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Así fue el Café Newman sobre el sufrimiento con Marcelo López

El pasado miércoles 19 de octubre celebramos el primer Café Newman de este curco académico. El tema presentado fue el sufrimiento, una experiencia que nos pone al límite y nos hace preguntarnos por el sentido de la propia vida,  dando una perspectiva nueva a todo lo que somos y hacemos.

Marcelo López: “Hay un factor misterioso en la vivencia de nuestro sufrimiento, nos hace crecer”

Durante los días previos se ha podido ver por el campus el cartel promocional en el que se leía entre interrogaciones el estribillo de algunas canciones actuales como “¿Un shot pa’ la pena?”, “¿la, la, la?” o “¿carnaval?”, cuestionando tantas canciones que quitan importancia o evaden la pregunta por el sufrimiento. 

La historia de Ana

Marcelo López Cambronero, profesor de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria, ha comenzado contando a los alumnos una dura experiencia que vivió cuando trabajaba como profesor de Ética en la Universidad Católica de Murcia, donde conoció a Ana. Ella deseaba tener hijos, pero no se quedaba embarazada, por lo que cuando esto ocurrió empezó a volcarse en la preparación de todo lo necesario. Cuando los médicos le dijeron que el bebé tenía anencefalia y viviría solo unas horas el entorno reaccionó con una misma voz aconsejándole que se olvidara lo antes posible del niño. Su ginecólogo también le recomendó no generar ningún lazo afectivo.  

Apenas tuvo tiempo de pensar. Cuando nació no se lo enseñaron, una enfermera le puso una especie de “redecilla” en el cerebro y se lo llevaron hacia un sitio desconocido, pero ella quería verlo, no había nada más importante en el mundo. Se aferró a Marcelo quien encontró un ápice de sensibilidad en una de las enfermeras que les bajó a una sala donde se encontraba una cuna apartada: “Pero ¡qué bonito es!”, exclamó. Le dejaron cogerlo y, mientras, Marcelo y Merche veían a través del cristal cómo le cantaba una canción. En cuanto la madre salió de allí pidió una cosa más: “¡Quiero bautizarlo!”. El capellán vino y le llamaron Emmanuel, que significa Dios con nosotros.  

Ante el dolor: la libertad puesta en juego

Marcelo confesó a todos los asistentes del Café Newman que ha sido invitado a dar esta charla por llevar consigo ese sufrimiento tan grande desde hace ya 20 años, aunque no ha dejado de ser un dolor que quisiera evitar por todos los medios. Sin embargo, sabe que fruto de la aceptación del sufrimiento puede adquirir una belleza increíble. “Resignación hubiera sido quedarse en la habitación y no conocer a Emmanuel. Aceptación fue poner en marcha la libertad y que después Ana tuviera tres hijos”, aclaró. 

Sostuvo que el sufrimiento es una huella indeleble que encierra una paradoja. En primer lugar, no queremos sufrir, deseamos que pase o nunca hubiera sucedido. En segundo lugar, no es posible afirmar que esa huella sea para mal: nos hace crecer, madurar, entender más la realidad, ser más empáticos, abrir más la mente, dejar de juzgar al que sufre y a los demás. Explicó que es cierto que a veces amarga el carácter, pero esto no sorprende, lo que resulta extraño, a la vez que real, es que de una etapa de sufrimiento surjan cosas buenas: que salgamos renovados, más felices y seamos más nosotros mismos. 

Por tanto, esta ambivalencia encierra algo innegable: “El hecho de que el sufrimiento pasado nos haga crecer lleva a pensar que tiene que haber algún factor que cambia el proceso, algo misterioso que transforma el mal absoluto en un bien distinto y que hace que las cuentas no salgan”. ¿Cómo un bien actual puede proceder de un mal?, se preguntó. “Esto nos lleva a reconocer a regañadientes que al final el sufrimiento ha merecido la pena”, concluyó. 

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