Fernando Muñoz: “Es urgente afrontar el veto del análisis racional sobre las cuestiones de fe”

Tras el Café Newman sobre la cuestión de Dios celebrado el pasado 1 de marzo, el siguiente miércoles 8 de marzo tuvo lugar el Minicurso en el que Fernando Muñoz, profesor de Humanidades de la UFV, ha profundizado en las tesis del pensamiento moderno sobre si la razón puede hablar de la fe. 

Comunicación y cuerpo, dos rasgos clave de la teología para razonar la fe

Tras constatar que los seres humanos de otros tiempos han visto su época intervenida por centros de inteligencia y voluntad superiores al hombre y que la sociedad europea es mayoritariamente atea, Fernando Muñoz previene de la crisis de civilización que vive Occidente, donde la depresión, el suicidio y la dependencia a psicofármacos han desbordado las estadísticas. Por esto se propone afrontar el veto de la modernidad al análisis de las cuestiones de fe.

¿Qué lugar ocupa la modernidad en el conjunto de las épocas? ¿Cómo podemos saber si algo está ahí y es verdadero? ¿Hay un orden independiente de la voluntad? ¿Cómo sabemos que a la percepción le corresponde algo que es real?

  • Para el atomista se construyen grandes ciudades mientras las personas viven aisladas, atomizadas, y su mundo se reduce a la escala de la subjetividad. 
  • El espiritualista considera que la mente está encerrada en su cuerpo y este cuerpo media su acceso al mundo sin saber si la imagen percibida es fidedigna de un mundo real.
  • El nominalista defiende que no hay idea de hombre, sino una palabra característica de un conjunto, ordenaciones de la realidad en función del sujeto, pero el mundo no tiene estructura lógica, Dios ha creado el mundo así, pero podría haber sido de otra manera, se podría decir cualquier cosa de cualquier otra.
  • El dualista no cree en el interior del hombre por referencia a un exterior, el yo del dualista no está dentro, la mente está fuera y tiene representaciones interiores de un presunto mundo exterior que no se sabe si está ahí.
  • El reaccionario quiere volver al pasado olvidando el futuro, mientras el progresista cree que cualquier desarrollo es mejor, lamentando la imposición de Dios en el pasado o la supuesta destrucción de culturas. 

Su razonamiento parte de la diferencia entre la idea filosófica del dios de la teología natural aristotélica, unitarista, no inteligible, frente a la razonabilidad del Dios de la teología dogmática del cristianismo. Por dos motivos principalmente: trinidad y encarnación, es decir, vínculo o cuerpo y comunicación o logos. En este sentido, el ser humano también es así: a la vez que la realidad se impone de manera inapelable llegamos a tener conciencia subjetiva por mediación de los otros, pues el lenguaje es lo que somos. Somos un cuerpo capaz de espiritualización en comunicación con otros, producto de un proceso evolutivo no azaroso, con un designio y un sentido, en el que la propia conducta construye la morfología. 

¿Que ha pasado para que se oscurezca esta certeza? ¿Por qué predomina el escepticismo y el relativismo? ¿Qué hay de la comprensión humana como autócrata apresado en el interior de un cuerpo? ¿Por qué se ha distorsionado la imagen del ser humano? ¿La fe tiene que ver con lo subjetivo? ¿Consiste en aceptar un credo? En su experiencia, más allá del acto de asentimiento, el soporte de esa fe es que es común, no se puede tener fe a solas, solo compartiendo el mundo y sus prácticas, participando en ceremonias significativas.

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