Si hablamos de la universidad, en y para la universidad, lo más universitario será preguntarnos qué significa la santidad. Lo hacemos en un día como hoy donde celebramos a aquellos que ya no vemos con nosotros pero que creemos y sentimos vivos ¿Esto es metáfora o tiene categoría real? ¿qué es realmente ser santo? ¿Qué significa este título?
Seguramente nos excede en estas líneas tal propósito, así que iremos al caso y de ahí sacaremos las conclusiones. Muy universitario también.
John Henry Newman tiene el San delante desde octubre de 2019. Nuestro Instituto lleva su nombre desde hace 20 años, por lo que concluimos que ya admirábamos sus mimbres desde antes. Merece la pena conocer pues a esta figura, entender porque nos gustaría ir a la zaga de su huella en esta casa. De ahí que a partir de ahora, querido lector, recibas cada mes un breve artículo o pieza audiovisual explicando la hondura de este personaje de la mano de profesores universitarios que admiran su inteligencia de la fe y su inteligencia de la realidad.
Un poco de su historia
John Henry Newman nació y vivió en el siglo XIX en Inglaterra e Irlanda. Fue un pastor anglicano hasta su conversión al catolicismo en 1845 y siempre un buscador de la verdad. En sus propias carnes experimentó que merece la pena amar la verdad más que a la propia vida.
Ha sido uno de esos hombres que han entregado su vida a la comprensión de ese «algo más» y lo ha hecho la mayor parte de su tiempo en y para la universidad, a través de las ciencias, en el estudio del método educativo, en la construcción de la institución universitaria. Por eso, acudir a él no solo es agradecimiento con aquellos que nos llevan a sus hombros, sino pura audacia de los que seguimos apasionadamente en este bregar.
¿Qué nos dice Newman hoy?
Newman tiene mucho que decirnos hoy. Nos quedaremos con dos ideas: la educación liberal y una fe cristiana posibilitadora.
En cuanto a la primera se trata del saber por saber, es decir, un conocimiento digno en sí mismo, por lo que es y no por lo que hace. Porque el ser humano fue creado con la capacidad de comprender el mundo y tiene derecho a hacerlo. Puede entenderlo y custodiarlo y haciéndolo se eleva, se hace digno de su inteligencia y su libertad, de su capacidad para luego transformar el mundo en un lugar mejor. De la universidad se espera, pues, que aporte buenos profesionales. Bien. No es poco, pero no lo es todo, de hecho, no es lo esencial. Y esto nos ayuda a comprenderlo Newman en La idea de la Universidad, textos y discursos que fue haciendo a medida que trabajaba por levantar la mirada y la frente de la universidad.
En cuanto a la segunda idea, el mismo Newman lo expresa con claridad: si Dios existe está mal hacer como si no. Esta contundencia no indica otra cosa que una propuesta, la de mirar de frente las preguntas radicales y profundas que tiene el ser humano de todos los tiempos y darles la categoría metafísica que se merecen, cuyo laboratorio más pertinente es la universidad, el aula, la lección y la conversación. Y en la cima de todas ellas se encuentra siempre planeando la cuestión de Dios. La universidad tendrá que hacer cuentas con esto y ser consecuente con la respuesta que se dé.
De Newman hemos aprendido que cada ciencia tiene su propio territorio, su método, que no se trata de hacernos atajos con respuestas impertinentes al saber concreto, pero que en el diálogo entre todas ellas y de todas con la verdad transcendente podemos alumbrar más.
Desde el Instituto Newman queremos aprender y enseñar a reconocer en la realidad el Misterio que se esconde en todo, que sostiene todo, ese «algo más» que decíamos que el Santo conocía y que en un día como hoy celebramos que además de conocerlo, hable cara a cara con Él.