El pasado 30 de noviembre se celebró en la Universidad Francisco de Vitoria la presentación del libro Resistir al mal (Ediciones Encuentro).
Israel Castillo, traductor del libro “Resistir al mal”, rescata para el mundo hispanohablante la figura de Franz Jägerstätter, un mártir austriaco que se negó a jurar lealtad a Hitler. Fue beatificado en 2001 y el director de cine Terrence Malick se inspiró en su testimonio para hacer la película Vida oculta.
La pregunta por el sufrimiento, el mal y la muerte saltan a la vista cuando se recorre la vida de Franz. ¿Qué hace posible que una persona pueda soportar la injusticia, el dolor, la separación de sus familiares, la soledad y, por último, la tan temida muerte?
Destacamos algunas ideas de la intervención de los invitados a la presentación.
1. Un buscador de la verdad
Los textos son de gran belleza y sencillez, de profunda fe cristiana y de testimonio de santidad. Osó resistir al mal pagando el alto precio de la propia vida. La belleza, el bien y la verdad se hacen una sola cosa cuando se concreta en una persona como Franz.
2. El gran gran afecto que tenía por su familia no fue una justificación ni un impedimento para dar la vida
Franz le pidió a su mujer que enseñara a sus hijas a cambiar de Padre, con una conciencia clara de su propia filiación (hasta el punto de dar la vida) y de que el verdadero padre y quien cuidará de sus hijas es Dios y no él.
En los primeros siglos, en las actas de los mártires, aparece repetidamente en las declaraciones de los mártires que estaban a las puertas de la muerte: Cristiano sum (soy cristiano). En Franz se ve claro este rasgo de una conciencia fuerte de su propia identidad, de que su primera identidad era ser cristiano.
3. Suspendió el juicio hacia los que le hacían daño. No les condenó ni les guardó rencor.
«El perdón no empieza en quien lo pide, sino en quien lo va a dar. El cristiano ya está perdonando antes de que alguien le pida perdón», decía García-Baró. Esto llama profundamente la atención en Franz. Educó a sus hijos disculpando al malvado, sin descargarles ninguna culpa que trasmitiera odio.
Tiene una conciencia clara del mal que no puede hacer y una misericordia grande hacia quien lo lleva a cabo.
4. La fuerza de Franz no venía de un esfuerzo ni de un superpoder sino de una relación y de una esperanza
Ante la situación de soledad de sus últimos días prometió a su mujer el reencuentro en la vida eterna. Tenía la certeza de que su destino en la tierra no tenía la última palabra.