No podemos dar pan al que no se ha dado cuenta de que tiene hambre. El hambre tarde o temprano se hará notar, pero si no lo hemos experimentado despreciaremos el pan. Lo mismo sucede con las respuestas. Todos las necesitamos, pero si la pregunta no nos ha clavado el aguijón en la razón y en el alma, la respuesta nos parecerá vana, toreo de salón de intelectuales, palabrería.
La universidad es el lugar en el que podemos aprender a hacernos las preguntas importantes con inteligencia. De esta tarea depende la sabiduría de la respuesta. Ninguna pregunta será necia si realmente nos interesa su réplica para la vida, para la educación, para la ciencia. Ayudarnos en esta labor entre todos es esencial para ser una comunidad universitaria que tiene la misión de trabajar por la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza.
Desde el IJHN queremos dar las gracias a todos los compañeros de camino que nos ayudarán a preguntarnos cada día y esbozarán la primera huella.