Ángel Barahona Plaza

Gustave le Bon y Elías Canetti decían que las masas experimentan una fuerza de atracción mimética prodigiosamente hipertrofiada por el aumento de los dos parámetros que la determinan: 

  • 1: La mimesis: hacer lo que otros hacen da seguridad (y)
  • 2. El aumento vertiginoso de la inversión de la distancia que separa a los sujetos.

La noción de multitud se fundamenta en primer lugar sobre ese prodigioso acercamiento de los sujetos que los precipita pronto a los unos contra los otros y provoca una coalescencia de sus “individualidades”. La masa heterogénea y amorfa se transforma en homogénea y activa espontáneamente. El movimiento se comunica de unos a otros y todos se dirigen al lugar de mayor densidad mimética. Una vez que los parámetros del número y la distancia se empiezan a hipertrofiar, la atracción ejercida por la masa o la multitud aumenta de manera exponencial.  He aquí lo que nos posibilita entender las estanterías vacías de Mercadona y el problema, entre otros, del papel higiénico.

Los expertos entienden los fenómenos de masas en “pánico”, como sonambulismo colectivo contagioso: “Miedo colectivo intenso, sentido simultáneamente por todos los individuos de una población, caracterizado por la regresión de las conciencias a un estadio arcaico, impulsivo y gregario, que se traduce en reacciones de desbandada de agitación desordenada, de violencia o de suicidio colectivo”. Los individuos pueden tomarse los unos a los otros por modelos, lo mismo que por obstáculos o por rivales. El sonambulismo colectivo es la disolución del yo-del-deseo de cada sujeto, la pérdida de la racionalidad en favor de un comportamiento contagioso que parece amortizar el miedo, haciendo lo que hacen todos.  Desaparece la voluntad personal y aparece un sujeto plural…

Esto que es ciencia, no incluye la posibilidad de invertir la predicción desde nuestra libertad. En los evangelios el concepto de multitud es técnico: Cristo es el primero en advertir cómo  funcionas las muchedumbres. Pero nos da la técnica: individuando, personalizando, señalando en singular “el que esté libre de pecado”, “primera piedra” (gesto mimético por excelencia que se neutraliza con otro gesto singular “se fueron a marchando empezando por el más viejo”), y “pasando por en medio de ellos”. No obstante, es el momento de la santidad heroica. ¡Qué Dios nos coja confesados como esto vaya a más!

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