presencia de marcadores de componentes sanguíneos.
«En efecto, las investigaciones diagnósticas hematológicas cotidianas nos han permitido determinar, en la Sábana Santa, la presencia indiscutible de la sangre humana, con todas sus características. Todo esto demuestra y confirma que en la Síndone hay efectivamente reales y completas manchas de sangre, conservada en sus diversos componentes”.
Durante el análisis químico de las fibras de la Síndone, John Heller, del Instituto de Nueva Inglaterra; y J. Janney, del Laboratorio Científico Nacional de Los Álamos, llevaron a cabo un examen adicional. Heller coincidió plenamente con la opinión de Adler: no había lugar a dudas, se trataba de sangre.
A continuación, mostramos algunos de los estudios que se realizaron:
En la macrofotografía de zona manchada de sangre se aprecia a simple vista que, por el fenómeno de capilaridad, las manchas de estas zonas se habían incrustado en el tejido llegando a la otra cara del mismo. Era fundamental saber si se trataba de sangre humana.
Los doctores John Heller y Alan Adler sometieron la muestra a 12 test y todos ellos fueron positivos, a pesar de que la sangre fuera antigua y estuviera en parte degradada. Entre los test destaca la prueba de la albúmina, la de los pigmentos biliares, la de las proteínas, el test hemocromógeno y el fundamental de la fluorescencia de Heller. Otra prueba determinante: la presencia de glóbulos rojos.
El Dr. Baima Bollone, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Turín, independientemente de los análisis del STURP, también estudió muestras de la Síndone y llegó a resultados coincidentes. Precisó que es sangre humana del grupo AB utilizando el método de fluorescencia de antígenos. Este es el grupo sanguíneo característico de la raza hebrea y muy poco común en el mundo. Se calcula que solo lo tiene el 3% de la población mundial.
Research on extremely minute and ancient traces of blood. Spectrum International (11).
Demostration of blood, aloes and myrrh on the holy shroud with inmunofluorescence techniques. Spectrum International (13).
A partir de una muestra de la Sábana Santa, la de la zona del reguero de sangre que recorre la espalda, se hace una comparación con una mancha experimental de sangre, áloe, mirra y saporina sobre el tejido. Se descubre que la composición inorgánica es idéntica. En este gráfico se muestra una comparación entre el trazado microespectromagnético de la muestra de la Síndone (en rojo) y el obtenido con la mancha experimental (en negro).
Otra de las preguntas que quiso responder el equipo STURP fue sobre la naturaleza de las marcas que no son de sangre, auqellas que forman las improntas frontal y dorsal del hombre de la Sábana. El gráfico que presentamos a continuación, fue escrito por Stevenson y Habermas, miembros del equipo STURP, y compara las características de la impronta de la Síndone con las que tendrían las huellas obtenidas por los diferentes métodos que se habían propuesto como origen de la Sábana hasta 1981.
Al fotografiar el reverso del lienzo, se constató que la sangre había penetrado y atravesado los intersticios de las fibras desde el anverso. Sin embargo, la huella del cuerpo se encuentra únicamente en el anverso y es extremadamente superficial, afectando solo a algunas de las fibrillas de los hilos. Además, como señala Heller en su libro, hay un dato sobre las huellas que rara vez se menciona, pero que es de extraordinaria relevancia:
“Después de eliminar los restos de sangre de las fibras, Adler observó que estas eran blancas, no amarillas como el resto de las fibras del lienzo. Esto implica que las manchas de sangre llegaron a la Síndone antes de que se formara la imagen y que no hay imagen en el área donde están las manchas de sangre. De alguna manera, la sangre impidió la formación de la imagen, protegiendo la Sábana durante su creación”.
Esto sugiere que primero llegó la sangre a la tela y luego se produjo la impronta del cuerpo. ¿Cómo podría haberse colocado sangre en el lugar de las heridas antes de conocer la impronta? Además, mientras que en las manchas de sangre existe capilaridad —es decir, líquido que se filtra entre las fibras—, la impronta del cuerpo afecta solo selectivamente a algunas fibrillas: hay fibrillas coloreadas y otras muy cercanas que no presentan color. Esto descarta la posibilidad de que la huella se haya producido por ningún tipo de líquido o gas.
En las fotografías de detalle, se observó que las fibras del lino que forman la impronta presentan un color ligeramente más oscuro, pero no hay material visible sobre la tela. Al colocar la Síndone a contraluz, la imagen no es perceptible. La impronta no está creada con ningún material adicional sobre los hilos, como podría ser cualquier tipo de colorante o pintura. En contraste con todos los procedimientos pictóricos anteriores a la época contemporánea —es decir, dibujos, acuarelas, óleos, etc.—, donde el color se aplica directamente sobre el lienzo mediante la colocación de una sustancia en su superficie, en este caso no ocurre lo mismo. Por esta razón, es natural que en todas las reproducciones pintadas de la Síndone, al colocar la tela a contraluz, sí se pueda ver el material que forma la figura.
Esta característica sugiere que la imagen se «proyectó» de manera perpendicular al lienzo que la cubría, lo que descarta la posibilidad de que alguien hubiera creado esa imagen, ya que, como sabemos, todo pintor imprime una cierta dirección al color.
La imagen de la Sábana es un negativo óptico, lo que permite que sea comprensible a nuestros ojos al invertir su claroscuro en un negativo fotográfico (un negativo fotográfico convertido en positivo visual). Solo entonces la impronta adquiere un aspecto real y detallado.
Esta es quizás la característica más sorprendente que ya se ha explicado en el punto anterior. La intensidad de la imagen varía según la distancia entre la tela y el cuerpo. La relación matemática es tan precisa que resulta imposible para los científicos crear una réplica tridimensional del hombre de la Sábana.
Aunque el color de las fibras degradadas es uniforme en todas ellas, la variación en su concentración otorga a la imagen diferentes tonalidades visuales. Los investigadores estadounidenses señalaron que la densidad de la huella en la parte interna del labio es diferente a la de la parte externa, lo que indica que se trata de una imagen con un nivel de detalle muy fino. Al comparar la imagen de la Síndone con algunos intentos de replicación realizados mediante reacciones químicas de sudor o diversas sustancias que podrían haber estado sobre el cadáver, se observa que estos intentos resultan en manchas difusas, mientras que en la Síndone el detalle es extremadamente sutil.
El incendio de 1532 produjo una combustión parcial de la tela que estaba en el interior de una caja de madera recubierta de plata. Sin embargo, el cambio en la temperatura no alteró el color de la impronta. No se produjeron cambios en ninguna de las zonas. La imagen no ha sido alterada por el calor. La parte más cercana a las quemaduras presenta un colorido idéntico al de las áreas más alejadas del fuego.
Aunque la Sábana fue empapada durante la extinción del incendio en 1532, la imagen no parece haber sufrido ningún efecto. Si el pigmento fuera soluble al agua, en la Sábana se produciría una dispersión del color.
Se emplearon cientos de disolventes en un intento de eliminar el color pardo-amarillo de los hilos que componen la impronta, pero no se logró. Según lo publicado por el STURP, el color de la imagen se debe a una degradación de la celulosa del lino. Así lo resumen Ian Wilson y Barrie Schwortz:
“Según el análisis de Heller y de Adler, y en consonancia con las observaciones «in situ», las fibras de la Sábana Santa, que representan la imagen del “cuerpo” no tienen añadida a ellas ninguna sustancia identificada que pudiera ser responsable de la imagen. Es como si, simplemente, se han degradado, o “envejecido», en aquellos lugares en los que aparece la huella, de la misma manera que un periódico se vuelve amarillo cuando se expone a la luz solar intensa, sólo que el “amarillamiento” se ha producido de forma selectiva, con una intensidad relacionada con la distancia (teórica) del cuerpo a la tela, en cada punto”.
Hasta la fecha, ninguna de las teorías científicas ha logrado explicar todas las características observadas. Los miembros del equipo STURP dedicaron más de 150.000 horas de estudio al tema antes de publicar su informe final sobre la imagen en 1981, comparando las diversas teorías formuladas con las características mencionadas.
Si pudiéramos hacer que un cadáver emitiera una radiación de altísima energía en una fracción de segundo y controlar este proceso de manera precisa, podríamos obtener una huella con todas las características requeridas. Sin embargo, esto aún no se ha logrado. Desde un punto de vista científico, la conclusión es clara: nos encontramos ante una imagen que no puede ser explicada ni por causas naturales ni artificiales.
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