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¿Qué te falta?

El otro día Luciano se detuvo y -mirándome con devoción- me dijo «non ti manca nulla, nulla manca a te» (a ti no te falta nada, nada). En ese momento recordé que meses atrás ya había hecho el mismo comentario, pero yo, que si se trata de absolutos lo espero y lo quiero todo, me apresuré en olvidarlo. ¿Cómo no me va a faltar nada? A mí, que en medio de la sobreabundancia -que advierto y agradezco- todo me parece precario, insuficiente y frágil. 

Sé a qué se refiere Luciano, que celebra que me detenga entusiasta al pasar y le cuente con desparpajo dónde voy o cómo organizo la compra semanal.

Salgo de su tienda esperanzada. Sé que los dos estamos en lo cierto. Porque nada es debido, nada me falta. Pero al mismo tiempo, con la misma fuerza y verdad, ese abismo irremediable…

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