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Así fue el seminario El Sentido Busca al Hombre del pasado 26 de noviembre

El viernes 26 y sábado 27 de noviembre se celebró en la Universidad Francisco de Vitoria el seminario El Sentido Busca al Hombre. Asistieron alrededor de 65 alumnos y contó con la presencia de ponentes de la talla de Marcelo López Cambronero, Salvador Antuñano, Pablo Aledo, Ruth de Jesús y Rocío Solís.  A continuación ofrecemos un breve resumen de lo cada conferencia.

El hombre en busca del sentido – Marcelo López

Empezaba Marcelo, profesor de filosofía y director de proyectos del Instituto Razón Abierta, con una introducción provocadora: Muchas veces en la vida, el hombre no tiene que elegir entre el bien y el mal, sino entre un bien y otro bien, y en esta coyuntura tenemos la conciencia de que nos haremos daño y haremos daño a otros. La responsabilidad se sitúa a veces como en una especie de niebla, en vez de en un día claro y sin nubes, explicaba. “Mi abuelo era agricultor, casi más un jardinero porque cuidaba de cada cepa con excelente mimo. Hasta que un día agarró un puñado de tierra en una mano y enseñándomelo desde lo alto deseó que le enterrara allí y siguiera su legado. Una voz me quitó esa idea de la cabeza y el sentido de mi abuelo no siguió con sus nietos”. Y añade: “No hay recetas mágicas para configurar una vida, pero yo tuve que dar un salto al vacío, mi padre lo entiende como una rueda y al saltar es preciso preguntarse por el sentido”.  

En definitiva, es algo que todos buscamos: la primera cuestión es el yo, la segunda sería el otro, y después la trascendencia. Ahora bien, en este reto, ¿hay esperanza o tragedia? “Mi abuelo asumió que su destino era ese porque en el pueblo la identidad está ligada a la familia, de hecho, cuando te conocen te preguntan: ¿Tú de quién eres?, y para él todo consistía en adquirir las cualidades necesarias para ocupar el lugar de su padre, no era una decisión más allá del deber”. 

Históricamente, el levirato era una institución del pueblo judío. Judá tuvo tres hijos: Er, Omán y Selá. Er murió sin descendencia y el levirato obligó al segundo hijo a casarse con la viuda, algo que no tiene que ver con su voluntad. Pero Omán no aceptó no ser nadie y esto le llevó a la muerte.  

Romeo y Julieta no se podían casar porque los montescos y los capuletos estaban enfrentados por una larga historia de crímenes, pero no querían ser montesco y capuleto, sino Romeo y Julieta, o sea, ellos mismos. 

En la búsqueda por la propia identidad nacemos con la siguiente pregunta: ¿Por qué camino seguir? Saberlo es una esperanza si hay respuesta plena, pero dudamos de si es un deseo trágico. En todo caso, no deja de ser un drama.  

“Somos gente en construcción, venimos por hacer y tenemos que tomarnos la pregunta desde la radicalidad inicial”, expresa Marcelo López. “La cultura genera ciertos consumos y experiencias buscando pequeñas satisfacciones, pero no podemos ser lo que compramos, necesitamos una dirección y una esperanza”. Por ejemplo, ante la llamada vocacional de ser médico, el estudiante sabe lo que tiene que hacer. La esperanza lanza un hilo hasta nosotros, concreta la vida, nos permite asumir el dolor, y el deseo es el motor que nos impulsa. Es necesario tomar conciencia del deseo de felicidad que llevamos dentro para que tengamos un sentido y aceptemos las situaciones contradictorias con alegría, sabiendo que los avatares se asumen si existe una meta que abra el horizonte, para que no nos movamos como un barco en medio de la tempestad y nos inunde la queja.  

La frase “cuando el hombre pone el pie en el suelo pisa 1.000 caminos” significa que ninguno está establecido y supone no tener ni idea de quién somos. La vida puede ser un juego donde hay unas reglas, pero la pregunta por el sentido siempre es intensa, da miedo y vértigo afrontarla. Hay que entender en qué consiste, porque la dicotomía que existe entre el sentido y la felicidad no es solamente irlo pasando bien. Habría cuatro factores para tener en cuenta: 

  • La narratividad habla de la propia búsqueda, algo que explique quiénes somos. Y en algunos momentos puede caerse como un espejo roto en mil pedazos. Lo que nos distingue es la necesidad de sentido. 
  • También conlleva pertenencia, que haya otro que nos quiera como somos, que agradezca nuestra existencia.
     
  • Hace falta un propósito, entender la vida como si fuera “transitiva”, es decir, con un objeto directo, una vida que se da es la de aquella mujer que limpiando el hospital decía que estaba ayudando a curar. Es una vida que merece la pena porque no se centra solo en el desarrollo personal, en la que se tiene claro que los bienes que se comparten crecen, pero los que no, se consumen. 
  • Lo que nos conecta al sentido más grande es la trascendencia. El corazón no se conforma y se pregunta para qué sirve todo lo que no nos hemos dado a nosotros mismos y llevamos puesto. Esto nos hace abrirnos al sentido religioso en la meditación o en una oración dentro del cosmos: ¿Qué lugar ocupamos? ¿Por qué el universo está ordenado? Necesitamos respuestas para seguir adelante. La propuesta es abrir los ojos, la mente y el corazón a lo que pasa delante de nosotros: “La respuesta al puñado de tierra de mi abuelo era insuficiente para él, siempre estamos en camino, tenemos una vida que quiere más”. 

Como conclusión: ¿Cuándo hay que hacerse la pregunta por el sentido? Cuando queme. Si no sentimos el ardor, la pregunta solo será teórica, pero…  ¿acaso hay alguien que no la sienta? La compañía de alguien que nos ayude a reconstruir es fundamental. Quizá no partimos de la hipótesis de que Cristo es la respuesta, pero cuando viene ese ardor necesitamos un camino verdadero. Ahí está la correspondencia a la altura de nuestros deseos: el cristianismo. 

La historicidad de las fuentes – Salvador Antuñano Alea


Salvador Antuñano es catedrático de filosofía medieval de la UFV. En su conferencia sobre la validez de la propuesta cristiana, se parte de la figura de Nicodemo, estudioso de las Escrituras, para empezar el recorrido por las huellas de Jesucristo en la historia, al no entender cómo es posible llevar a cabo el mandato sobre “nacer de nuevo”. Hay que abrir las categorías mentales, superar los prejuicios: ¿qué hay de subjetivo?, ¿qué hay de racional? Justo por esa razón de búsqueda, Jesús no nos es indiferente. Buscamos la salvación, pero la salvación vino a buscarnos a nosotros. Es como si el Todopoderoso dijera: quiero que existas siempre. Nosotros podemos decírselo a alguien, pero no lo conseguiremos, sin embargo, esa es la mayor prueba del amor de Dios. Desde siempre, Eva estuvo en la mente de Dios, mucho antes de la Creación, porque el amor pide eternidad, y hay un hecho: que Alguien lo ha pretendido. Se trata de un hecho singular, porque proviene del Dios que hizo el mundo, lo cual sitúa al resto de profetas en condición de inferioridad.  

Ante esto, no responder ya es responder, si no nos interesa esto ya es tomar partido. Jesucristo pudo tener un mensaje más o menos atractivo, pero caminar sobre las aguas o curar ciegos no ocurre habitualmente, más aún, resucitar a un muerto como Lázaro. Por tanto, si es Dios, la toma de decisiones ya es más fácil. Desde el principio se ha cuestionado la existencia de Dios por la demanda de signos visibles, pero la historia aporta restos y vestigios de que existió. Partimos de tres hipótesis: mito, leyenda manipulada o poesía mística.  

La inaudita pretensión de Dios hecho hombre – Pablo Aledo


Pablo Aledo, director de la Fundación Altius, nos pone sobre la pista de la dificultad que tenemos para captar la novedad del cristianismo, quizá por exceso de familiaridad, y nos invita a preparar la mirada. Puede ser que nosotros alberguemos algunas ideas, pero hay creencias que nos tienen atrapados a nosotros. Junto a esto, nos interpela el aparente silencio de dios y nos seduce nuestro propio yo, creer que con nuestras fuerzas somos dueños de todo lo que ocurre.  

Vivimos en un tiempo de luces y sombras. Vemos a Buenafuente preguntar al filósofo actual que si es tan listo cómo puede creer en Dios a lo que le sigue la risotada del público. Observamos la feroz crítica a la autora de “Feria”, Ana Iris, cuando se atreve a escribir en un periódico que la lactancia la une a algo mayor que ella, con una mirada que supera las molestias. Leemos al coreano Byung Chul Han que “no existe evidencia biológica, sino revolución divina” y que “la biología es igual a la teología, una enseñanza sobre Dios” al ver cómo le habla en la naturaleza: “Mi jardín me ha dado la fe, una certeza, una evidencia, Dios existe luego yo existo”, apunta el pensador contemporáneo. En esa Razón Abierta no empobrecedora de la comprensión de la realidad podemos figurarnos una casa con distintas habitaciones, en las que reposan las ciencias exactas, los valores, el arte, y también la trascendencia. Son estancias con un pasillo que les da unidad.   

¿Cuáles son los aspectos de esta pretensión? 

¿Qué nos suscita?  

“Su manifestación es respetuosa con la libertad del hombre, también cuando reclama para sí un seguimiento radical, pero no caben medias tintas en una sede universitaria como esta, no vale que solo se vea un mensaje bonito, hay que tomar en serio la propuesta, igual aquí que en Israel”, declara Pablo Aledo.  

-En el abrazo de la madre que perdió a su hija en el Colegio Montealto a la madre que atropelló a las niñas, y en el artículo de Arcadi en la prensa preguntando si tiene sentido, hay que fijarse en que Jesús es el único capaz de dar perdón y salvación. La psiquiatra Marian Rojas decía que perdonar es ir al pasado y regresar sano y salvo. 

-En Alcohólicos Anónimos se enfrentan a su propio perdón tras descender al infierno del consumo. Sin un poder superior nadie es capaz de personarse, solos no podemos, pero hay uno que sí puede, no nos salvamos a nosotros mismos.  

-En el programa televisivo “En la línea de fuego” abordaron el tema de los presos arrepentidos y se comprobó cómo “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Unos padres abrazaron al autor del asesinato de su hijo y creyeron en su arrepentimiento gracias a los talleres restaurativos y la creencia en una felicidad superior de su hijo fallecido. Es la imagen del perdón de Jesucristo.  

¿Es creíble una pretensión así?

Hay uno que puede perdonar por mí y sanar lo que ha sufrido antes por mí. Si se supera una pena así es que Dios está presente, aunque no se sepa. Hay una acción anónima de Dios. La justicia restaurativa, impulsada en la UFV por la directora del grado de Criminología, Ester pascual, es un proyecto muy importante en esta línea, aunque ha recibido muchas críticas.  

El perdón es un triunfo sobre el mal, sobre la herida de haber herido, algo muy difícil sin ayuda de arriba. Incluso hoy hay muchos debates entre judíos mesiánicos y ortodoxos en los que se escuchan fuertes gritos y discusiones por decir que Dios se encarnó. No estamos ante meras opiniones, sino ante algo mucho más profundo que exige tomar partido. 

El sepulcro vacío – Ruth de Jesús

Ruth de Jesús, profesora de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad Francisco de Vitoria, nos invita a enfrentarnos con el hecho del mal y de la muerte y, por tanto, a ir al desierto, porque, según afirma, “nos va la vida en ello”. Como hemos visto, nuestra experiencia humana pasa por resolver la cuestión identitaria: ¿Por qué estoy aquí? Ruth de Jesús nos comparte la experiencia sobre su hermana Sara, que trabajaba también en la UFV, y que en 2009 murió en un accidente de montaña en el Moncayo: “Ponemos nuestra vida en ese desierto y vemos en la Resurrección luz para nuestra existencia”.   

La serie “Mare of Easttown” se asoma a la crueldad de la vida y a lo fortuito del mal, un pecado que destroza. La pregunta es: ¿Y ya? Jesucristo dejó clavarse en una cruz para mirarla de frente y buscar luz al origen de la existencia. ¿Es razonable que pudiera pasar de verdad y no porque convenga o nos autoengañemos? “Se requiere una experiencia personal: ¿Sé que existe? Siempre. ¿Siento que existe? No siempre, pero creerlo es lo más razonable”, confiesa.  

Conviene recordar qué pasó para saber si los hechos obedecen a las interpretaciones o las interpretaciones a los hechos. Se puede decir que el relato evangélico sucedió así, la clave es si resucitó para que con Él resucitemos todos. Tenemos unos discípulos confusos y recluidos con temor. A partir de ahí, unas mujeres, Juan y Pedro, y distintas apariciones después en las que es reconocido con un cuerpo glorioso que pueden tocar y ante el que el corazón arde. ¿Invento, alucinación, sugestión o verdad?  

  1. Invento: No hay nada más ilógico que el hecho de ser una mujer la que testifica, por el descrédito de aquella época. Tampoco era esperable el contenido del mensaje pues se confiaba en la resurrección del final de los tiempos o del espíritu, no en carne. Ni la intención es común porque acabaron mártires. Si hubieran podido desmentirlo habría sido fácil con el cuerpo muerto, pero no estaba y aquellos que lo perseguían no pudieron respaldar la tesis de mentira. 
  2. Alucinación: Desde la psicología, ¿se puede experimentar como algo real que se toca a alguien que no está? Esto sería una alucinación, que conlleva un padecimiento, síntoma de una patología grave, y además las alucinaciones solo pueden ser individuales, no colectivas. 
  3. Sugestión: La sugestión existe, pero no puede darse por una interpretación errónea de un hecho y aquí hay más que una interpretación, lo tocaron, escucharon y hablaron con Él. Es razonable que la Resurrección haya sucedido, pero fue una evidencia experiencial y a pesar de esto sigue siendo necesario conocerle ahora, 2.000 años después, por lo que la respuesta de cada uno es única: “Cristo obra un cambio, sin encuentro sería un enigma, hay que coger las flores y disfrutar del amor de la vida, hacer una experiencia personal con Él y comprobar la luz. Ante las grandes preguntas, seguir la huella de Cristo que ensancha el corazón y llegar a la cumbre es un regalo” (últimas notas de Sara de Jesús). 

    Ruth de Jesús considera que lo que le pasó a su hermana no fue un accidente, sino una providencia en la que todo cobra sentido. Gracias a eso, ahora tiene una convicción mayor de continuidad de la vida en la eterna, lo que la sitúa en un modo más auténtico y veraz de afrontar la vida. Tiene conciencia de que la plenitud terrenal es imposible y que el anhelo es una huella de quiénes somos: “Es cierto que el esquema mental de hijo del siglo XXI limita nuestra razón a lo que tocamos y vemos, pero es un sesgo del tiempo, hay que recuperar la intuición de los niños que nos aporta un conocimiento verdadero, en el que no todo se reduce a lo material”. 

    Despejar el camino a la gracia por medio de la razón es el trabajo de este seminario, ya que demostrar con razonamiento el fondo de la fe sería cargársela. Hace falta un punto medio de razonamiento. La fe con mucha razón detrás es más madura que la que no razona, tiene algo de supraracional donde la fe entra de manera limpia, no escapa de nada.

La Iglesia – Rocío Solís Cobo


El siguiente peldaño es: ¿dónde nos encontramos con este Jesucristo? El método empieza en el yo, analizando lo que somos. Y con la Iglesia se retoma este concepto porque somos nosotros. Es en esas piedras derruidas donde acudimos al vestigio, con la misión de mostrar algo de fuera de este mundo. Muchos filósofos se han quejado de las “verdades contingentes no racionales que exigen modificar conceptos” y las han comparado a un “maldito foso al que hay que saltar para configurar la vida”.

Rocío Solís, coordinadora del Instituto John Henry Newman, expone cómo podemos ver en ejemplos de otras vidas que Jesucristo las ha rescatado y nos hablan de que su presencia es actual. Desde Altamira vemos el deseo de permanencia del hombre y resulta que ese Dios que creían inalcanzable viene y nos lo explica, llega a todos, no solo a un grupo de pescadores.   

En algunas películas se ha plasmado de modo distinto la angustia del hombre que se ha visto contra las cuerdas necesitado de la ayuda de Dios. Es legítimo tanto lanzar un órdago a dios lejano en medio de la soledad del hombre, como recitar con alegría su palabra siendo pobre y vulnerable. En todo caso, hay desproporción en un dios que quiere ocultarse en el “estiércol” (al nacer entre animales) y dejar su mensaje en manos humanas.   

¿Quiso Jesús a la Iglesia? ¿La Iglesia hace lo que dijo Jesús? 

Jesucristo utilizó un método universal que ya habían utilizado otros antes que Él como es la creación de una comunidad de discípulosy una escuela, no solo para transmitir unas enseñanzas, sino para convivir con Él, con la pretensión de sucederle para no romper nuestra lógica humana. De tal forma que pasó cuatro décadas en este mundo, y de la que sabemos algo estuvo educando a una comunidad, mostrando que lo importante no son los signos, sino lo que los signos significan, y desde el positivismo se pierde mucha información.   

Además, el número de 12 es simbólico porque 12 eran las tribus de Israel: 

Los 12 Apóstoles son un nuevo pueblo y la pertenencia les conforma, contaban con dos indicaciones claras: “estad conmigo” y “salid a predicar”. Por tanto, aunque el perfil de sus seguidores es imperfecto, la iniciativa es divina.  

Les dio poder para atar y desatar, lo que sale de cualquier pretensión humana, incluso con capacidad para juzgarlo con sus potencialidades humanas.  

Aumentó la potencia de la comunidad al decir que cuando haya dos o más reunidos en su nombre allí estará la presencia de Dios.  

Dio directrices concretas a la primera comunidad: se les unieron unas mujeres y otros 72, de dos en dos, es decir, somos con el otro, que es la presencia de Dios para nosotros.  

– Sobre la autoridad de Pedro parece una pirámide invertida, es la base la que sostiene. Al preguntarles: “¿Vosotros sabéis quién soy Yo?”, la respuesta de Pedro demuestra que lo sabe y que es posible construir ahí.  

El mal de la traición de Judas no gana, aunque se vea lo contrario. Los primeros cristianos tuvieron conciencia de que es así y que debían llenar el vacío para seguir siendo 12, abriéndose al Espíritu en asamblea.  

Pablo tenía la conciencia de que si las columnas de esa Iglesia incipiente no le daban la mano dejaría de ser cristiano. Y esa intención llega a nuestros días, la Iglesia no es un club de selectos, sino que trae a Jesús. 

Por lo tanto, la Iglesia no inventa porque tiene la Palabra de Jesús, que no adapta, sino que sigue proclamando lo mismo desde entonces y la liturgia es un pilar al que agarrarse que dice algo personal a quien lee.  

El otro cimiento son los sacramentos con los que Dios dice a la tierra que le importa. El método es la búsqueda y en algunos párrafos evangélicos encontramos una gran belleza poética detrás de la pregunta del maestro: ¿Qué buscáis? Si nos preguntamos quiénes somos obtendremos una respuesta experiencial sobre un amor vital, al encontrar en la Iglesia unos que son como Él.  

El noruego cisterciense Erik Varden observó mucho a tiempo una Iglesia desde la distancia, y acabó abrazando sus contradicciones en la acción sacramental porque supo, sin comprometer la verdad, que en ella podía levantarse y vivir en “casa”: “Vi mi escuálida vida en la narrativa de la Redención, oí una voz ronca, pero también que todo está cumplido, un acorde que surge de la disonancia”. De esa forma, la propia contradicción humana no compromete la verdad de esa casa. Puede ser a la vez obstáculo y oportunidad, y entendimiento, no en ideas, sino en una Persona. La Iglesia, como se afirma en el Credo, es una, porque no es un lugar unificado ni uniformado, sino que se basa en el seguimiento a uno, y santa, porque la santidad es una humanidad que se deja transformar por el Espíritu.  

Finalmente, si acaso nos atisbamos frente a la eternidad como una palabra borrosa en una pared, leamos la propuesta que tantos autores han hecho a lo largo de la historia de ver a Dios dentro de la Iglesia por ser, sobre todo, fiel al origen

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