INSTITUTO JOHN HENRY NEWMAN

Así fue la presentación del libro ‘Auge y progreso de las Universidades’ de J.H. Newman, publicado por primera vez en español

El pasado miércoles 12 de junio celebramos la tertulia sobre el libro Auge y progreso de las universidades (Rise and progress), una obra del Cardenal John Henry Newman que ha sido recientemente traducida al español por Gabriel Rodríguez y José Fernández, ambos profesores de la Universidad Villanueva; y Miguel Rumayor, investigador del CEV de la Universidad Francisco de Vitoria. 

Esta obra de Newman, que no había sido traducida nunca al español, destila la esencia de lo que significa lo universitario navengando en su origen antropológico e histórico.

El acto contó con la presencia de sus traductores y con Nicolás Casas, director general de Universidades de la Comunidad de Madrid, quien puso en valor la labor de J.H. Newman de volver a repensar la misión y la esencia de la Universidad dado que estamos en un contexto de cambio profundo y normativo de la Universidad. Este cambio, apuntaba, ha traído al panorama político y comunicativo el tema de la Universidad y destacó la importancia de que haya pensamiento y ensayos que reflexionen sobre cómo queremos que sea la Universidad. Hoy en día, apuntaba, no hacemos este esfuerzo de pensar cómo queremos realmente que sea la universidad antes de ponernos a plasmar una ley. 

La Universidad no está para las salidas sino para la formación

Javier Aranguren, profesor de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria, destacó el constante esfuerzo que hace Newman por recordar que la Universidad es una institución educativa. Para el autor es claro que se trata de centrarse en los alumnos, en su crecimiento intelectual y personal. Pone en ese objetivo la razón de ser de los profesores y la razón de ser de la financiación. La Universidad no está para las salidas, no está para la empleabilidad, está para la formación y para el crecimiento, recordaba Javier parafraseando a Newman. 

«Has venido para ver y oír lo que no puede oírse o verse en ningún sitio»

Newman relata la vida, el espíritu que se da en la Universidad, por amor al conocimiento, por amor a la verdad. La investigación ha de ir enfocada a un saber que es entregado. Lo entrega no como quien traslada conocimientos sino formar en conocimiento y a través de ellos. El objetivo, dice Newman, no es formar eruditos sino una comunidad y una ciudadanía del pensamiento. La ubicación del Campus y su noción, dice, tiene que ser liberal y noble. Tiene mucho que ver con el ocio erudito. El lujo es parte de la apertura de espíritu que deberían poder vivir los estudiantes.

Si desaparece la relación de dependencia entre docente y discente, la universidad pierde su esencia. Un sistema académico sin la influencia de los profesores entre sus alumnos es un invierno ártico. La sobresaturación de clases y de gestión puede impedir que se dé lo verdaderamente universitario: la relación entre alumno y profesor. 

De izquierda a derecha: Rocío Solís (Coordinadora del I. Newman), José Fernández (traductor), Nicolás Casas (director general de Universidades de la Com. de Madrid), Miguel Rumayor (traductor), Javier Aranguren (profesor de la UFV) y Gabriel Rodríguez (traductor principal).

El libro es un complemento de La Idea de Universidad con un toque más afectivo

Gabriel Rodríguez, traductor principal, comenzó contando la dificultad de encontrar esta obra poco conocida entre las obras de Newman y su grata sorpresa al encontrarla puesto que le pareció una obra fascinante y fácil de leer que admite un sentimiento más afectivo y cercano si lo comparamos con La idea de la Universidad. Auge y progreso de las universidades rescata la vida y esencia de la Universidad a partir de un recorrido histórico y antropológico.

Newman es considerado uno de los maestros de la prosa inglesa. Es un autor del siglo XIX y victoriano, un escritor prolijo. Siendo así, Newman insiste en que no hay comparación entre leer un libro y la relación y el conocimiento que se transmite en una relación personal. Gabriel Fernández insistía en la actualidad que tiene esto, en la época de los estudios online y la no presencialidad en pos de sacar títulos. Gabriel Rodríguez recomienda, para empezar a leer a John Henry Newman, los Sermones Parroquiales, que fue de lo primero que tradujo del Cardenal Newman.

Lo que publica Newman es consecuencia de su experiencia, de lo que le pasa en la vida

José Fernández, traductor, aconsejó empezar por alguna biografía suya para poder comprender también sus escritos en clave personal. Aconsejó el ensayo biográfico de Víctor García Ruiz. Newman escribe lo que escribe a cuenta de lo que le pasa en la vida, de sus reflexiones o de lo que le encargan. Así, su obra no está desligada de su historia y leer antes su biografía puede dar mucha luz a la hora de leer sus textos. «Leer a Newman es hablar con Newman», decía. 

¿Qué puede aportar Newman a la idea de Universidad que tenemos hoy? 3 ideas fundamentales 

José Fernández inició explicando el contexto en el que se escribe el libro. La fundación de la universidad católica en Inglaterra no sienta bien a los obispos porque ven que empieza un movimiento muy secularizador. Los católicos no podían ir a universidades que no lo fueran porque implicaba apostatar. En este contexto, Auge y progreso recopila una serie de artículos periodísticos que tienen como objetivo que la gente acepte la universidad. Se tratan tres temas fundamentales:

  1. La Universidad es excepcional porque la oferta precede a la demanda. Una universidad es un sitio donde se busca la verdad de modo gratuito y viene gente de todas partes por el lugar tan bello y por los temas que se tratan. Es un lugar de ocio. Lo que permite disfrutar de la vida y habitarla, es lo que sucede en la Universidad. 
  2. La inutilidad y gratuidad del conocimiento. La difusión del conocimiento es gratuito. Es un bien que es difusivo y se hace de modo generoso. El alumno disfruta del entusiasmo del profesor que, al descubrir y fascinarse por la verdad que ha conocido, quiere y necesita compartirla. Hoy en día el experto ha sustituido al sabio y el técnico ha sustituido al maestro. 
  3. La influencia personal. Se trata de buscar la verdad y difundirla mediante la relación humana. El alumno aprende más viendo al profesor disfrutar que por el argumento en sí mismo. El alumno no se acuerda tanto de lo que se ha dicho sino de quién lo ha dicho. El conocimiento está integrado a la vida concreta del profesor y eso toca el deseo del alumno y hace que quiera aprender. La influencia personal para Newman es la esencia de la Universidad pero necesita de una disciplina, un marco normativo. El marco normativo no es la universidad pero es necesario. Una universidad sin influencia personal produce exceso de normativismo, cuestión que mantiene a los profesores ahogados y sin posibilidad de propiciar las relaciones y el diálogo. 
  4. La formación intelectual y la formación moral. La universidad no está solo para la formación intelectual sino también para la formación moral de la persona. ¿Cómo compaginar la formación del carácter sin dar una especie de catequesis en el aula? La universidad no está para eso sino para el conocimiento científico. Newman pone la formación moral en el College. Ahí pone el balance. Benedicto XVI discrepa con Newman en este punto porque consideraba que la verdad es performativa porque conocer la verdad exige una adherencia al bien.

José Fernández hizo notar que no todo lo que propone Newman se puede cumplir a día de hoy, pero hay mucho que sí porque depende solo del profesor. Si se fomentan los espacios de encuentro, hay sitio donde hacer universidad. Además, en la Universidad hay minorías interesadas que buscan y si el profesor está disponible, se puede hacer universidad. Disponibilidad para ser un maestro para otros. También se puede fomentar mucho el lenguaje simbólico que crea el Alma Mater, más allá del marketing y los logos. Con la belleza, el arte, forman mucho, más allá de lo que se dice en el aula. 

Miguel Rumayor destacó que la aportación que J.H. Newman puede hacer a la Universidad y a la Política es la de la influencia personal a través de las virtudes. Resaltó la enorme influencia que tenía Newman en la gente, de llegar a los corazones. Cor ad cor loquitur (el corazón habla al corazón). «Es importante encontrar ese prestigio de la virtud que está presente en la Universidad y que no tiene tanta luminosidad pero que, sin embargo, va transformando». 

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