El Cáliz de Valencia, también llamado Santo Cáliz, es una copa que se cree que fue la que Jesús de Nazaret tuvo en sus manos en la última cena con sus discípulos. Tanto por los datos arqueológicos, como por el testimonio de la tradición y los documentos que se poseen, es un objeto digno de ser estudiado y tomado en cuenta. Actualmente se conserva en la Catedral de Valencia.
El Cáliz es la parte superior de una copa que mide 17 cm de altura y 9 cm de ancho. Se trata de una taza de ágata finamente pulida que muestra vetas de colores cálidos cuando refracta la luz. Es una “copa alejandrina” que los arqueólogos consideran de origen oriental, de los años 100 al 50 a.C. Mucho más posteriores son las asas y el pie de oro grabado. En total, mide 14,5 x 9,7 cm y su base es elíptica.
La tradición aragonesa afirma que el Cáliz habría llegado a Roma con Pedro y Marcos, quien a su vez lo había heredado de su familia.
Hasta el Concilio Vaticano II, el Cánon Romano era la única plegaria eucarística que se usaba en la liturgia del rito romano, pero inicialmente fue la plegaria eucarística local de Roma. Rezaba “Et hunc praeclarum cálicem”. “Et hunc” significa “este y no otro”, “este mismo” y “praeclarum” “conocido por su fama”, “famoso”. La única deducción posible es que en el siglo II se pensara que los papas creyeran que estaban usando el mismo cáliz que usó Jesús.
La salida de Roma fue consecuencia de la persecución del emperador Valeriano, en el año 258 d. C. No fue por motivos religiosos, sino económicos: el tesoro imperial estaba en bancarrota. Por eso, el emperador exigió a Lorenzo que le entregase “los tesoros de la iglesia” y este le pidió que le concediera tres días para poder reunirlos. Los soldados romanos detuvieron al Papa Sixto II y a su diácono, Lorenzo, oriundo de Huesca.
En los tres días concedidos, Lorenzo puso a salvo el Cáliz (un objeto antiguo y valioso) y lo entregó para que lo llevaran a España. El abad Donato afirma que el encargado del traslado fue un tal Precelio y que le dio “el cáliz en que Cristo, nuestro Bien y Maestro consagró la preciosa sangre la noche de la Cena”.
El emperador tenía buena información porque el primer diácono era el encargado de repartir las limosnas y también se ocupaba de la custodia del cáliz sagrado. Lorenzo llevó ante el emperador a los pobres que atendía diciéndole: “El tesoro de la Iglesia son los pobres”, pero el emperador lo consideró una burla y condenó al diácono a ser asado en una parrilla. En Huesca, donde estuvo la casa de los padres de Lorenzo, Orencio y Paciencia, se levanta actualmente la ermita de Loreto, y las excavaciones arqueológicas demuestran que allí hubo una villa romana de la época llamada Loret.
Con el tiempo la reliquia debió ser depositada en la Iglesia de San Pedro el Viejo, en Huesca, y allí quedó guardada hasta la invasión musulmana. Según fuentes arqueológicas este lugar fue templo romano, posteriormente visigodo, luego mozárabe y finalmente románico. Esta iglesia fue la primera sede episcopal de Huesca, y allí están enterrados Alfonso I el batallador y Ramiro II el monje, miembros destacados de la dinastía aragonesa.
En el año 711 comenzó la invasión musulmana de España y el obispo de Huesca abandonó la ciudad con el Cáliz. La antigua sede episcopal de Huesca iniciará así un largo periodo itinerante en el que fue cambiando de emplazamiento. Cada cambio de sede suponía el traslado de la ubicación del Santo Cáliz, que fue recorriendo distintos lugares de los Pirineos.
A lo largo de más de tres siglos, los cristianos que se oponían al dominio musulmán fueron desplazándose en un ámbito de pocos kilómetros en torno a Jaca.
Cuando el avance musulmán llegó a Huesca, el obispo Acisclo con toda su comitiva huyó hacia los Pirineos donde fue martirizado. Según la tradición, la copa sagrada se ocultó en una ermita de Yebra. A pocos metros, en la cima del monte, otra ermita conmemora la muerte del Obispo Acisclo y sus sobrinos Cornelio y Orosia.
Los distintos escondites conservan algunas de las características que se mencionan en los relatos sobre “La búsqueda del Santo Grial”.
Años después, el Cáliz estuvo refugiado en el antiquísimo Monasterio de Siresa. Una tradición local dice que -en un hueco en el ábside- se ocultó “un grial”. En tal monasterio fue educado, en el siglo XI, quien llegaría a ser Alfonso I el batallador, por antonomasia, el “Rey del Grial”.
Un elemento clásico de todas las leyendas es la marca en el suelo que señala el lugar donde se encuentra el Grial, una pequeña oquedad en el flanco izquierdo del hueco conserva los restos de un estante. Cubierta la oquedad con una piedra plana daría la sensación de que el muro era sólido.
Huyendo del dominio musulmán, los prelados oscenses se refugiaron en el valle de Borau, donde se creó la primera diócesis aragonesa. Allí se encuentra la ermita de Santa María (hoy San Adrián) de Sásabe, que fue monasterio y luego iglesia adscrita al priorato de la Catedral de Jaca. Bailo fue una de las tres sedes itinerantes de la corte aragonesa. Curiosamente, casi todas las iglesias de los Pirineos que se considera que custodiaron el Santo Grial se dedicaron a San Pedro.
Cuando Jaca pasó a ser capital del Reino de Aragón también alcanzó el rango de Obispado (sucediendo a Sásabe, Siresa y San Juan de la Peña). En 1076 un obispo jacetano se llevaría consigo el Grial cuando se retiró a San Juan de la Peña y el Cáliz permaneció allí más de tres siglos. En el monasterio, habitado por monjes cluniacenses, acabaron de reunirse los restos de la iglesia aragonesa preislámica. Reconocido como la cuna simbólica del Reino de Aragón, San Juan de la Peña fue testigo de importantes acontecimientos: la introducción del rito litúrgico romano en la Península Ibérica, poniendo fin al antiguo rito hispano-visigótico, y el añadido al Grial del relicario de oro con asas que ostenta actualmente (se ha acreditado que tal relicario no fue hecho por los monjes).
Fue el rey Martín I el Humano quien consiguió que los monjes de San Juan de la Peña le entregasen el Grial. Se lo llevó a su Palacio Real de Zaragoza donde vivía. El mismo año 1399, Martín el Humano mandó construir en el Palacio la capilla de San Martín para que fuera sede de reliquias reales.
Acta notarial de entrega del Cáliz. Pergamino 136 del Archivo de la Corona de Aragón, de 26 de septiembre de 1399
El relicario de los reyes de Aragón fue trasladado a Valencia. En un primer momento, al Palacio Real valenciano. El traslado coincidió con su máxima extensión territorial. Para sufragar la campaña de Nápoles, Alfonso V pidió un préstamo a los canónigos valencianos y garantizó la devolución con su relicario. Como el rey Magnánimo no devolvió nunca el préstamo, los canónigos valencianos ejecutaron la garantía, pasando a la Catedral todo el relicario real en 1437. En el documento de la cesión se subraya la entrega del Santo Cáliz de Jesucristo.
Durante la Guerra de la Independencia contra Napoleón, el cabildo de la Catedral abandonó Valencia con los objetos valiosos. En 1809 se llevaron a Alicante y en 1810 unos objetos fueron a Ibiza y otros a Mallorca. El Santo Cáliz a Ibiza. El 22 de diciembre de 1811 la Junta Provincial de Mallorca ordenó que el cargamento (22 cajas) fuera a Palma, lo que ocurrió el 15 de febrero de 1812. Todas las cajas quedaron depositadas en la Catedral, menos la que contenía el Cáliz, que el canónigo celador D. Pedro Vicente Calbo se negó a entregar a pesar de las presiones. Eso lo salvó, porque todo lo demás fue fundido en la Casa de la Moneda de Palma para sostener la guerra.
Al inicio de la Guerra Civil (1936-39) fue profanada la Catedral junto a casi todas las iglesias de Valencia. El canónigo celador del Santo Cáliz lo entregó a Dña. Sabina Suey, quien lo puso a salvo jugándose la vida. Para mayor seguridad, Dña. Sabina envió el Cáliz con unos familiares que vivían en una localidad próxima a Valencia (Carlet) donde fue emparedado. Un consorcio de joyeros judíos de Amberes ofreció cuatro millones de pesetas en oro a Sabina a cambio del Grial, y el gobierno inglés le ofreció ponerla a salvo con toda su familia. El 30 de marzo del 39 entregó el Cáliz a los vencedores y fue condecorada por el arzobispo.
Otto Rahn, estudioso de la mitología medieval, inspiró a Hitler a conseguir las “reliquias de poder”, por lo que no podía dejar de buscar el Santo Grial que -según las leyendas- concedía la vida eterna. El 23 de octubre de 1940 Heinrich Himler, jefe de las SS, buscó el Santo Grial en Montserrat. Creía que era en realidad el «Monsalvat» que aparece narrado en el Parsifal de Wolfram von Eschenbach y Richard Wagner. Evidentemente no encontró ninguna pista.
La ampliación de la Catedral de Valencia en el siglo XV incorporó al edificio principal la antigua aula capitular que fue convertida en capilla. Desde 1916 se guarda en la “Capilla del Santo Cáliz de la Cena”.
Muchos artistas reflejan esta tradición: Salvador Eucarístico de Juan de Joanes; Sumo y Eterno Sacerdote de Segrelles; La Última Cena de Ribalta. Pero el Renacimiento llega a España por Valencia y con él la crisis de la veneración a las reliquias.
La investigación científica del Santo Cáliz se inició en 1960, cuando el arzobispo de Valencia solicitó un dictamen al catedrático de Arqueología de la Universidad de Valencia, D. Antonio Beltrán. Obtenido el permiso correspondiente, Beltrán desmontó el Cáliz confirmando que estaba compuesto por tres partes independientes.
La copa superior: es de piedra, (muy pulida, sin poros) con un pequeño reborde en forma de pie, que permite engarzarla al relicario de oro.
El vástago central: es medieval (finales del siglo XI o principios del XII) y la función de las asas es impedir que se tuviera que tocar la reliquia con las manos.
La base: es una copa invertida (de sección ovalada) también de piedra, y parece que se ha seleccionado por su parecido con el Cáliz.
La Arqueología no solamente no prueba lo contrario ni censura la substancia de la tradición sobre el Santo Cáliz, sino que apoya y confirma terminantemente la autenticidad histórica.
D. Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología de la Universidad de Valencia.
La copa superior es un grial (palabra bajo-latina española derivada de gratalis) y puede datarse entre el siglo II a.C. y mediados del siglo I d.C. En el Museo Británico de Londres, en la sección del Imperio Romano, se exponen varias copas de piedra noble, formalmente idénticas al Santo Cáliz (aunque de menor tamaño) datadas entre el año 1 a 50 d. C. Según Plinio el Viejo estas copas de colores dejaron de realizarse a mitad del siglo I.
El Grial está hecho con una piedra de ágata veteada (una variante del cuarzo), siendo que las vetas claras son prácticamente transparentes. El estudio gemológico de la copa, realizado por expertos de las Universidades de Zaragoza y Valencia, Dra. M. Cinta Osácar, Dra. Carolina Naya, Dr. Clodoaldo Roldán y Dra. Sonia Murcia, determina que se ha tallado a partir de una geoda aplastada. En el Museo de Ciencias Naturales de Nueva York existe una piedra de ágata con colores muy semejantes a los del Santo Cáliz. Con un grosor de unos tres milímetros, el color de la copa varía según se ilumine.
La tesis doctoral en Historia del Arte, realizada en 2019 por la turismóloga Ana Mafé, constata que el Cáliz de Valencia cumple los requisitos rabínicos para ser una copa de bendición judía. Está tallado en una piedra (materia pura), no porosa (purificable), con capacidad para contener dos revit de vino (un revit son 86 ml).
Estudio arqueológico del Santo Cáliz de la Última Cena, el Santo Grial.
El Dr. Mas-Barberá, de la Universidad Politécnica de Valencia, en el II Congreso Internacional sobre el Santo Grial, corrobora que su capacidad es la requerida ritualmente para un Kos Kidush: entre uno y dos revit. Durante el estudio previo a su ponencia para tal congreso se realizó un escaneado del Santo Cáliz con uno de los escáneres para tres dimensiones más precisos que existen. En la ponencia se determinó que la capacidad total máxima de la copa serían 250 ml hasta el borde. A un centímetro aproximadamente del borde, la capacidad de líquido serían 172 ml, 2 revit.
Estudios recientes (2016-2020) del Dr. Gabriel Songel, catedrático de Diseño de la Univ. Politécnica de Valencia, nos proporcionan mucha información sobre la historia y sus circunstancias. Es evidente que cualquier supuesta reliquia que haya pasado por la Edad Media tiene que tener un relicario. Pero en este caso el Cáliz tiene un acabado excepcional para la época (la decoración hecha a buril tiene una precisión inusual y en el interior de los dibujos se ve un esmalte de color azul). Todo el relicario está hecho para exaltar la parte superior con una simbología muy precisa estudiada por Songel y también por el Dr. Manuel Zarzo (quien ha encontrado vinculaciones con el texto del Apocalipsis).
El patrón de diseño del Santo Cáliz de Valencia (Gabriel Songel).
Según Songel, podemos deducir que el relicario se realizó entre 1064 y 1137 (en época de Sancho I Ramírez o la de sus hijos Pedro I, Alfonso I el batallador o Ramiro II el monje). Fue realizado por un orfebre profesional, ya que se ajustó a los patrones de diseño propios de la época. Demostró también la implicación de la dinastía navarro-aragonesa con este relicario, que cuenta -en su bola central- con un “nudo de Salomón”, signo usado en documentos notariales de Pedro I.
Para dar realce y estabilidad al Grial, el relicario incluyó como base una copa elíptica invertida (en forma de naveta) también de piedra.
El Dr. Beltrán, en su análisis de 1960 del Santo Cáliz, descubrió una misteriosa inscripción en la base del relicario, que intentó descifrar. Aunque la mencionan los relatos sobre el Grial del siglo XIII, no estaba documentada. Parece realizada en letra cúfica (letra cuadrada árabe que solo contiene las consonantes), pero de difícil interpretación.
El Dr. Songel descubrió que para leer la inscripción hay que acudir a su imagen especular. Según los especialistas judíos que consultó, es un texto hebreo que dice, de forma abreviada, Joshua Yaveh, «Jesús (es) Dios”.
El experto en ciencias religiosas, José Agustín Blasco, proporciona una explicación razonable. Completó el hallazgo al descubrir que mirando la inscripción en posición invertida se puede leer también «Jesús (es) Dios” en árabe transliterado. Songel aceptó esta aportación.
En resumen, ningún otro supuesto cáliz que haya pretendido ser competidor del de Valencia cumple los requisitos necesarios para ser el auténtico Grial. En 2017 empezó a hablarse del cáliz de Dña. Urraca como el supuesto Santo Grial. No puede serlo: sin el suplemento de oro que se le añadió en el siglo XI-XII es un cuenco muy plano y con escasa capacidad (el cáliz de Doña Urraca no puede ser una copa de bendición judía).
La mayor aportación del Dr. Songel ha sido documentar una laguna que ponía en entredicho toda la historia aragonesa del Grial.
Los acrósticos descubiertos refieren que el Cáliz estaba allí, pero no lo explicitan para evitar que esa información llegase a los musulmanes.
Uno de los acrósticos menciona a Petrus Alfonsi, un sabio judío converso quien solía hacer ideogramas en sus obras y que podría ser el autor tanto de los acrósticos como de la inscripción del Cáliz.
El diseño conjunto queda inscrito tanto en la retícula cuadrilobular (Franz Rziha realizó en el s. XIX un estudio de 9.000 marcas de cantero hechas en los siglos XII y XIII y las clasificó con arreglo a cuatro tipos de patrones compositivos basados en el cuadrado, el triángulo y el círculo), como en la retícula de la lápida de Arjona, también conocida como la mesa del rey Salomón.
En 2007, el Centro Español de Sindonología organizó el I Congreso Internacional sobre el Santo Cáliz, con la máxima representación institucional: el presidente de la Comunidad Autónoma valenciana, el cardenal arzobispo de Valencia, la alcaldesa de Valencia y el presidente del Centro Español de Sindonología.
En 2021, la misma entidad convocó el II Congreso Internacional sobre el Santo Cáliz -esta vez online por la pandemia del coronavirus- con participación de especialistas e investigadores de diversas universidades, quienes ratificaron punto por punto lo que se había estudiado hasta ese momento.
En Jerusalén, el dueño de casa, el pater familias, era quien ponía el cáliz para la Pascua. En las palabras de Jesús encontramos tres indicaciones de que era un hombre rico: un hombre que lleva un cántaro de agua es un sirviente; una habitación grande en el piso de arriba, amueblada con divanes. Esta cena es un importante ritual festivo judío, instituida en el libro del Éxodo (Ex 12, 1-14), que se celebra en la víspera de Pascua, cuando se avecina el tiempo de Minjá, el sacrificio vespertino.
El tema central de la fiesta de Pascua es la Haggadah, (que significa “contar la historia”), la narración del Éxodo. En la celebración se usa un Kos Kidush, (copa de bendición) para las cuatro bendiciones rituales, que corresponden a las cuatro expresiones de libertad que se mencionan en el Éxodo: santificación, salvación, redención, consumación.
Jesús hace tres cosas en la Última Cena: lavatorio de los pies, institución de la Eucaristía y no consumir la cuarta copa. Realiza una «novatio»: un acto por el que se transforma un contrato (la Antigua Alianza) sin extinguirlo. Eso supone, además, reconocer su divinidad, pues nadie sino Dios podía alterar el pacto inicial.
En el huerto Jesús se refiere al cáliz que faltaba: el de la consumación. La Cena de Jesús se prolonga hasta que consume el vinagre (4ª copa) y la cierra con la expresión ritual: “Nirtzá” (“Todo está consumado”).
Marcos concluye la narración del arresto de Jesús con una noticia. No dice quién es el joven, pero sí cómo va vestido.
Los Hechos de los Apóstoles nos permiten pensar que el Cenáculo era la casa familiar de Marcos (con lo que el joven podría haberles seguido cuando se fueron a orar a Getsemaní). La clave sobre la titularidad del Cenáculo nos la da un episodio ocurrido 11 años después de la Última Cena, en la Pascua del año 44 d.C. Eusebio de Cesárea (Hist. Eccl. III, 39) presenta a Marcos como el intérprete de Pedro, quien recogió y tradujo su predicación en Roma.
Mc 15, 51-52: «Lo iba siguiendo un muchacho envuelto solo en una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo». Traducción española de la construcción semítica del texto (oculta tras el griego): «Y uno, que sería servidor en la obra de ellos, lo seguía envuelto en un lienzo de lino sobre el cuerpo desnudo; pero lo agarraron, y él, dejando la sábana, huyó desnudo».
Hch 12, 1-11: «Consciente de su situación (Pedro) se dirigió a casa de María, la madre de Juan, apellidado Marcos, donde estaban muchos reunidos en oración».
Los relatos surgen y se extienden a través del «Camino de Santiago». De hecho, una de las ramas pasaba intencionadamente por el territorio del Grial. Los relatos más conocidos fueron compuestos por Chrétien de Troyes (hacia 1180) y por Wolfram Von Eschenbach (ya en el siglo XIII).
La leyenda de Perceval, también conocida como Le Conte du Graal, fue escrita por Chrétien de Troyes entre 1181 y 1191. Perceval se encuentra con el rey Pescador y acude a su castillo. Ve un grupo de caballeros y se da cuenta de que quiere ser uno de ellos. Al día siguiente, Perceval se encontró con todo el castillo desierto. Un nuevo deseo le acomete: encontrar el «Grial», la Lanza sangrante y penetrar en su secreto.
La historia de Chrétien de Troyes queda inconclusa, pero inspiró el trabajo de algunos escritores posteriores, entre los que destaca el poema de Wolfram von Eschenbach, que a su vez inspiró a Richard Wagner la ópera llamada Parsifal. El Parsifal describe el Grial como un cáliz de piedra (que refulge y cambia de color) como el de Valencia. Frecuentemente, los críticos indican que en la versión de Chrétien de Troyes no se especifica que el Grial sea una copa. Wolfram Von Eschenbach da una versión católica de la historia al vincular el Grial a la Última Cena, la Eucaristía y la Pasión de Cristo.
En estos relatos hay elementos que claramente no son históricos, por ejemplo, la Corte de Camelot o incluso los que se han introducido en las películas de Indiana Jones. Cuando los relatos hablan de circunstancias supuestamente inventadas hay un trasfondo cristiano. La narración de los hechos acaecidos en torno a la Mesa Redonda muestra un fracaso, porque es el intento de crear un reino de caballeros perfecto basándose exclusivamente en las fuerzas humanas. Ese reino perfecto aparece yermo y en él, el que iba a ser el mejor caballero comete adulterio con la esposa del rey Arturo. Ese ambiente de derrota cambia cuando tienen una visión en la que los ángeles les muestran el Grial a los caballeros y estos salen a la búsqueda de la reliquia. Solo Parsifal, el caballero puro, consigue llegar hasta el Grial y lo encuentra en un castillo oculto en una montaña llamada Montsalvat. La descripción de Monsalvat encaja plenamente con la de San Juan de la Peña, incluso los hitos del camino para llegar a él que se mencionan en el Parsifal: Anfortas, “el rey Pescador”, es un trasunto del rey Alfonso I, el batallador.
La Santa Sede concedió a Valencia, a partir de 2015, un Año Santo Eucarístico a perpetuidad -cada cinco años- por ser sede del Santo Cáliz. Solo seis ciudades en el mundo, cuatro españolas, pueden celebrar Años Jubilares regularmente. En concreto: Jerusalén, Roma y las ciudades españolas de Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana, Caravaca de la Cruz y Valencia.
© INSTITUTO JOHN HENRY NEWMAN - UNIVERSIDAD FRANCISCO DE VITORIA
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