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¿No encajas? Él tampoco

En algunas mesas de Francia se sigue la tradición navideña de “la silla del pobre”. Es una silla vacía con su plato, sus cubiertos y todo igual que los demás comensales. De este modo, si alguien llega de improviso por Noche Buena, verá que tiene reservado su sitio.  

En nuestra sociedad individualista, hay muchos que lo tienen todo y a pesar de ello son pobres. En un viaje a Europa y viendo la mentalidad occidental actual, la Madre Teresa dijo: “La soledad y el sentimiento de sentirse no querido… es la pobreza más terrible”.  

Puede que, en la propia familia, en el grupo de amigos, de compañeros, se experimente esta sensación de vacío, de sentirse prescindible, de paso. En época de Navidad, se abre un poco más esta herida. Y no digamos si ya ni siquiera te toleran y te apartan. Según datos del Observatorio SoledadES el 13% de los españoles pasarán la Navidad solos.  

El cristianismo trae una novedad: tu valor no depende de lo que los demás piensan de ti o de su capacidad para acogerte. Tu valor la define Otro. El infinitamente Grande que se ha hecho tan pequeño y que, a pesar de ello, molestaba. Se tuvo que ir a un portal inhóspito con sus padres “porque donde se alojaban no había lugar para ellos”. Nada más nacer, Él ha querido experimentar lo que es ser dejado de lado con un único propósito: que nunca puedas decir que estás completamente sólo. ¿No encajas? Él tampoco. Y no tiene ningún plan mejor que el de quedarse contigo.  

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