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Palabras (¿impertinentes?) a Dios

Señor, ¿por qué te quedas tan lejos?, ¿por qué te escondes en tiempos de angustia? (Salmo 10).

Impertinentes si se hace desde la neutralidad, sin poner nada en juego, con comodidad existencial. Pertinentes si se hace con toda la cabeza y todo el corazón, desde la vida queriendo ser vivida.

¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día? (Salmo 12).

Impertinentes si casi nunca lo busco de verdad o me acuerdo yo de Él. Pertinentes si se hace con toda la cabeza y todo el corazón, desde la vida queriendo ser vivida.

Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6).

Impertinentes si no se mira a Jesús a los ojos. Pertinentes si se mira con toda la cabeza y todo el corazón, como quien se juega la vida buscándole un sentido.

Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro (Salmo 26).

Impertinentes si se dicen sin mirarse dentro de verdad. Pertinentes si se dicen con la mano en el corazón y la cabeza en los labios.

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