La Síndone presenta una representación médica precisa de una ejecución que coincide con las descripciones de los Evangelios. Varios médicos, entre ellos el Dr. Robert Bucklin, uno de los forenses que ha estudiado la Sábana, han analizado la impronta del Lienzo de Turín como si se tratara de un cadáver en la mesa de operaciones. Según sus características, los antropólogos sugieren que la persona representada podría ser de raza hebrea, un hallazgo que también respalda el estudio del grupo sanguíneo realizado por expertos.
Recientes estudios realizados mediante técnicas de resolución anatómica por los científicos Liberato de Caro, Elvio Carlino, Cinzia Giannini y Giulio Fanzi, han detectado nuevas evidencias biológicas en la Sábana Santa (2017). Los resultados obtenidos son incompatibles con una pintura y revelan la presencia de nanopartículas relacionadas con suero sanguíneo patológico y creatinina unida a ferrihidrato, características propias de un organismo que ha sufrido un fuerte politraumatismo debido a torturas.
A continuación, enumeramos a modo de síntesis las características del análisis realizado:
En el relato de la Pascua de Resurrección según el Evangelista Juan, no se menciona la Síndone como tal, sino que se hace referencia a «lienzos». Sin embargo, se indica que Jesús fue enterrado de acuerdo con las costumbres hebreas de la época. ¿Cómo era este proceso de enterramiento? A diferencia de los egipcios, que utilizaban vendas, los hebreos envolvían a los difuntos en una gran sábana. Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) mencionan que Jesús fue envuelto en una síndone, es decir, un lienzo de lino lo suficientemente largo como para cubrir completamente el cadáver.
Los apóstoles proclamaron que, tras ser depositado en el sepulcro, Jesús resucitó de entre los muertos. Los lienzos utilizados en su amortajamiento fueron testigos silenciosos de este acontecimiento, destacando especialmente la Síndone. Los evangelistas afirman que al abrir el sepulcro solo quedaron los lienzos; Juan proporciona detalles precisos sobre su disposición: los lienzos estaban caídos y el sudario que había cubierto su cabeza permanecía en su lugar.
Jn 20: Vieron los lienzos tendidos (othonia keimena) y el sudario (soudarion) con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Mt 27, 59: Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio de lino, y lo puso en su sepulcro nuevo que él había excavado en la roca.
Mc 15, 45: Luego bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió en el lienzo y lo colocó en una tumba que había sido tallada en la roca.
Lc 23, 52: Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándole, le envolvió en un lienzo de lino, y le puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía.
San Jerónimo, en el siglo IV, cita un pasaje del «Evangelio a los hebreos» —un evangelio apócrifo que consideraba auténtico y que no ha llegado hasta nosotros— en el que se relata que Cristo resucitado, durante una de sus apariciones, tomó la Síndone y la entregó al siervo del sacerdote. Este episodio refleja una antigua creencia en la conservación del Lienzo por parte de la primitiva comunidad cristiana.
El misal mozárabe utilizado antes del siglo VI menciona huellas en la Síndone. En la versión impresa de 1500 realizada por el cardenal Cisneros, se afirma que Pedro y Juan encontraron en los lienzos «las huellas» recientes del resucitado. Esto indica que la Síndone era bien conocida en España.
Hasta principios del siglo XX, era común que muchas familias españolas incluyeran una oración de acción de gracias por la Sábana Santa al finalizar el rosario. Existe también una estampa italiana que reproduce un texto similar.
En el año 310, el Papa San Eusebio prescribió que la misa se celebrara sobre un paño de lino puro, evitando seda o telas teñidas, recordando así el lienzo que envolvió el cuerpo de Cristo en el sepulcro. Esta práctica ha perdurado hasta nuestros días.
En 1998, el Papa Juan Pablo II pronunció un discurso ante la Sábana Santa, afirmando: «Es una provocación a la inteligencia. Requiere sobre todo el compromiso del hombre, especialmente del investigador, para captar con humildad el profundo mensaje dirigido a su razón y a su vida».
El 2 de mayo de 2010, durante una visita pastoral a Turín, el Papa Benedicto XVI veneró la Sábana Santa y expresó: «Es un icono escrito con sangre… La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida».
En 2015, el Papa Francisco se refirió a la Sábana Santa de Turín como «un icono de amor que ha atraído a muchas personas aquí a Turín». Añadió que «la Sábana Santa nos dirige hacia el rostro y el cuerpo martirizado de Jesús y nos impulsa hacia cada persona que sufre y es injustamente perseguida».
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